miércoles, 14 de diciembre de 2011

EVANGELIO JOVEN: La pequeña esperanza (Is 7,10-17)

En estos últimos días de adviento quisiera enviar a mis amigos un mensaje de Buena Noticia de Navidad. Para ello recurriré, una vez más, a uno de mis libros preferidos: Los Profetas del dominicano M. Avilés Blonda (Santo Domingo, 1931-1988). Ya sé que es un poeta culto que necesita explicaciones, pero a quien siento como de nuestra familia, y copio de mi libro Historia de la Salvación desde América Latina, 203-205.

Al hablarnos del Antiguo Testamento, el poeta describe bien nuestro contexto enfermo y corrompido y, a pesar de ello, se atreve a profetizar una esperanza. Una pequeña esperanza, débil como un niño, pero fuerte como la resistencia de tantos y tantas que nos precedieron en el tiempo y en la fe.


Ahora estamos en tiempo de carestía: comemos “leche cuajada con miel”, alimento del desierto. Pero será temporal: “antes que aprenda el niño a rechazar el mal y escoger el bien”, antes que se haga un muchacho, podremos sacudirnos la opresión, si nosotros queremos.

1 Declaración de identidad

¿Qué es el profeta? El poeta responde en una cuidada letanía que se esmera en definir la más profunda identidad:

"Vidente, portavoz, lleva voz. / Estandarte del sonido, / Boca del Grande, / mensajero sin alas de Lo Quieto, / afirmador de la Fuerte Presencia Terrestre, / presentador de la vida sin trabas... "

Isaías es "dura presencia entre ladrillos y polvos... / Duro testigo. Dura carga. Testamento duro".

En el Israel del siglo VIII a. C. como en la República Dominicana de hoy ("una tierra que aún discuten los ángeles, / las balas, los árboles, la lluvia escasa... . / las hojas pocas", "pocas, en estas tierras sin otoño, / de perpetuas cigarras, de luz fuerte", en esta tierra sin primavera), "los múltiples granos de arena / contados por las pulsaciones de unos hombres sin lágrimas. / Sequedad solamente. Piel con luz de sudor". ¡DESIERTO!

Sospecho que el poeta denuncia el entorno de Isaías, mundo de gente ambigua ("de indefinible sexo, su neutralidad, su no tener ombligo, su carecer de madre").

"¿Y qué de Serafines, qué de Arcángeles, Dominaciones,

qué de Potestades y Potencias, qué de Cabezas de Niños

sin hombros, de alitas amarillas en estampas,

qué de Caridad, Esperanza y Fe,

-nombres ahora fuertes de mujeres-,

qué de letras hebreas,

leídas, salmodiadas, de derecha a izquierda en las tablillas,

en la oración monótona y solemne?"

Isaías está bien definido. "Oráculo del Santo de Israel-. / Voz de lija, sin pretensiones de manjar, / de miel, de azucarados higos, / voz de cortante hacha, de piedra casi, / como la de todo desbrozador, / o abridor de caminos y de frentes, / desnucador de corazones / que tropieza con algo sin florecer... " Luchador contra la fuerte vanidad del poderoso. Contra el prevaricador, el que se esconde en la sombra, el quemador de incienso corrompido.

El país "entre repletos ejércitos de metales y piedra". "Llegaban los hombres vestidos de metal", en pié de guerra, a pié de máquina, en plan de acelerada reproducción.

"Se moría entonces entre ladrillos / de una manera distraída... / Se moría entonces de un querer morir en un país / que debió ser cobija recia y cómoda hecha con plumas de los ángeles".

2 El cáncer

El profeta se atreve, entonces, a enfrentar el cáncer que lo corroe todo y es como el pecado original:

"Crecía carcomiendo la Gracia

un terrible cangrejo

que devoraba viudas desde adentro,

que corrompía los huérfanos,

que compraba perdones,

que pagaba lamentos oficiales,

que recibía dinero por cubrir afrentas:

Oro, por el olvido,

plata, por la ceguera aparente,

incienso, por el no notar la falta,

mirra, por la seguridad,

alcanfor, por no revelar las desvestiduras del sexo,

áloe, por dejar de esperar a la Esperanza.

Exoneraciones por cerrar los párpados

y dejar quieta y oscura la pupila".

3 Los ojos dobles y profundos

Porque Isaías "desde muy atrás de este fuego", "elegido antes del tizón ardiente", gozaba -"por la Gracia del Grande"- del futuro verde, del cromatismo completo. Penetraba "atrás de la montaña" ("donde no llega la vista del pastor, / donde no llega el olor del requesón"). Descubría la pequeña vida que se mueve, crece y perfuma, rica y a la vez amarga.

El profeta ve "con ojos dobles y profundos, completamente otros"... un signo divino.

"Nata y miel para el Niño, alimentos de penas y de nómadas" para la travesía del desierto. "Esperanza de volver a la vida después de la Gran Sombra..., esperanza de un día hacerse tierra carne hueso piedra, la Justicia". "Solamente pan y vino por ahora, saboreo" (sacramento en la fe). Pronto, "roca para edificar" (la vida personal y las estructuras sociales, el reino).

En ti, profeta, "quedó un pequeño eco suave y un gemido pequeño", "ese Niño de Aguardo". El exorcismo de los años del Imperio, de la dictadura, de los años oscuros, del trópico de Cáncer. La entonación de la doxología perpetua porque tú -"afirmador de la Fuerte Presencia Terrestre", no lo olvidemos"-

"sabías que crecería la carne duradera

y el apacible bosque de la gracia y el agua

y que el canto del Santo sería el canto del mundo.

Porque santos son todos los hombres

y Santas son todas las mujeres

y Santa es la tierra que pisamos

y Santo es el cuerpo que crecemos,

donde crece la Vida y la palabra,

y Santa es la Tierra donde crece el Trigo,

y Santa es esta Tierra donde existe el abrazo verdadero".

Cuadro de una maternidad de Cándido Bidó

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