miércoles, 19 de diciembre de 2012

LOS PROFETAS de M. Avilés Blonda (5)


5 JONÁS, YO QUIERO HUIR DE TU PALABRA

5. 1 "Vuelva al agua el agua"

La criatura agua es omnipresente en el poeta, con diversos registros.
Relacionada con el útero y la entrada como en "San Juan Bautista" y "Débora". El agua fecunda que debemos guardar "en suave barriga dulce" para que florezca la Gracia y seamos pozo del que podamos beber (cfr. Débora, 24-25).
El recuerdo de la unción de Jeremías: "Fui consagrado desde antes del agua de mi tibio reposo" y al que será necesario volver si perdemos la identidad (cfr. Jeremías, ps. 48. 51).
La vocación en Ezequiel: "Fue junto al agua el llamado, fue junto al río" (p. 56). .
El agua benéfica en sus diversas formas: "Viva el agua del cielo / y el agua de la tierra
y el agua de la Mar / salada por la tierra" (p. 23).

Pero está también el agua de Jonás, capaz de convertirse en enemiga, obedeciendo a un designio superior:
"Yo quiero huir de tu palabra que me quema,
aunque sé que agregaría nuevas provincias para Ti
después de salir del vientre de lo húmedo y lo oscuro...
Tu orden de levantarme me dejó en la comodidad de lecho de la Madre-Agua
en la paz del ciego y en la sombra del mundo".

Jeremías había sentido "una blandura de huesos / y poca arena todavía en mi húmedo crecer de madre" (48). Jonás no se decide a dejarse moldear entre el agua y la arcilla.

"Vuelva al agua el agua que es ya tierra.
Y el agua calmará su gran furor
porque de agua y de fuego y de viento me hicieron
para agregar pueblos y llevar el alivio del sonido,
para dar testimonio de Tu Soplo...

            Vuelva al agua el agua
y se quede en la playa hecha arena o caracol
con su poco de tierra y de arena
y suene en el oído de la playa
dulce y rumorosa su canción".

Volver al agua es volver al seno materno, es volver a la obediencia divina, cumplir con nuestra parte en la sinfonía de la creación.

5. 2 El juego de la voltereta

A veces es necesario dejarse tragar por "la gran boca, la garganta oscura, ese grueso túnel". Si levantamos un clamor puro -entre las algas de sombras y los peces eléctricos- hasta podremos encender "ese fuego de la Gracia en la barriga dura del Castigo".

A veces rezamos: "¿Por qué me oprimes?
¿Por qué la gran sombra salida en fuerte agua?
¿Por qué el aire con yodo en mi clamor?
¿Por qué afrentarme en mi huida hacia el descanso séptimo?"

Nosotros, como Jonás, el anti-profeta, tenemos "mucha prisa en la escapada".
"Y, ¿otra vez, Señor, tu voltereta?".
A mí esta frase me recuerda aquel famoso texto de Amós 3 cuando habla de la indestructible intimidad de Dios con el profeta, al que ha escogido, citado, cazado en la trampa, jugado con él y volteado como un cachorrito con su presa. 
Si el Señor nos poda, desea que demos más fruto. Si juega con nosotros, es que nos ama. Si huimos, nos espera como al pródigo.
Pintura de Cándido Bidó

viernes, 14 de diciembre de 2012

LOS PROFETAS de M. Avilés Blonda (4)



4 JEREMÍAS, SIGNADO POR EL FUEGO

4. 1 "Igual que una mujer traiciona a su amante" 3, 20

El poeta empieza definiendo al pueblo con la vigorosa imagen conyugal de Jeremías. Una nación "como hembra veleidosa, de lúbricas caderas", adultera con "el travieso amante de un minuto". Pueblo Puto que se olvida "del calor donde creció su fuerza".

4. 2 "Antes de formarte en el vientre te escogí" 1, 5

Es la vocación totalmente gratuita, antes de todo merecimiento (5 veces repetido en el poema).
"Y así, yo, hijo de Helcías,
uno más entre tantos sacerdotes,
recibí la palabra
antes de hacerme lengua,
antes de hacerme boca y cavidad sonora,
antes de ser cuerpo, garganta,
sólo semilla ajustada al surco de un buen vientre.
Pero era consagrado para palabra dura
como piedra tirada con malicia...
Fuí consagrado desde antes del agua de mi tibio reposo
desde antes de la semilla en el surco del vientre:
Lengua dura e hiriente de verdad... "
El profeta teme. "Tal vez poca fe en la palabra seca del padre" que le puso el nombre teofórico "Yahvé ha establecido" (yirmeyahu).

