viernes, 22 de diciembre de 2017

El modelo de los profetas: Oyente y predicador de la Palabra

Leyendo la Biblia con el P. Joaquim Rosselló (3)


El miércoles 20 de diciembre nos reunimos un grupo de congregantes y laicos en el monestir de Sant Bernat de La Real, donde nuestro Fundador acabó sus días en 1909.

D. Llorenç Riber, antiguo blauet que lo trató personalmente y llegó a académico de la Lengua, escribió en la prensa: “En el sigilo del confesonario nutrió largamente con la manteca y la miel de sus consejos y de su doctrina una larga generación de cristianos, que por él aprendieron a reprobar el mal, a elegir el bien; ¡Misionero! Su lengua era más penetrante que una espada de dos filos, y rajaba los cedros, y penetraba en la división del alma. Quien esto escribe, recuerda todavía, con una sensación casi física la terrible eficacia de su palabra, cuasi apocalíptica que fulguraba como una hoja de acero frío, y suscitaba sobre las carnes el espeluzno, y las sujetaba a los mandamientos con el clavo del temor de Dios” 
   
Y esto que no era hombre dado al profetismo fácil. Como signos de la Providencia interpreta los preanuncios del Hermano jesuita Gregorio Trigueros, S.J. (su “ayo espiritual”) que le aseguró que sería un Misionero de los Sagrados Corazones, congregación desconocida en el momento. No los llama “profecías” que marquen sus decisiones, pero los incorpora como signos de la intervención de Dios en su vida y caracterizan la misión que Dios le ha confiado. 
La re-lectura de los profetas, como hará D. Llorenç Riber más tarde de la figura del P. Rosselló, le ayuda a releer su experiencia espiritual:

1.  Oseas : “Estamos en la época de Oseas”

El  Fundador escoge un texto de Oseas como principio tan básico que lo pone en la Introducción a las primeras Reglas: “Como en todos los siglos, mayormente en el que atravesamos, casi todos los hombres se desviven y estimulan mutuamente a contraer y estrechar relaciones con toda clase de personas (...) La divina Providencia (...) ha dispuesto en estos azarosos tiempos promover una Congregación de sacerdotes cuyo objeto fuese, primeramente formar su espíritu en la soledad en donde según Oseas Dios se comunica al alma (cf. Os 2,16); para después procurar en cuanto les fuese posible (...), la conversión (...): haciéndoles entrar de nuevo en el trato y comunicación con su Divina Majestad...”[1].

¿Hay un tema más actual que éste: ¡cómo la gente se “desvive y estimula” por “contraer y estrechar relaciones con toda clase de personas”!? Hay que tener en cuenta que, desde la mentalidad ascética decimonónica, esto es juzgado como expresión de pecado e idolatría. Por esto responde a la necesidad de aquellos “azarosos tiempos” promoviendo una Congregación basada en la espiritualidad de la Alianza: Volver al primer enamoramiento, en el desierto de la íntima comunicación con Dios (Esposo amado e injuriado). Pero no solo con Dios, sino que Oseas expresa con su imagen escabrosa y rompedora los pactos políticos, las relaciones sociales, el culto sincero... La intuición del P. Joaquim, al citar a Oseas, centra la espiritualidad de los Sagrados Corazones en la Alianza, tema nuclear del Antiguo y Nuevo Testamento. La gente se desvive por comunicarse, ayudémosle a vivir la verdadera relación expresada en la nueva Relación de los Corazones de Jesús y de María.

2.   Jonás: Colaboramos en la “obra de Dios, no mía”

La “novelita” de Jonás, el anti-profeta le sirve para volver a situarse en la espiritualidad de los patriarcas. “Dejemos hacer a Dios”. Tengamos confianza en que Él conduce nuestros pasos, a pesar de nuestras resistencias, y nos escoge como colaboradores en su obra salvadora...

Jonás tiene otro mensaje, ligado a la misericordia sin límites, que lo convierte en una “cuña en medio del Antiguo Testamento”. También los paganos y los opresores son llamados a la salvación. El P. Joaquim no desarrolla esta vertiente, pero es el contexto donde bebe su re-lectura profética.    

3. El ejemplo de los santos apóstoles y profetas

Nos ha llegado un pequeño apunte que usaba en el sermón de introducción a las misiones populares: “Yo no soy Isaías, ni Jeremías ni ninguno de los profetas. Puedo decir con San Pablo: “Nadie más pecador que yo...” Sin embargo, analizando la realidad de nuestros días... hace mucho que rogaba al Señor poder retirarme al desierto... Lo había alcanzado, pero Dios, por boca del que está en su lugar..., me obliga a bajar diciéndome: “No tengas miedo”.

En la línea de Amós, hace profesión de humildad: “Yo no soy profeta ni hijo de profeta” (Am 7,14). O en la determinación de Juan Bautista (cf Jn 1,21-23), que tiene muy clara su identidad: “Soy la voz del que grita en el desierto”.  

