viernes, 26 de diciembre de 2014

125 aniversario de la Fundaci'on MSSCC


En estas fechas de NAVIDAD,  cuando se nos revela la bondad y la ternura del Corazón de Dios con la humanidad (cfr. Tito 3,4). A punto de estrenar el AÑO NUEVO, les queremos comunicar que el próximo 17 de Agosto de 2015 celebraremos el 125 aniversario del NACIMIENTO de nuestra Congregación. En la montaña mística de Randa, tan ligada a la herencia del beato Ramon Llull, el P. Joaquim Rosselló i Ferrà soñó unos Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María que fuéramos hombres contemplativos y de celo apostólico para predicar en los pueblos de la isla y más allá.

Todos los que os consideráis amigos nuestros, ayudadnos a dar gracias a Dios que contó con nosotros en sus designios de amor.  En marcha con su Pueblo, a través de una sociedad que sufre “desertificación espiritual”,  nos esforzaremos por ser “oasis de verdor”,  agua que brota del manantial del Corazón de Jesús (cfr. EG 86). 

Al Obispo, nuestro Pastor, y al presbiterio de la Iglesia local, renovamos nuestro compromiso de construir una Iglesia de corazón abierto, como abiertos están en nuestro escudo los corazones de Jesús y su Madre (cfr. EG 47). 

Con los hermanos  religiosos y religiosas, en este Año de la Vida Consagrada, renovaremos la pasión de la primera generación y jamás renunciaremos a la esperanza, cediendo a la tentación de los números y de la eficiencia (cfr. Carta a todos los consagrados, III/3).

Saludamos, finalmente, a todo el pueblo que nos ha sido confiado, y especialmente al laicado que comparte con nosotros ideales, espíritu y misión (cfr. Id. III/1).  Unos como contratados en nuestras obras y muchos otros y otras  de manera voluntaria, también se sienten hijos del P. Joaquim Rosselló.  Vosotros nos exigís, nos enriquecéis y nos potenciáis. El futuro de nuestra Congregación va muy ligado a todos vosotros y vosotras. En la Misión Compartida descubrimos el soplo del Espíritu que nos renueva.


Felices Pascuas de Navidad, 2014.


Delegació de Mallorca MSSCC


NADAL 2014



Germans, alegrem-nos perquè ens ha nascut el Salvador. Donem glòria i alabança al Déu que vingué, que vé i que vendrà.
1.      
1. VINDRA
Tota la nostra vida és un pelegrinatge cap a Déu. Tots nosaltres som criats i porters que esperam l’amo de casa per obrir-li la porta quan torni a l’hora més impensada. Vetlau, no vos despisteu!, és la consigna que ens han donat. És el missatge que la tradició mallorquina ha conservat com un tresor en el cant de la Sibil·la, que acabam d’escoltar. La Sibil·la és un cant d’origen medieval que anuncia el Judici Final no en boca d’un profeta bíblic, sinó d’una dona pagana, la Sibil·la d’Eritrea. Encara que parla un llenguatge evangèlic, és un missatge universal.
“El jorn del judici – parrà qui haurà fet servici”. Parrà pareix que significa: Llavors es veurà, quedarà clar qui haurà estat bon servidor o qui haurà estat un corrupte de l’administració confiada. Jesucrist, Rei, Jutge universal “del cel vindrà per a jutjar i a cada u lo just darà”. “Als mals dirà molt agrament: Anau, maleïts, en el turment! Als bons dirà : ¡Fills meus, veniu ! » I tots, tremolosos, insegurs, sentint-nos pobres pecadors, demanam: « Oh humil Verge ! A vostro Fill vullau pregar », que la Mare de Jesús intercedesqui per nosaltres perquè portem una bona vida i tenguem una bona mort.2. vingu

