martes, 15 de noviembre de 2011

500 años del Sermón de Montesinos: Denuncia profética (III)

Hemos visto que para hacer una Evangelización honesta, sincera y que fuera Buena Noticia para los indígenas explotados, los dominicos empezaron con el Análisis de la Realidad. De valor inestimable para la comunidad dominica fue la conversión de Juan Garcés. Este era un vegano, español de los que habían colaborado en la matanza de indios y que, después de andar huido por el asesinato de su esposa, se refugió en la religión y fue admitido en la Orden. Testimonio tan directo animó a los frailes a decidirse "para impugnar el principio, el medio y el fin de aquella horrible y nueva manera de tiránica injusticia".

Imaginaban el escándalo que "había de ser despertar a personas que dormían en tan profundo y abismal sueño". Pero no les movía otra cosa que la honra divina y el celo apostólico. Tras madura reflexión, pasaron a "predicarlo públicamente en los púlpitos".

"Los más letrados entre ellos, por orden del prudentísimo siervo de Dios fray Pedro de Córdoba, su vicario, acuerdan el primer sermón que debía predicarse acerca de la materia. Lo firmaron todos con sus nombres para que apareciese proceder no sólo del que hubiera de predicarlo sino del parecer, deliberación, consentimiento y aprobación de todos".

Antonio de Montesinos fue el elegido. "Tenía el don de predicar. Era muy áspero en reprender vicios, y sobre todo eficacísimo en sus sermones y palabras. A él, como a muy animoso, le encargaron el primer sermón de esta materia tan nueva para los españoles de la isla. Aunque la novedad no era otra sino afirmar que, matar estas gentes era más pecado que matar chinches".

Tomando pie del tiempo litúrgico de adviento, comparó la conciencia de los cristianos españoles con la esterilidad de un desierto, pues que no advertían los pecados gravísimos cometidos a diario.

DENUNCIA PROFETICA

"Para dároslo a conocer me he subido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto de esta isla... Esta voz, dijo él, que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigado... ? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine... ? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened, por cierto, que en el estado en que estáis no os podéis salvar más que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo" (Sermón del 21 Diciembre 1511).


Oyendo el sermón "les parecía que ya estaban en el Juicio Divino". En un año la comunidad había pasado de la predicación de la gloria a la del infierno prometido. La valiente denuncia "a todos dejó atónitos; a muchos, como fuera de sentido; a otros, más empedernidos; y a algunos, algo compungidos, pero a ninguno convertido".

Ante las airadas protestas de los colonos, Pedro de Córdoba reafirmó que el sermón se había hecho "después de muy bien mirado y conferido entre ellos y con mucho consejo y madura deliberación". No temían la expulsión, pues su equipaje pudiera "quizá caber todo en dos arcas". Y añadió que en adelante negarían la absolución sacramental a todo el que tuviera indios encomendados.

Los colonos recurrieron al ardid de enfrentar frailes contra frailes. Enviaron al superior de los franciscanos fray Alonso de Espinal para que desacreditara a los dominicos ante la corte española.

Estos respondieron a su vez, enviando a Montesinos. "Partieron cada uno en un navío diverso, el uno con todo el favor del mundo; el otro, desfavorecido de todos, pero puesta su confianza en Dios".

El rey convocó juntas de juristas y teólogos. Los pleitos fueron innumerables. Los dominicos enviaron a fray Pedro de Córdoba en persona para que se explicara ante su provincial y ante el rey, y respaldara a Montesinos.

Mirando los resultados, podemos decir que los dominicos fueron importantes en la teoría -que se consolidó y difundió-, pero ineficaces en la práctica. Los indios no se pudieron salvar. Y, sin embargo, se consiguió algo invalorable: Transmitir desde los orígenes de la evangelización un rostro de Dios defensor de los oprimidos y de una Iglesia continuadora de la causa de Jesús.

RECURSOS: Una mirada actual al Sermón de Montesino

Los Obispos Dominicanos escribieron un magnífico Mensaje (27.2.2011) que actualiza el sermón de Montesinos. Veamos algunos fragmentos:

“Este Sermón cambió el destino de América, dio inicio a la lucha contra la opresión y el exterminio de los pueblos aborígenes del Nuevo Mundo. Desde entonces, Fray Antón Montesino es símbolo de la defensa de la justicia y de los derechos humanos. La dignidad de la persona humana es lo que está en la base de nuestro Sermón. “Ese profundo estupor respecto al valor y a la dignidad del hombre se llama Evangelio, es decir, Buena Nueva. Se llama también cristianismo” afirmaba Juan Pablo II”.

“Una voz clama en los nuevos desiertos de nuestra República Dominicana y nos pregunta ¿con qué derecho y con qué justicia tenemos a nuestro pueblo en tal cruel y horrible servidumbre?:

• ¿Con qué justicia se mantiene en la insalubridad a poblaciones enteras de nuestros campos que con un poco de ayuda y asistencia técnica harían ellos mismos sus propios sistemas de almacenamiento y distribución del agua potable?

• ¿Con qué justicia permitimos a una inmensa población que viva sin condiciones sanitarias en sus viviendas?

• ¿Con qué derecho se mantiene a una población dominicana, que se estima más de 20% sin declarar?

• ¿Con qué derecho…, podemos permitir que hayan personas analfabetas, sin el derecho a saber leer y escribir?

• ¿Con qué justicia se consiente que nuestros hermanos vivan en casas indignas, construidas en las riveras de ríos y cañadas?

• ¿Con qué justicia se tolera que jóvenes no tengan oportunidad de educación?

• ¿Con qué derecho se permite que niños y niñas deambulen por las calles, sin ningún tipo de protección?

• ¿Con qué justicia se permite que mujeres, niñas y niños sean abusados, maltratados y explotados?

• ¿Con qué derecho permitimos que empresas foráneas realicen sus acciones comerciales sin que se respeten nuestras leyes que protegen la naturaleza?

Hoy también el profeta nos pregunta ¿con qué autoridad hemos hecho estas detestables guerras?:

• ¿Con qué autoridad el Estado propicia que se siga llenando el País de bancas y todo juego de azar?

• ¿Con qué autoridad se permite que se asignen sueldos de lujo, cuando hay tantos salarios de miseria?

• ¿Con qué autoridad se aprueban salarios injustos?

• ¿Con qué autoridad se excarcelan criminales ricos, narcotraficantes y poderosos?

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