sábado, 24 de octubre de 2009

Diario misionero del P. Joan Arbona (3)






El lema escogido para celebrar los 125 de la Coronación de la Moreneta ("En Lluc renace la esperanza") puede ser afirmación, interrogante, exclamación...
También aquí, a este barrio del Cono Sur de Buenos Aires, me ha llegado el póster. Lo he mirado y admirado. ¿Noche oscura de los tiempos, de la Iglesia, de los creyentes, de la vieja Europa y del mundo?!
Para los que nacimos en "La Roqueta" de Mallorca y hemos vivido en la "Casa Pairal" de Lluc -ya casi jubilados por los años pero todavía con la juventud de la fe y del amor del misionero de los SS. Corazones-, quiero compartir lo que me sugiere la "negritud” de noche cerrada del póster, distinta de la familiar y casera de nuestra querida "Moreneta" ("morena com el pa torrat", del color del pan tostado)... Aunque uno esté casi ciego, puede leer la palabra que lo dice todo: LLUC. Y también puede descubrir el antiguo, sencillo, familiar recuerdo de "Ses mides" (las cintas a la medida de la Santa Figura) con los colores de nuestra "Senyera" y la de Lluc (blanco y celeste, "com un cel blau"...)
Corona la palabra del legendario y elegido pastor, Lluc, el motivo de esta "noche oscura" que me recuerda los Maitines de Navidad: "És la mitja nit i sembla mig dia". Sí, el 10 de agosto de 1884 una corona donada por nuestros queridos bisabuelos, fieles creyentes y llenos de amor por la "Reina de les Muntanyes", donaron sus más preciados tesoros familiares: una cruz de oro, unos pendientes, "una botonada", "una vieta", unos anillos... para coronar a la Reina y Madre de Misericordia de todos los mallorquines. Fruto del sudor, lágrimas, sangre de los hijos e hijas "d´aquest Regne en mig del mar" como ofrenda a tanto amor recibido a lo largo de la historia.
11 estrellas azules, como las sotanas de los "blauets", intentan abrirse paso en la soledad de la noche, y una más resplandeciente que la luna llena nos señala hoy dónde encontrar la Luz "del sant racó de la Llar".

Testimonio personal
"A Lluc, hi reneix l´esperança", y lo afirma uno que llegó al Santuari a "toc de les Avemaries" de un dia de noviembre de 1977. Y llegué a mis 33 años, con una depresión que había "oscurecido" toda mi vida como persona y me había cortado las alas de mi vocación misionera. Y en este "desierto-Oasis" de la "Serra nord" del "cor de la Muntanya", igual que semilla del grano de mostaza bíblico, caí en el humus de la "terra de mata i d´alzina"... Renací a la esperanza, a la ilusión, al dinamismo, a la vocación misionera... Y este buen humus del Bosque sagrado, al servicio de "la Madona de la Santa Casa", compartiendo, acompañado y animado por la comunidad de M.Ss.Cc., de "les monges blaues", "dels blauets", de "les valentes dones de Lluc", de "tants d´amics del Santuari"... Se hizo el milagro de la salud recobrada, juntamente con toda la ilusión de la vocación religiosa-sacerdotal-misionera...
Estando al servicio del Santuario, cuántas vivencias y experiencias únicas de conversión, de redescubrir la fe, de encontrar sentido al cotidiano vivir, podría compartir y añadir a esta estrella luminosa. Igual que el "llumeneret blau de les nostres Rondalles" o a la "pequeña esperanza" del Principito. Todos los que hemos estado o están al servicio de la Moreneta, tendrán un buen rosario de personas escuchadas en confidencia, como los misterios de gozo, dolor, gloria y luz de la vida diaria, familiar, laboral, política, religiosa...
La “Mare de Déu de Lluc, com a bona pagesa, marinera i ciutadana”, sigue esperando y sale al encuentro de todos los que en la helada y oscura noche de la vida buscan en medio de las olas del mediterráneo una mano amiga que les haga descubrir el porqué seguir viviendo, esperando, amando... O, en medio de este ensordecedor ruído urbano, un oído dispuesto a escuchar al que necesita compartir penas o dificultades, con un tiempo gratuito y sin mirar el reloj del tiempo...
Todas estas pequeñas estrellas iluminaron mi desierto y encontré el agua fresca de la Font Coberta, la tonificante y aromática "camamil·la" del Tomir, el aire límpido de la Sierra, las peregrinaciones matutinas per "la Cometa dels morts", de Binifaldó, d´Aubarca, o de Roma...

Testimonio de un pueblo grande
Subiendo y bajando "pels camins empedrats de Sóller" que tantos y tantas creyentes de “la Vall dels tarongers” vieron ascender por "El barranc" hasta dejar las piedras pulidas como "bales de la mar"...
Además, la buena familiaridad y acogida de los hermanos de la comunidad, la vida y el cantar "dels nins blaus", la presencia franciscana de unas religiosas siempre disponibles, siempre atentas a la Virgen, al servicio del Santuario, a la "Casa d´or", peregrinos y residentes en el Municipio de Escorca...
Entendí la fuerza de la palabra "gràcies", dicha con todo el corazón, después de haber perdonado en nombre del Padre Misericordioso, en el sacramento de la Reconciliación. O la de un joven de "ciutat" que no me encontró en su visita al Santuario y me dejó escrito: "P. Joan, gràcies per haver estat llum a una jornada ben fosca de la meva vida". Son regalos de Dios que se producen en un Santuario...
"Y después de este destierro múestranos a Jesús", rezamos en la Salve, con sabor a siglos pasados. Y de la mano de María, amaneció un nuevo día, una nueva primavera, un nuevo "fiat", un nuevo ofrecimiento a la vida misionera en Argentina.
Y en nuestra Comunidad, antes del año 2000 también llegó una pequeña Virgen Morena de Lluc. Y esta presencia mariana fue impulsada por un M.Ss.Cc. que es de República Dominicana. Todas las semanas tiene un pequeño grupo fiel como el "pequeño resto de Israel" que le reza el rosario. Todos los años nos unimos a la Diada en el segundo domingo de Septiembre y este año hemos vivido los 125 años de la Coronación con fe y devoción.
Creo que tengo derecho a afirmar que Lluc sigue siendo signo de esperanza para los mallorquines y para muchos fuera de Mallorca. Hoy puedo dar testimonio, desde la tierra argentina que acogió a tantos mallorquines que tuvieron que emigrar para buscar una vida más digna. En el pueblo de San Pedro, junto a Ramallo, la colonia mallorquina es numerosa (consta que el primer mallorquín llegó allá por 1850) y hoy podemos saborear “enssaïmades i sobrassada” hechas por manos de emigrantes y “parlar amb la nostra llengua” con gente que ya nació aquí, però se crió con los abuelos en el sonoro catalán de Mallorca.
Todo ello es un milagro de la esperanza, porque en Lluc pasé de la depresión a sentirme útil. A descubrir que Dios esperaba un sí generoso, sin miedo, para seguir respondiendo con generosidad al mandato de Jesús: "vayan por todo el mundo y anuncien la buena nueva del Evangelio". Y con Maria quiero dar gracias con su Cántico Profético: Es posible una humanidad nueva, en la solidaridad fraterna.
Joan Arbona, msscc (de Sóller y de Lugano, Buenos Aires)

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