"Y me pasaron palabras a mi boca.
Me dejaron caer rocío a mi tierno torso
y me sentí Varón de la Palabra...
Me sentí espiga denunciadora y ardorosa,
vara de almendro agitada,
fustigadora fusta, foete,
látigo de esperanza y corazón... "

La difícil misión profética. "La Palabra que pesaba sobre mí como piedra ardorosa. / Contra viento, mareas, cambiar de lunas y de dunas... "
"Todo el que mira lejos resulta siempre sospechoso.
Resulta con incógnitas grandes el que mira la suerte,
resulta con oscuros misterios quien señala el color verdadero de las cosas,
resulta gran poeta o sospechoso... "
Es la crisis del profeta/poeta que fracasa.

4. 3 "Si vuelves" 15, 19

Dios no retira, sino que reitera sus exigencias: "Si vuelves, te haré volver y estar a mi servicio, si apartas el metal de la escoria, serás mi boca" Jr 15, 19. El Señor le pide una segunda con-versión más madura. El poeta habla de volver a nacer.
"Por entones pensé que todo pasa
si el corazón corta amarras y se hace niño nuevo
y juega con la Roca como piedra niñera,
como tronco de niño,
como juguete viejo que brinca muchos aires,
como ansia de volar entre las nubes,
si sabe esperar que la piedra se haga agua,
se haga niño de nuevo
y sepa volver al vientre de la joven,
sepa encontrar su ombligo necesario
y sepa renacer" (51).

Volver al "roqueño Padre, nutritivo, / apagador de sed de largo y seco viaje, / la ardorosa piedra-manantial" de su juventud.
"Él me dio estos hijos / a mí, que fui soltero siempre, / a mí, que no conocí mujer... Abrigué siempre calor en mi corazón circuncidado... "

Grita con brío como se cumple "la Promesa de quien dice Yo Soy", el estallido teilhardiano de la evolución universal: Se hace el todo que respira, la justicia por encima de la ley, la pura equidad más allá de los pequeños reglamentos y las pequeñas normas. "Se hace todo más grande con el crecer de tierras, / con el crecer del amor, del sacrificio, / los granos para muchos, el florido sarmiento y la ternura, / se hace más grande con las grandes crecidas de los ríos... "

"Todo el que mira lejos resulta siempre sospechoso", repito. Dice Alonso Schökel: "Como su rollo, Jeremías es `el profeta quemado´. Tras una etapa de ilusión y gozo en su ministerio, sucede la resistencia pasiva del pueblo y activa y creciente de sus rivales... En su actuación va fracasando paso a paso, hasta desaparecer en tierra ajena. Algunos hablan de `la pasión de Jeremías´.
 Avilés dibuja un Jeremías como "cántaro roto de palabra, vasija vidriada, estrellada". Sentado desde entonces en el dintel del templo, no apaga su voz. Busca compañeros: "Oh, mi Baruc, tú, amado Baruc, compañero y hermano", ¿serán Virgilio Díaz y Aida, sus amigos poetas? ¿Seremos nosotros, lectores y lectoras?. 

Pintura: Crucificado de Cándido Bidó

domingo, 9 de diciembre de 2012

LOS PROFETAS de M. Avilés Blonda (3)