2. VINGUE
Nadal no és motiu de por, sinó d’alegria perquè Déu té cara d’Infant. S’ha revelat l’amor de Déu, la seva misericòrdia. Déu s’ha fet un de nosaltres, el Pastor s’ ha fet una ovella, Déu omnipotent s’ha fet un Nin dèbil amb les galtes bufarelles. La Mare de Jesús és la nostra mare, tots som de la família de Déu, tots som germans.
3
3. VE
Nadal tendrà sentit si nosaltres sabem reconèixer-lo present avui i aquí. A Déu no l’hem de cercar només a les pàgines arnades de la Bíblia, a les rondalles d’infants. Avui al nostre món, vé el Messies, el Senyor, anem-hi a adorar-lo. M’agradaria acabar amb les paraules d’un franciscà Santiago Agrelo, que és bisbe a Tànger, a la frontera entre Espanya i Àfrica, allà on el betlem es fa més actual:
“La Palabra se hizo carne”:
“La Palabra”, el artífice del universo, la sabiduría que mueve los mundos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, esa Palabra eterna “se hizo carne”, debilidad de debilidad, finitud de finitud, Dios despojado de sí mismo, Dios nacido de mujer, Dios niño, Dios emigrante, Dios escondido, Dios empujado hasta la muerte. 


Esa alegría que se te anuncia para que la comulgues, si la recuerdas nacida en Belén, se llamaba Jesús, y era un niño al que su madre envolvió en pañales y recostó en un pesebre. Esa misma alegría, si la celebras nacida hoy para ti, la llamarás ‘Mi Salvador’, y es el Mesías, es tu Señor.
“Y hemos contemplado su gloria”:

En el niño de María, en la comunidad de los fieles, en los que no tienen el pan de cada día, en hombres, mujeres y niños a los que excluimos de nuestros derechos, en el rostro de los desechados porque no son de los nuestros, en todos ellos reconocemos a la Palabra hecha carne, en todos contemplamos su gloria, y en todos la recibimos con el mismo amor con que la comulgamos en la Eucaristía. 
Hemos nombrado sacramentos de la vulnerabilidad de Dios, en los que vemos brillar el resplandor de su gloria: Un niño, una comunidad, un rostro humano, un pan.
Sólo la fe puede ver que la gloria de Dios se ha hecho huésped discreta de ese niño que contemplas recostado en el forraje de un pesebre. Y el corazón te dice que un día tu fe ha de ver esa gloria romper como un torrente de luz por las heridas de un crucificado. 
Sólo la fe puede ver la gloria de Dios en el cuerpo humilde de la comunidad eclesial. Sólo la fe puede ver en el pan de la eucaristía, fruto humilde de nuestra tierra y del trabajo del hombre, la gloria de Cristo resucitado.

Sólo la fe puede ver en el rostro de los pobres un sacramento de la venida de Cristo a nuestro encuentro. Por la fe podrás decir que “has visto al Señor”, cuando lo hayas abrazado y cuidado en el hambriento, en el sediento, en el abandonado al borde del camino, en el emigrante, en el enfermo, en el encarcelado, en el esclavizado; y si no lo supiese decir tu fe, te lo dirá el Señor cuando él te reciba en la hora en que todo se verá con claridad: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

“Alegrémonos todos”:

Que nadie quede fuera de nuestra alegría, pues es para todos este sacramento de ternura e inocencia, y nadie ha sido excluido de la gracia que el cielo regala a la tierra.
“Alegrémonos todos”: Lo dice nuestra comunidad reunida para la Eucaristía, lo dice en Cristo y con Cristo, lo dice a una voz con todos los que son de Cristo, con los que están cerca y los que están lejos, con los que viven y también con los que en Cristo han muerto. 
“Alegrémonos todos”: No hay vallas que impidan a los pobres la entrada en esta alegría, no hay cuchillas que cierren el camino a quienes buscan la Navidad, no hay leyes de extranjería para quienes llamen con los nudillos de su esperanza a las puertas de nuestra vida.
“Alegrémonos todos”, porque Dios es de todos, y, como documento de entrada en su alegría, todos llevamos la imagen de su Hijo con el sello de su Espíritu. Feliz Navidad. 

