lunes, 15 de agosto de 2011

121 aniversario de los MSSCC (17 Agosto 1890)


Trabajo personal

En este nuevo aniversario de la fundación de nuestro Instituto, día en que vamos a renovar nuestra pertenencia cordial a esta familia misionera de los Sagrados Corazones, vamos a usar el material preparado por D. Echeverría para la Delegación del Plata.

"¿A qué vine?" "¿Por qué continúo aquí?"

“Competente socorro donde la vida reclama”

El Capítulo General nos propone como eje transversal del sexenio que estamos iniciando el tema-lema: “Competente socorro donde la vida reclama”.

“La afirmación del P. Joaquim Rosselló i Ferrà, cuando considera a la Congregación como un “competente socorro”, tiene verificación empírica, porque su panorama era el de la Iglesia local, que, en definitiva, es el único observable. Si alguna vez buscamos explicar en términos universales esta valoración, la pretensión quedará sin respuesta. Las ansias de grandeza universal son una fuente de frustraciones. Por tanto, vistas las cosas desde la óptica del P. Fundador, considerar a la Congregación como “competente socorro” puede ser muy realista, y siempre será para sus miembros una profecía. Toda profecía mira a la actualidad, por lo cual sólo la Congregación puede ser competente socorro en la medida en que sabe para qué está presente en una iglesia local, lo cual la hace sagaz, crítica y servidora, pero desde la llamada original, actualizada, y no se deja engullir por la rutina o por las ansias de hacer algo. Si la Congregación sabe para qué está en la Iglesia local, sacará las consecuencias para ponerse en misión” (J. Amengual Batle).

Trabajo personal

El P. Amengual nos muestra de manera empírica (en la biografía del Fundador) que la Congregación fue un “competente socorro” para Iglesia de Mallorca en los tiempos fundacionales.

¿En qué medida siento que mi Comunidad y mi Delegación son aquí y ahora “competente socorro donde la vida reclama”?

¿Qué otros pasos deberíamos dar para ser más fieles a esta consigna?

¿Dónde la vida reclama?

Dios, desde toda la eternidad, viene poniéndole el corazón y el oído a nuestros gritos y necesidades. Él ve y escucha el clamor de su pueblo. El libro del Éxodo lo relata muy bien en el capítulo 3, 7-10.

El Superior general en su carta para este 17 de agosto de 2011 nos dice:

Es tiempo de estar en permanente diálogo para que surja la novedad evangélica siendo “Competente socorro donde la vida reclama”, desde la misión compartida.

Este lema capitular nos desafía a disponer oído y corazón para la escucha cordial de la realidad, de los clamores de nuestro pueblo, de una humanidad que pide auxilio, que reclama vida en abundancia y que nos invita a renovar con más pasión nuestra opción por los traspasados.

Si nos acercamos al icono bíblico de Mc 7, 24-30 la mujer siro-fenicia o Mt 15, 21-28 la mujer cananea, “Jesús ten compasión, socórreme”, brota la dinámica de escucha al clamor del pueblo; procesos humanizantes de la relaciones al interior de nuestros grupos y comunidades; actitudes transformadoras en la vida cotidiana y en la misión compartida; y, unos rostros nuevos que nos desafían al diálogo intercultural al interno de la Congregación y en la misión.

En efecto, Jesús al vencer sus resistencias para abrirse a este encuentro y al diálogo con la diversidad cultural, de género, racial, religiosa… vive la denominada “crisis de Galilea”: replantea su misión y recrea la experiencia fundante del Amor incondicional. Esta mujer representa a los alejados, los excluidos, los que están lejos, pero buscan al Dios de la Vida. Conscientes de los nuevos rostros y los nuevos escenarios que caracterizan en la actualidad a nuestra Congregación, con contextos socio-económicos, políticos, culturales, religiosos y eclesiales, tan plurales, escuchamos la llamada del Dios de Jesús a reconocer y acoger la diversidad de los nuevos sujetos emergentes dentro y fuera de nuestra familia misionera, sus necesidades y reclamos” (Pere Riera)

Trabajo personal

El P. Joaquim y sus compañeros supieron ver, escuchar, sentir el clamor de su pueblo y de su Iglesia local. Nosotros, como pastores, también tenemos que ponerle el oído y el corazón a los gritos de nuestra gente para descubrir sus necesidades más profundas. A nosotros nos corresponde actualizar esta dinámica misionera en estos tiempos de refundación. Nos podemos preguntar entonces:

¿Cuáles son los clamores, gritos de auxilio, reclamos que más llegan a mis/nuestros oídos y conmueven el corazón y las entrañas?

¿Qué otros gritos no estoy/estamos escuchando?

¿Dónde siento que la vida reclama? ¿Quiénes reclaman? ¿Qué reclaman?

¿Cómo estoy respondiendo a esos reclamos desde mi identidad de varón, consagrado, misionero de los Sagrados Corazones y desde la cultura congregacional?

¿Qué más me/nos pide Dios hoy?

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