Pero el Fundador practica el análisis de la realidad, que recoge el clamor del pueblo y pro-voca la re-acción de Yavé (en catalán: el que ya viene a liberar). Siempre dispuesto a cantar las penas de amor de Dios con su pueblo (en la parábola de la viña, su predilecta, Is 5), a llorar la desgracia del pueblo (como Jeremías), a renunciar a la soledad del Tabor para bajar a anunciar la Buena Noticia (siempre que Dios se lo pida). La espiritualidad de los Sagrados Corazones será actual mientras haya corazones (y no olvidemos que todos los corazones son sagrados) que sufran (sean traspasados).

El P. Joaquim se fija en dos grandes medios proféticos: El testimonio de vida de los profetas (que llama con terminología paulina “buen aroma de Cristo” y “buen ejemplo” de la tradición ascética) y la predicación popular de la Palabra que busca la conversión del corazón (compromiso carismático que recomienda vivamente o su “huesos se removerán en la tumba”).

4.  En el período de renovación después del concilio Vaticano II (1965),

esto se reinterpreta a la luz de Amós 3,8 (“Ruge el león, quién no teme? Habla el Señor, ¿quién no profetiza?”). Se combina la escucha, el anuncio de la Palabra y el servicio a los pobres (no es un Dios que habla, ¡ruge ante la injusticia!). Después de Medellín (1968), se resalta la opción por los pobres (teología de la liberación). “En la oración reconocemos la acción de Dios en la historia, y toda nuestra vida es solidaria con los hermanos, sobre todo con los pobres y con los que sufren”[2].

“La misión profética es un elemento fundamental de nuestro carisma. Por el profetismo, don del Espíritu, interpretamos continuamente los signos de los tiempos y juzgamos los problemas actuales a la luz de Cristo. Nos otorga la fuerza de predicar la palabra con total libertad”[3]

En el desarrollo de la teología de comunión, su “Congregación de sacerdotes” se interpreta como una misión compartida con el laicado (1990) y la formación de una Familia Sacricordiana (2015) que sea "competente socorro donde la vida reclama”.

Una re-lectura profética que exige ser actualitzada permanentemente para no perder la eficacia. Las fotografías con que ilustramos este post dan testimonio de como intentamos actualizar esta re-lectura del Fundador en tres continentes.



[1] Introducción a Reglas 90.
[2] Reglas, 57
[3] Reglas, 72. La “parresía” de la primera comunidad.







miércoles, 6 de diciembre de 2017

Una experiencia de Dios como la de Moisés: El desierto, el nombre y el fuego


Leyendo la Biblia con el P. Joaquim Rosselló (2)


En el post anterior vimos cómo era fundamental la re-lectura de la fe abrahámica para el itinerario espiritual del Fundador, que él expresa en esta frase: “Dejar hacer a Dios”.
Hoy revisaremos la re-lectura del éxodo, que podemos llamar fundante. Para ello hay que saber conjugar la experiencia espiritual que hizo el fundador (“patriarca de nuestra fe” y “servidor de la Palabra”), resituar el tema en el contexto histórico del s. XIX y ver cómo ha evolucionado en el Vaticano II, entre la vuelta a los orígenes y la respuesta a los signos de los tiempos.

      1.       La montaña de Sinaí o Randa

Moisés tuvo su experiencia espiritual en la montaña del Sinaí, en una zarza ardiente, y escuchó el Nombre de Dios que lo mandaba a liberar a su pueblo. Así el P. Joaquim desde joven sintió la llamada del desierto, que durante muchos años identifica con la búsqueda de Dios en la soledad: “Es gracia especialísima la que Dios concede a un alma, al llamarla a la soledad y al retiro”[1].
Para ser fiel al llamado divino, y después de muchas peripecias, se retira a la montaña de Randa que en la historia mallorquina tiene el nimbo de montaña mística, por su larga tradición anacoreta, desde el gran beato Ramon Llull, el caballero Arnau Desbrull, el beato Francesc Palau[2] y el largo rosario de ermitaños y buscadores de Dios, más o menos innominados, hasta el día de hoy[3].

Allá estuvo “solo con Dios solo”, “nunca estoy menos solo que cuando estoy solo”. Allá encontró la fuente donde apagar su “sed de amor”. El misterio del grano de trigo que se transforma al servicio de un nuevo Proyecto de Dios.
Para el P. Joaquim fue un enamoramiento en el marco de la tradición de la Alianza: “Como en todos los siglos, mayormente en el que atravesamos, casi todos los hombres se desviven y estimulan mutuamente a contraer y estrechar relaciones con toda clase de personas, que a todo conducen menos al trato y comunicación con Dios" [4].
Por magia del obispo Jacinto Mª Cervera y del P. Joaquim, el “desierto de Randa” se convertía en el “monte Tabor”, lugar del encuentro y de la transfiguración. Pero para ello no podía  olvidarse la espiritualidad abrahámica: Hay que superar incluso el desierto que se ha imaginado, fabricarse un “desierto de bolsillo”[5]. Y hay que estar abierto a los signos de los tiempos, que nos harán identificar qué es el desierto en cada época y lugar.