Foto> Obra de Just Nicolas

martes, 9 de diciembre de 2014

EL MISTERIO DE MARÍA (CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DE LA INMACULADA Y DESPUÉS DE PARTICIPAR EN UN DRAMA MEDIEVAL DE LA ASUNCIÓN)

1.      “Cristo Nos lleva a María porque no quiere que caminemos sin una madre, y el pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio” (EG, 285). En la homilía de hoy he leído los párrafos que el papa Francisco dedica a Santa María, al final de su exhortación “Evangelii Gaudium”.


“Ella es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús… Ella es la esclavita del Padre… Ella es la amiga siempre atenta… Ella es la del corazón abierto… Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos… Ella es la misionera…” (EG, 286). Yo no sé cómo sentirán estas palabras los amigos y amigas que han dejado nuestra Iglesia Católica. A muchos de ellos, que probablemente antes no se significaban en la comunidad, ahora se proclaman enamorados y enamoradas del mismo Jesucristo. Me pregunto cuáles serán las razones de que hayan tenido que alejarse de la Iglesia que los engendró en la fe. Si ahora no sabrán qué hacer con la figura de María Madre, la que decimos nosotros que mantiene el calor de hogar dentro de la Iglesia católica. Y también me alegro de que ahora los siento más cercanos en la nueva familia de Jesús.

2.      Me llegaban estos pensamientos a la mente cuando anoche venía de la Catedral de Palma de participar en “el Misteri de la Selva”. Un drama medieval sobre la asunción de María. Cuando en adviento empieza la historia de María de Nazaret, y voy pisando la alfombra de hojas otoñales, vengo de celebrar el último misterio glorioso, su coronación en el cielo, de manos de su Hijo, en el coro que describe el Apocalipsis.


El “Misteri de la Selva” (Camp de Tarragona) es una “representació de l’Assumpció de Madona Santa Maria” del siglo XIV. Escrito en un catalán medieval espléndido, cantado sin acompañamiento musical con melodías gregorianas o polifónicas llenas de unción. De la misma época en que los antiguos gremios levantaban la seo de Mallorca a orillas del mediterráneo y el maestro Ramon Llull componía sus versos trovadorescos para cantar el amor divino. Más de un centenar de personajes, la mayoría jóvenes, con sus vestes litúrgicas:  Las casullas rojas y verdes, las albas, las estolas moradas, las capuchas puestas o quitadas, los cirios prendidos, el incensario… escenificaban el icono de todo un Pueblo sacerdotal. Ángeles y apóstoles, santos y coros que entonaban alabanzas, los lavados en la sangre del Cordero.


      3.  “Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño… Ella es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia… Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización” (EG, 288).


Nuestra Señora (“Nostra Dona”, María) llena de dulzura, muere de añoranza de su Hijo, con la autoridad de matriarca en la primera comunidad apostólica. Dialogando con el ángel, recibiendo en su mano la palma bajada del cielo (“el ram polit”), durmiéndose serenamente en el lecho que será llevado en procesión, su delicado despertar en brazos de Jesús. No me sentí cómodo del todo con el festejo de su coronación, en el paso de madre a reina proclamada. Ocupando su sitio a la derecha del Hijo, con la corona real en la frente, distinguida y un poco distante. Tal vez será por esto que la obra acaba con una proclama real que ella hace a todo el pueblo, prometiendo su constante protección. Hierática, como las imágenes de los presbiterios románicos y góticos. Pero todos nos sentimos arropados  en la misma comunión de los santos pidiéndole a la “Marededéu i mare nostra” refugio y refrigerio (“algun refreschament”) para el camino.
 


Una buena celebración del misterio de María, desde el anverso y el reverso, desde la íntima experiencia inicial de su fe (anunciación) que no podemos penetrar, hasta la resurrección y la exaltación (glorificación en la comunión de los santos) que nos atrevemos a esperar.