martes, 14 de noviembre de 2017

El viaje de Papá-Buelo y Mamá-Buela contado a los nietos: Ser bendición para los demás (3)



Re-lectura de la fe de los Patriarcas  (Génesis 12-25)               


 1.  Segundo Proyecto: Una familia que camina en presencia del Señor   
      A Mamá-Buela se le ocurrió lo del matrimonio por conveniencia. "Así muchos lograron visa, residencia, un puesto de trabajo más seguro... "
     El abuelo se casó con una mulata puertorriqueña, que se las sabía todas. La conoció dos días antes de pasar por el civil, pero no faltó el flu de etiqueta, ni el reportaje fotográfico de la ceremonia, el hotel y la cama nupcial. Seguramente Quin se pasó un montón porque había bebido mucho, ella parecía dispuesta y el contrato no tenía límites bien definidos. De esta relación nació el primer chamaquito, pero Papá Quin se encontró en la calle, solo en el vientre de una ciudad desconocida, con un idioma que se le resistía. 
     Sin saber cómo ni dónde, un día se fue a encontrar con Dios. Cuando se ha caído tan hondo, ya solo se puede remontar. Comprendió que su vida era una farsa. Estaba disgustado consigo mismo. Aquello no era amor, sino interés, y, además, no podía recibir lo más grande. Así que pensó en llamar a Mery, la dominicana, esposa de su juventud. 
     Ella viajó contenta después de esperar una eternidad, decidida a compartir lo que fuera pero en pareja. Pronto quedó embarazada. La risa volvió a iluminar aquel apartamento frío y oscuro del Bronx, a donde se habían mudado. Juntos aprendieron otra vez a alabar al Señor, a caminar en su presencia, y todo cobró sentido. 
     El compadre Sergio volvió a leerles la historia de Abrahán y Sara: "Saray, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Hagar. Y Saray dijo a Abrán: Llégate a mi sierva a ver si ella me da hijos. Abrán aceptó la propuesta... Pero Dios replicó: No; es Sara quien te va a dar un hijo" (Gn 16, 1-2; 17, 19).
    Mamá comentaba: "Es lo mismo que nos pasó a nosotros, Joaquín. Abrahán no ha muerto, sólo ha cambiado de nombre. Antes teníamos un proyecto individualista e interesado. No respetábamos el matrimonio. Ahora estamos aprendiendo lo que significa ser hijos de Abrahán y confiar en el Señor. Éramos sólo dos emigrantes en tierra ajena. Ahora empezamos a ser una familia que camina como Pueblo de Dios".

      2. Analicemos la situación: Bendición para los demás

        Monseñor Ramón de la Rosa, que por entonces era obispo auxiliar de Santo Domingo, visitó  la Gran Manzana para celebrar la fiesta de La Altagracia con la colonia dominicana: “Dominicanos, somos bendición de Dios en este país. Vamos a serlo de verdad. Vamos a tomar este compromiso en serio.
     Es cierto que algunos de los nuestros se han descarrilado: La ambición desmesurada y el choque con una nueva cultura los desviaron. Pero esos no son la mayoría, ni su conducta debe acomplejarnos. 
     Algunos han actuado mal, pero la mayoría. Incluso sus familiares, son bendición de Dios. En cada hogar dominicano debe haber una Biblia, un crucifijo y una imagen de La Altagracia, como señal de su pertenencia a esta Iglesia viva. Cada dominicano debe participar activamente en la vida de la Iglesia norteamericana: es la Iglesia en la que están viviendo ahora… Conserva y aporta a este país tu fe, tus valores de hombre alegre, trabajador y acogedor, amante de la familia.
Conserva y aporta tu música vibrante. Aprende también inglés, pero preocúpate de que tus hijos aprendan también el español… Recibe de este país todo lo bueno que tiene y aprende a rechazar cuanto tiene de negativo. Has venido a producir bienes. Toma entonces ese objetivo como responsabilidad y trata de alcanzarlo. 
     Los latinos pueden aportar una manera nueva de manejar el dinero; hay que producir riquezas, pero con un sentido social y de solidaridad. Los bienes no se pueden adquirir haciendo daño o aplastando a otro… La solidaridad con los que permanecen allá debe mantenerse. Hay que ser solidarios, y cuando las condiciones lo permitan, invertir en nuestro país y producir con sentido social. 
     Amen a la Virgen de La Altagracia en esta tierra, porque ella vino con ustedes”.

Comentar las señales de pertenencia a la Iglesia que propone monseñor.
Comentar los valores dominicanos y los valores sociales que señala. 

¿Participamos activamente en la vida de la Iglesia?
En resumen, ¿a los dominicanos se nos considera bendición o maldición allá donde estamos?


Abramos la Biblia: Conozcamos a Hagar, la egipcia (Gn 16)


“Te prefiero compartido”, decimos muchas veces. Pero Dios no acepta la falta de fe.
“Y nuevamente Abrahán optó por Dios, cambió lo seguro por lo inseguro y recomenzó todo de nuevo, ¡a los cien años de edad! Desistió de querer encajar a Dios en su propio proyecto e intentó encajar él mismo dentro de la visión de Dios que él, por ahora, no entendía. Caminaba a oscuras. Su única luz era la promesa divina que le hacía creer en Dios, en Sara y en sí mismo, sin saber cómo”[2] 


PARA ORAR: Dios escucha a Ismael (Génesis 21,17)
 

     Muchas veces nosotros también buscamos hacer la voluntad de Dios a nuestra manera y luego le pedimos que nos dé el visto bueno. Tenemos miedo de decirle a Dios, “Que se haga tu voluntad”. Preferimos hacer algo nuestro y luego decir a Dios, “Por favor, bendice esto que estoy haciendo”. Abraham sintió angustia despidiendo a su hijo. ¿Cuánto dolor nos causamos por no hacer la voluntad de Dios? ¿Por no escucharlo, tener fe y seguirlo cuidadosamente? 

     Hasta el día de hoy se sigue pagando el precio por el error que Abraham y Sara cometieron al buscar un hijo por medio de Agar, ya que los descendientes de Ismael (los árabes) y los de Isaac (los judíos) son enemigos hasta la actualidad. Sin embargo, Dios puede, si es su voluntad, trabajar con nuestros errores, convirtiéndolos en bendición. Dios prometió bendecir a Ismael, haciendo de él una gran nación, por su relación con Abraham (“porque es un hijo tuyo”, 21.13).

    ¿Podemos considerar el llanto de Ismael en el desierto como una especie de oración? A veces el llanto puede ser la única oración que podemos pronunciar. Romanos 8.26-27 dice que en nuestra debilidad humana “no sabemos qué pedir…" pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios”. A veces los “gemidos” del Espíritu traducen la angustia de los hijos de Dios, llevando nuestras preocupaciones ante el Padre. Y Él nos comprende.


[1] Usaremos sobre todo Reynés, MSSCC, J.,  Génesis. Lecturas liberadoras de la Biblia. Amigo del Hogar. Santo Domingo, 1993, ps. 75-96, que hace una relectura dominicana del librito de C. Mesters, Abrahán y Sara. Paulinas. Madrid, 1981; cfr. también Feliz Lafontaine, A., "Resistir y autoafirmarse... Releyendo la Historia de Agar desde la Resistencia de algunas Mujeres de Los Alcarrizos y Pedro Brand" en CIB/SD 96.  
[2] Mesters, l.c. 93-94.

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