2. La revelación del Fuego que arde sin consumirse

Allá contempló el Amor divino que ardía en los SS Corazones (“focos de ardiente caridad”[6], fuego sagrado, que ardes incesantemente en los SS. Corazones sin consumirse jamás[7]). La aureola de fuego que rodea estos símbolos del Amor de Dios a la Humanidad y a la Iglesia no son simplemente un elemento barroco. Recoge la significación del fuego en las religiones y especialmente en la biblia[8].
¿Qué es este Fuego de Dios? Encontramos diversas relecturas en la tradición de la Iglesia, y podemos decir que la nuestra está cerca de san Ambrosio: “El Señor mismo es como un fuego: “La zarza estaba ardiendo pero no se consumía”. El fuego del Señor es luz eterna; en este fuego se encienden las lámparas de los fieles: “Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas”. Porque los días de esta vida todavía son noche oscura y es necesaria la lámpara. Este fuego es el que, según el testimonio de los discípulos de Emaús, encendió el mismo Señor en sus corazones: “No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”[9]
Según el P. Joaquim se identifica con la misión apostólica en vistas a “rehacer” y “reencender” el corazón desenamorado, cuando el frío lo invade todo.

3. El Nombre de Dios y la misión

Podemos decir que en la montaña de Randa se le reveló el Nombre de Dios. Todos los pueblos atribuían gran importancia al nombre de la divinidad que se nos revela sin dejar de ser inasequible.
El P. Joaquim lo llama Divina Providencia, Divina Majestad y Sagrados Corazones. Vocación y misión que expresa en el nombre de Misioneros de los Sagrados Corazones: “ése y no otro, recogía la Providencia amorosa  que había dirigido su vida en el pasado y señalaría con fuerza la futura proyección misionera de la Congregación“[10]. Los SSCC como “centro de la caridad” y “foco del amor más puro”. “Que todos seamos un fuego y que desde este monte lo vayamos extendiendo...”[11] .

Las Reglas MSSCC dedican su cap. IV a actualizar la “espiritualidad del desierto”: “Porque Dios nos ama, nos atrae, nos lleva al desierto y nos habla al corazón”. Es “la experiencia de un encuentro personal con Dios que nos santifica, pasándonos de la esclavitud a la libertad, y nos constituye Comunidad en favor de todos los pueblos”. Y encuadran nuestra experiencia del Espíritu en este contexto bíblico: “Conforme a la experiencia de Israel, de Jesús y de San Pablo en la Biblia, de Ramon Llull   y de nuestro Fundador en el monte de Randa”. “La experiencia del desierto es fundamental en toda nuestra vida, y la profundizamos y actualizamos cada día más”. Se vive de “un modo particularmente intenso” en el noviciado y en la preparación de los votos perpetuos . Periódicamente en el retiro mensual, en la semana de oración y ejercicios espirituales en soledad.

Pero también hay que revisar continuamente cómo ha evolucionado en el proceso arriba indicado la revelación de Dios, la llamada a la santidad y la terminología de la misión: Desde santificar – salvar – relacionar - liberar – servir. Esto no puede hacerse sin la metodología propuesta: Releyendo la Biblia desde la patrística, la tradición de la Iglesia, especialmente el Vaticano, Medellín, Aparecida… Y sin estar atentos al clamor del pueblo, que provoca la reacción divina.
Actualmente el papa Francisco ha subrayado: “El Nombre de Dios es misericordia”. Y en la visita de estos días a Birmania y Bangladesh, ha experimentado serias restricciones para decir que también son los rohingyas o cualquier minoría perseguida del mundo.
Los MSSCC nos definimos hoy: Contemplativos y servidores del Traspasado en los traspasados. Y con esta formulación damos un matiz carismático a la invitación evangélica: “Venid a mí los cansados y agobiados, que yo os aliviaré”[12]… El antiguo mandato de volver a Egipto a liberarnos de las cadenas de esclavitud.



[1] Notas referentes a la Congregación (NC) VI.
[2] Cf. www.ermitasanthonorat.org
[3] Es lo que hemos recogido en un canto en catalán con música de B. Bibloni: “Senyor Blanquerna, on vos n’anau? Tan magre i vell, que tant frissau?..”
[4] Introducción Reglas 1890.
[5] El gran A. Néher describe así la interiorización de la experiencia de Moisés entre la 2ª y 3ª etapa.
[6] Última exhortación en NC, 98 y 704-705.
[7] Piados Ejercicios para Junio, día 10 (PE).
[8] Es el titulo que escogí para mi introducción a su vida y obra. El “Fuego de Dios” son los SSCC, y que luego el P. Emilio Velasco desplazó al mismo “Joaquín, fuego de Dios”.
[9] Sobre Lc 7:131-132.
[10] NC, XII y Reglas,
[11] Carta a la abadesa de las capuchinas, 75/08/1890 y última exhortación.
[12] Mt 11,28