miércoles, 9 de diciembre de 2009

Carta de navidad del P. Joaquim Rosselló





Queridos hermanos, amigos y amigas:
Se acerca otra vez la conmemoración del Nacimiento del Salvador y la Escolanía de Lluc ya está afinando sus voces para los maitines. Los que me conocen un poco, saben que yo siento debilidad por este misterio...
Dicen que soy un hombre serio. Pero si hay un día en que mi corazón rebosa de placer y pierdo la compostura, es en esta fecha. Me vuelvo niño como los blauets, y disfruto con las tiernas locuras del Padre y Patriarca san Francisco, de la querida Matriarca santa Clara, de san Cayetano (que en una nochebuena recibió de manos de la Virgen al soberano Emmanuel), de san Felipe Neri, o de las santas Gertrudis y Teresa de Jesús, y tantos otros y otras...
Hace tiempo que no nos vemos, y hoy no pude resistir la tentación de tomar la pluma y escribiros una carta de felicitación en esta fiesta de la Humanidad de Dios.
¿Cómo es posible tanta bondad en Dios, que haya querido hacerse hombre para salvar al hombre? El Todopoderoso encarnado en la debilidad de un infante... A menudo he predicado que faltaban santos en el mundo para aplacar la justa ira de Dios. Contemplando el rostro risueño de esta criatura, ahora dudo si no habré sobrevalorado el peso de las debilidades humanas. ¡Es por una incomprensible falta de sensatez que no nos dejamos amar de un Dios tan bueno y tan rico en misericordia!
Os diré con san Pablo: "Es hora que despertemos". El mundo no duerme, no, para atender a sus negocios. Y nosotros no debemos dormir tampoco para amar a nuestro Dios. Los ángeles se aparecieron de noche para que despertáramos...
En el desierto de Randa, o en la amena soledad de Lluc, cuántas veces me he paseado entre los balidos de los rebaños y me he parado a conversar con los pastores... Mi espíritu se ha trasladado a la cueva de Belén, que, por dicha mía, vi y regué con mis lágrimas.
Contemplo con dulzura los primeros latidos de amor del corazoncito de Jesús, en el pesebre, ¡y cómo siento latir también el mío, ya anciano!
La encarnación no ha perdido un ápice de su actualidad. Allá donde nació el príncipe de la paz, siguen tronando los cañones...
Esforcémonos en mantener el recogimiento y el asombro de esta hora. Todo el mundo se agita para que no falte nada en la mesa. Muy pocos se sientan en la mesa que prepara el que es todo y lo da todo, Jesús nacido en Belén. Pocos abren a los forasteros que tocan a la puerta, y los condenan a vivir al margen de la ciudad.
A pesar de que Él vino para encender el sagrado fuego, parece que estamos en la vejez del mundo y que la llama se apaga... Amémosle al menos nosotros. Preparemos para la nochebuena la música del corazón, que es la que más le alegra. Acerquémonos a esos dos fuegos de amor divino, los Sagrados Corazones de Jesús y de María, para que calienten e inflamen nuestros corazones.
¡Que no os falte la paz!
El humilde siervo de los SS. CC.

Joaquim Rosselló i Ferrà

(Postdata: Esta carta está compuesta con fragmentos de la correspondencia navideña del P. Joaquim, con su estilo y lengua ligeramente actualizados. Va dedicada muy especialmente para sus hijos e hijas misioneros, los congregantes, laicos asociados y colaboradores de la Fundación Concordia.)

1 comentario:

  1. Emilio Velasco escribe desde el Colegio S. Pere Pasqual de Valencia:
    "Jaume: Animado por Elcano e inspirado por la carta navideña del Fundador que has publicado en tu blog he escrito este artículo cortito para felicitar la Navidad en la revista del colegio".

    LA NAVIDAD DEL P. JOAQUIM

    El día 20 de diciembre de 1909, cuando faltaban muy poquitos días para la Navidad, murió en Mallorca el P. Joaquim Rosselló i Ferrà, Fundador de los Misioneros de los Sagrados Corazones.

    El Adviento de aquel año no fue como los demás. Mientras otros se preparaban para celebrar la venida de Jesús, el P. Joaquim se encontraba definitivamente con Él.

    Por eso, ahora que celebramos el Centenario de su muerte en fechas tan señaladas, queremos recordar el cariño y la ilusión con la que él preparaba el nacimiento del Salvador. Lo sabemos sobre todo por las cartas que dejó escritas. En ellas se refleja su debilidad por ese Misterio que una vez más vamos a conmemorar.

    Se emocionaba, por ejemplo, al escuchar cómo los cantorcitos de la Escolanía de Lluc templaban “sus instrumentos musicales y afinaban sus voces para dar la bienvenida y recrear el corazoncito de tan divino y tierno Infante”. Aunque los años y las responsabilidades iban pesando sobre él, disfrutaba como un niño más escuchando la bulla que formaban los más pequeños mientras hacían los preparativos de la fiesta. Y a esa alegría veía unirse también la de “las gaitas de los campesinos, los balidos de las ovejas, los trinos de las aves, los tamborcillos de los pastores y hasta las frondosas encinas de estos bosques de Lluc”. Todo le invitaba a vivir con intensidad la llegada del Niño Dios.

    Recordaba también por esas fechas navideñas el viaje que siendo joven sacerdote había realizado a Tierra Santa y cómo había regado con sus lágrimas la cueva de Belén al adorar el lugar mismo en el que vino al mundo el Salvador.

    Contemplando a Jesús recién nacido se admiraba en lo más profundo de sí mismo y se preguntaba “¿Cómo es posible en Dios tanta bondad que haya querido hacerse hombre para salvar al hombre?”. Descubría así que su amor por la humanidad no tiene medida, aunque a veces no sea correspondido. Por eso animaba a todos a hacer del propio corazón un “pesebre bien dispuesto para que, cuando renazca en él el Buen Jesús, no lo encuentre tan mal ni tan frío como lo encontró en la ciudad de Belén”.

    Así vivía la Navidad el P. Joaquín. Ojalá que también nosotros, después de estos cien años, la podamos celebrar como él, llenos de amor. El mismo que Dios nos ha demostrado al dejar que su Corazón de Padre latiera en el pequeño corazón de un Niño hecho hombre por nosotros.

    ¡¡Feliz Navidad!!

    El Departamento de Pastoral.

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