miércoles, 1 de octubre de 2014

HA MUERTO VALE, QUE DESCANSE EN DIOS







Anoche recibí la noticia que venía esperando hace muchos días de la muerte de José Celestino Mercado, en República Dominicana, a quien todos llamábamos “el Vale”.  

Era uno de los grandes patriarcas de Jacagua, como el viejo Abraham. Natural de Los Higos, yo lo conocí en 1975, cuando me hicieron pastor de la parroquia de Fátima (El Ejido) en Santiago de los Caballeros. Formaba parte de un grupo de hombres de fe, recios  como caóbanas, con sus mujeres a la sombra animando y empujando siempre. Junto a su esposa Mery, con don Tinto (el que iba alante), y Otilia, con Cuco y Socorro, Rafael y Brígida... y otros varios y varias. También hubo una mujer en ese primer grupo de hombres de pelo en pecho: doña Tatica y su esposo Chicho,que fue asesinado por su falta de  miedo y su sentido de responsabilidad.



Luego se añadieron más, que continuaron llevando su espíritu. Se formaron en los cursos de catequesis de Pontón y en aquellas inolvidables reuniones de Presidentes de Asamblea y de Promotores del Movimiento para el Desarrollo de la Montaña.

Vale me consideraba un padre, y él era más que un hermano para mí. De corazón muy sentimental, tenía la lagrimita fácil, y decía que amigo es el que ha comido con nosotros un cajón de sal, en las duras y en las maduras.



Gran padre de familia, y sino escuchen el testimonio que dan en estos días sus 5 hijos y numerosos nietos. Él se responsabilizaba y sufría por todos ellos, de tal modo que a veces le escondían los problemas para que no padeciera tanto su corazón. Hombre alegre, de grandes carcajadas, alegraba la vida.

Hombre de Iglesia, estaba orgulloso de tener una hija monja. Sumamente tímido, no buscaba protagonismos, le gustaba más estar en segunda fila. Le costaba hablar en público y metía muchas eses extraviadas, como los campesinos, pero nunca rehuyó las responsabilidades. Siempre lo encontrabas en los lugares difíciles y oscuros, como el Níspero, el Pley o la Búcara o en las campañas que se hacían... Nadie le pagará todo lo que hizo por las comunidades de la loma.

Hombre de comunidad de base, sujeto de la teología de la liberación, respiraba la espiritualidad de liberación campesina. Fue el alma de la cooperativa, del camión comunitario, de la defensa de la loma . Bajó a vivir en Gurabo, de cara a la loma, pero su corazón quedó sembrado en el campo. Me encantam sus última palabras que ha recogido su hija Belkys: “cuando está más oscuro es que va a amanecer”.



Tuvo que convivir con una dolorosa enfermedad al final de sus días, que seguramente lo debió purificar mucho. Yo no estaba cerca, pero lo tenía muy presente. Desde aquí lo saludo y no lo despido. Envío un abrazo y un beso de consolación para todos sus hijos e hijas: Lucía, Belkys, Chacho, Rudy, Fátima, mi ahijado Jaime. A todos sus nietos y nietas. Estoy seguro de que ahora lo vamos a tener más cerca. Que intercederá por todos nosotros. Descansa en paz. Hasta pronto, Vale.