lunes, 2 de diciembre de 2013

A propósito de la fe al comenzar el Adviento



El sábado pasado conversé un rato con Miguel Ángel, un antiguo alumno de biblia de hace 40 años. Luego me envía este mensaje sobre la fe. Me parece muy buena reflexión para empezar el tiempo de Adviento.


La fe que es gracia y compromiso. Nosotros que caminamos como "el caballero de la fe". Es curioso que anoche vi la película "Justin" de Antonio Banderas. ¿Nos decidimos por el mundo de las leyes o por el mundo del honor de Dios y de las causas perdidas de los hombres? 

Probablemente nosotros ya no somos el caballero trágico del existencialista Kierkegarrd, como entendía el Quijote o el patriarca Abraham con sus caminos solitarios. Ni tampoco damos para ser nombrados caballeros cazadores de dragones al estilo de la Edad Media. Pero, así y todo, estamos llamados a actuar, a dar el salto de trampolín y a comprometernos.

"Recuerdo que siendo alumno tuyo, en el C.E.S.E, me prestaste el libro de Søren Kierkegaard "El
caballero de la fe". Fue para mí toda una experiencia enfrentarme a sus reflexiones. Tú me dijiste,                   cuando te comenté lo enriquecedora que fue su lectura, "està molt bé, però això no és sa fe
cristiana".

En aquel año viví la mejor experiencia mística de mi vida (perdona mi petulancia pero no
encuentro mejor expresión). Desde entonces voy por la vida como un ciego a tientas en la
búsqueda de la fe, intentando retener en mi memoria emotiva y espiritual aquel sentimiento,
sentimiento que tiempo después sigo reconociendo como la gracia de la fe.

Ciertamente es inútil pretender retener la fe, debo aceptar que es una gracia y, como tal, aceptar
que lo único que puedo hacer, es rogar a Dios para que me permita seguir buscándolo. Si sigues
persistiendo, en un instante aparece ese hálito en el momento justo para recordarte que, en tu
soledad, no estás sólo y que Él nunca dejó de estar contigo.

Y, si bien es cierto que la fe es algo así como abandonarse en sus brazos, cerrar los ojos y saltar
al vacío en la certeza de que Él te salva, no lo es menos que en el ínterin debemos trabajar dando
lo mejor de nosotros, como bien decía San Pablo a los Tesalonicenses "...yo trabajo cada día
hasta la extenuación y vosotros debéis hacer lo mismo, el que no trabaje que no coma...". Porque
la Fe no es inoperancia, antes al contrario, siendo una gracia que se da al paciente, impele a la
acción y en esa acción encuentra la felicidad el creyente. Sobre cómo actuar, creo que la
respuesta es simple, Jesús nos lo dejó claro, me lo recuerda continuamente mi buen amigo Jaime
Rovira "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Es la receta: hacer el bien.
Empezando por uno mismo, haciéndote el bien (es decir, alejándote del mal), siguiendo por tu
entorno más cercano (hacer lo que sea mejor para tu hermano no siempre es hacer lo que tu
hermano quiere que hagas) y, como bien dice el Papa, rogar a Dios.

No me preguntes porqué escribo esto, ni yo lo sé, he sentido el impulso de hacerlo y de alguna
forma quería agradecerte la ayuda que me has prestado cada vez que nos hemos visto.
Gracias Jaime, rogaré por tí y por tu ministerio"

Foto: Portal principal del Santuari de Lluc 

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