3 ISAÍAS O LA PEQUEÑA ESPERANZA

3. 1 Declaración de identidad

¿Qué es el profeta? El poeta responde en una cuidada letanía que se esmera en definir la más profunda identidad:
"Vidente, portavoz, lleva voz. / Estandarte del sonido, / Boca del Grande, / mensajero sin alas de Lo Quieto, / afirmador de la Fuerte Presencia Terrestre, / presentador de la vida sin trabas... "
Isaías es "dura presencia entre ladrillos y polvos... / Duro testigo. Dura carga. Testamento duro".
En el Israel del siglo VIII a. C. como en la República Dominicana de hoy ("una tierra que aún discuten los ángeles, / las balas, los árboles, la lluvia escasa... . / las hojas pocas", "pocas, en estas tierras sin otoño, / de perpetuas cigarras, de luz fuerte", en esta tierra sin primavera), "los múltiples granos de arena / contados por las pulsaciones de unos hombres sin lágrimas. / Sequedad solamente. Piel con luz de sudor". ¡DESIERTO!
Sospecho que el poeta denuncia el entorno de Isaías, mundo de gente ambigua ("de indefinible sexo, su neutralidad, su no tener ombligo, su carecer de madre").
"¿Y qué de Serafines, qué de Arcángeles, Dominaciones,
qué de Potestades y Potencias, qué de Cabezas de Niños
sin hombros, de alitas amarillas en estampas,
qué de Caridad, Esperanza y Fe,
-nombres ahora fuertes de mujeres-,
qué de letras hebreas,
leídas, salmodiadas, de derecha a izquierda en las tablillas,
en la oración monótona y solemne?"

Isaías está bien definido. "Oráculo del Santo de Israel-. / Voz de lija, sin pretensiones de manjar, / de miel, de azucarados higos, / voz de cortante hacha, de piedra casi, / como la de todo desbrozador, / o abridor de caminos y de frentes, / desnucador de corazones / que tropieza con algo sin florecer... " Luchador contra la fuerte vanidad del poderoso. Contra el prevaricador, el que se esconde en la sombra, el quemador de incienso corrompido.
El país "entre repletos ejércitos de metales y piedra". "Llegaban los hombres vestidos de metal", en pié de guerra, a pié de máquina, en plan de acelerada reproducción.
"Se moría entonces entre ladrillos / de una manera distraída... / Se moría entonces de un querer morir en un país / que debió ser cobija recia y cómoda hecha con plumas de los ángeles".

3. 2 El cáncer

El profeta se atreve, entonces, a enfrentar el cáncer que es como el pecado original:
"Crecía carcomiendo la Gracia
un terrible cangrejo
que devoraba viudas desde adentro,
que corrompía los huérfanos,
que compraba perdones,
que pagaba lamentos oficiales,
que recibía dinero por cubrir afrentas:
Oro, por el olvido,
plata, por la ceguera aparente,
incienso, por el no notar la falta,
mirra, por la seguridad,
alcanfor, por no revelar las desvestiduras del sexo,
áloe, por dejar de esperar a la Esperanza.
Exoneraciones por cerrar los párpados
y dejar quieta y oscura la pupila".

3. 3 Los ojos dobles y profundos

Porque Isaías "desde muy atrás de este fuego", "elegido antes del tizón ardiente", gozaba -"por la Gracia del Grande"- del futuro verde, del cromatismo completo. Penetraba "atrás de la montaña" ("donde no llega la vista del pastor, / donde no llega el olor del requesón"). Descubría la pequeña vida que se mueve, crece y perfuma, rica y a la vez amarga.
El profeta ve "con ojos dobles y profundos, completamente otros"... un signo divino.
"Nata y miel para el Niño, alimentos de penas y de nómadas" para la travesía del desierto. " Esperanza de volver a la vida después de la Gran Sombra..., esperanza de un día hacerse tierra carne hueso piedra, la Justicia". "Solamente pan y vino por ahora, saboreo" (sacramento en la fe). Pronto, "roca para edificar" (la vida personal y las estructuras sociales, el reino).

En ti, profeta, "quedó un pequeño eco suave y un gemido pequeño", "ese Niño de Aguardo". El exorcismo de los años del Imperio, de la dictadura, de los años oscuros, del trópico de Cáncer. La entonación de la doxología perpetua porque tú -"afirmador de la Fuerte Presencia Terrestre", no lo olvidemos"-
"sabías que crecería la carne duradera
y el apacible bosque de la gracia y el agua
y que el canto del Santo sería el canto del mundo.
Porque santos son todos los hombres
y Santas son todas las mujeres
y Santa es la tierra que pisamos
y Santo es el cuerpo que crecemos,
donde crece la Vida y la palabra,
y Santa es la Tierra donde crece el Trigo,
y Santa es esta Tierra donde existe el abrazo verdadero". 

Foto: Maternidad de Cándido Bidó

lunes, 3 de diciembre de 2012

LOS PROFETAS de M. Avilés Blonda (II)


2. DÉBORA O LA MATERNIDAD PROFÉTICA

Débora, "la poetisa y juez se adelanta conociendo el futuro y la función de los profetas venideros. Del texto bíblico, Avilés toma su matrimonio con Lappidad, el cargo, la traducción de su nombre (=Abeja) y los cuarenta años de paz, pero en lugar del canto de victoria, se adentra en la problemática de la mujer que se levantó `tal como una madre en Israel´ para sumergirse en la maternidad frustrada" (122-123). Una mujer sentada a la Sombra de una pequeña Palmera del desierto, como sacerdotisa que rinde culto al Sol. Desentrañemos los símbolos creados por el poeta:

 2. 1 Mujer
que entona un canto a sí misma: "yo sola entre letras machacadas, / entre palabras dichas, / yo sola entre tantos hombres de barbas, / de vellos muchos en los torsos, / hombres dispuestos al fuego o a la espada. "
(La imagen recurrente del vello indica la dureza de la hombría. En Elías, "varón de vellos, muchos. Ceñido cinturón de cuero" (36). En Amós, llamado desde su adolescencia, "aún con el vello creciéndome en el pubis y en mi pecho; con mi picazón, mi escozor por el crecer del vello" (69).

 2. 2 Madre
"Yo la única entre todos con matriz, útero y canto".
Mujer todavía estéril, "matriz seca de arena", "vientre de arena y vidrio", pero "útero con sentencias". Húmeda y abierta, preparada: "y yo soy el agua que alimenta la Palmera de Sombra / porque soy el agua desde siempre / y la aguardo en mi vientre, / en suave barriga dulce, / como agua madre para el canto de la Gracia".
 (El tema recurrente del agua madre de vida, del agua nutricia en todas las vocaciones de Avilés Blonda: En las biografías de Jonás y Jeremías que veremos después. En Elías, "Te elegí antes del agua del vientre y del ombligo" (39). En Ezequiel "Fue junto al agua el llamado, / fue junto al río que la mano se posó / con viento huracanado, / con apretados nubarrones... " (56). En Nahum, "Yo, nacido junto al pozo, / junto al agua fresca que sube con el cubo / del centro de la tierra" (77)).
Mujer enamorada que sabe guardar el calor de la Palabra, como guarda en los huesos, en los tuétanos, el calor del abrazo de Lappidad, su esposo; como aguarda el beso fecundador de Dios: "¡Espero que amanezca y me beses / sin prisa en la mañana!"

2. 3 Servidora de la Justicia
La Palmera, hija del Sol y madre de la Sombra: "¡Buenos días, Sol! ¿Sigues caliente?... ¡No te ocultes". Es un Sol de Justicia, y Débora "administrando justicia en el nombre del Grande, / impartiendo sabia justicia a la sombra de mi Majestad y mi Palmera". Dios, "Tú eres el agua fina. / La ternura en el Viento. / La Justicia en el oído". "Yo escogida entre todos sin ser virgen / para aguardar la llegada del Silbido / que previene, Yo antigua desde entonces / bajo una triste palma, / bajo una corta sombra de esa Palma / que protege la Espera". "Yo soy Madre y espero... / (La sombra de la Palmera se me acorta). / ¡Tengo Sed!... Yo sola, / Yo espero, / tengo mi vientre abierto / a la codicia del Grande... / Soy de útero abierto, Soy de entrada. / Soy la Matriz del Tiempo y la Esperanza. ¡Buenas noches a todos! / (¡Ya amanece!)".

Débora pre-anuncia el día mesiánico ("después del agua caída / después que sacudió su cabellera el Mundo") brilla el Sol de Justicia y resplandece la Majestad encarnada. "Y yo soy desde entonces / Pozo. / Agua. / Dulce. / Abeja". Como Pozo para el pueblo, "tal como una madre para Israel". Magnífica re-lectura femenina de lo que es un profeta.
Cuadro de Fabio Domínguez

sábado, 1 de diciembre de 2012

LOS PROFETAS (de M. Avilés Blonda) I



 MÁXIMO AVILÉS BLONDA
 Ahora que estoy impartiendo un curso a seminaristas sobre los profetas. En este sábado que inaugura el tiempo de Adviento, y volvemos a abrir las páginas de los Nebiim que anunciar
on la esperanza y el mesías a través de los siglos. Me animo a repasar un librito que guardo como una joya: Los Profetas, del poeta dominicano Máximo Avilés Blonda (Santo Domingo, 1931-1988). Perteneciente a la Generación del 48 (dominicanos nacidos entre 1924 y 1938, que publican por primera vez en 1948).

"Tienen conciencia histórica de su tiempo... Esta poesía, aunque entroncada con nuestra realidad, es al mismo tiempo onírica, consciente y culta, en constante búsqueda de lo humano; poesía en movimiento, que va de lo particular a lo colectivo, de lo íntimo al mundo exterior, con una visión optimista, totalizadora y trascendente del hombre... Poesía de testimonio, esencialmente política... Ni poesía dominicana a lo dominicano, ni poesía con el hombre universal, sino poesía con lo dominicano universal" (L. Hernández Rueda). Avilés "es un poeta culto que requiere en más de una ocasión ciertas anotaciones. Este requisito se acentúa más aún en el caso actual, poesía de hálito religioso que acude a textos tan trabajados y polémicos como los bíblicos". Con él nos "sumergimos en un universo poético dominicano... Los profetas necesitan un lector que pueda interpretarlo, que comprenda el deslizamiento vertical y horizontal hacia un contexto cultural abierto y a la vez cerrado, enigmático y polémico" (Mª. del C. Prodoscimi).
El libro tiene muchas lecturas posibles, y aquí intentamos una lectura religiosa y literaria a la vez que ya demostró su capacidad de fascinación y de sugerencia.

Bibliografía: Avilés Blonda, M., Los Profetas. Biblioteca Nacional. Santo Domingo, 1987; con el estudio de Prosdocimi de Rivera, Mª. del C., "Los profetas: Un ensayo de lectura", ps. 94-134; Rosario Candelier, B., “La sensibilidad de Máximo Avilés Blonda” en La búsqueda de lo absoluto. El aliento interiorista en las letras dominicanas. Ateneo Insular. Moca, 1997, ps. 119-122.

Introducción: Creo en los Profetas

"Creo que es válido hablar en nuestros días del fenómeno profético porque estos hombres, raros para su tiempo, fueron duros críticos sociales de su realidad, realidad repetida, por desgracia, todavía en muchos puntos de esta rodante bola que pisamos. Y fueron también seguros creyentes en un cambio posible y necesario. Tuvieron todos la esperanza de una posibilidad de trastocar la agria y sazonadora sal en amarillo oro alimenticio de hombres y de pueblos con hambre.
Sigo creyendo en la dificultad de que en este Año de la Gracia de 1978, y en la República Dominicana..., alguien tenga fe en el profetismo... como canto a un esperar seguro, optimista a la llegada de una realidad material, tangible, cierta, no sueño sino cuerpo, carne, huesos que cantan de segura alegría.
Yo creo en el profetismo en tanto los profetas fueron poetas ungidos. Muchos de ellos, dentro del vientre de sus madres recibieron el Llamado. Y creo que fueron grandes y duros poetas en el sentido en que los griegos llamaron a los poetas vates, es decir, el que vaticina o predice el futuro. Fueron poetas, en fin, que tuvieron un gran sentido de la Historia en los tres tiempos del verbo ser.
Pero sobre todo, creo en los profetas y en su vigencia actual porque ellos criticaron la repetición asquerosa de muchos males: La corrupción en todos sus órdenes, el soborno, el cohecho, la prevaricación, el peculado, la compra y venta de los jueces, el solo aprecio de las cosas que se pesan, se cuentan y se miden, las pompas y ostentaciones, el falso y ambicioso mesianismo, que puede conducir como ciegos borregos al despeñadero a una comunidad miedosa, silente.
Creo en los profetas porque supieron combatir a los nacientes y prepotentes imperios de su hora. Combate vigente y necesario todavía...
Creo en los profetas porque no hay incompatibilidad entre fe, gracia y militancia y trabajo para la búsqueda de una luz nueva, esplendorosa y grácil.
Pero también creo en los profetas porque creo que por ellos habló el Señor y Dador de vida, el purificador con el fuego que cura y que no quema del cual habla el Credo de Nicea: La paloma que trae una dulce guerra aparente al espíritu pero que al final es paz, calma, equilibrio y agua salvadora... .
Yo, hoy, en 1978, todavía tengo la audacia de creer”.
(Fragmento del Discurso de Aceptación del Premio Nacional de Poesía "Salomé Ureña de Henríquez" 1977, pronunciado el 30 Abril 1978)