sábado, 2 de febrero de 2013

Marcos, el joven que perdió su sábana (3)


(Francisco Pino escribió su poemario “Sintió hambre. El mansohambrientohermoso” (1960-1962). Aquí la reflexión, unas veces, se centra en personajes controvertidos, como Judas o Barrabás, otras veces se centra en figuras alegóricas. Vamos a continuar con los poemas inspirados en Marcos, que basados en el pasaje evangélico de la higuera maldecida porque no da fruto, hacen del hambre de Cristo un pórtico del amor y de la vida. El poeta describe al joven Marcos con fuerza especial y la sábana que abandona es símbolo expresivo para todos nosotros)

“Un cierto joven le seguía envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo” Mc 14,51



El joven huidizo
Marcos:  “huidizo, tímido, ¡oh, conejillo alerta en el camino!” 
“Tú, el que… te ausentabas 
de pronto contra ti, por no enfrentar 
la vida y el esfuerzo, y deslizándote 
de deseo en deseo te perdías 
en temores y angustias y fracasos, 
asido a tu pereza y su disfrute, 
tú, sí, el cobarde, cuántas 
veces como hoy, en otras noches ¡ay! 
olvidaste tu sábana en las manos 
de los demás, y, lírico desnudo, 
te perdiste en la noche… 
Era tu sensibilidad tan viva 
que te impedía paz, meditación; 
y tan rápido como tu sentir 
a tu deseo te lanzabas, Marcos…, 
pleno de ansias 
de abrirte, de escaparte, de olvidarte, 
como en una embriaguez;  en algo que era 
la continua expresión de tu carácter 
tímido. Compartir 
no deseabas nada, 
ni sentirte por los demás asido; 
como libre vilano delicado 
que cualquier soplo de aire aventa, así 
en inmediato huir te resolvías 
y al viento confiabas… la blanca sábana 
que te envolvía, y ya desnudo, vuelta 
toda tu piel pupilas, en lo oscuro, 
con un triste pavor, te dispersabas”.

Inconstante y contradictorio 
(Inspirado en Hechos de los Apóstoles 13, donde cuenta                                                                                      que Juan Marcos abandona a su tío Bernabé y a Pablo, retirándose de la primera misión)
 “¡Oh, Marcos, contraluz para ti mismo! 
A Pablo sigues cálido a Antioquía, 
mas, polvo, irremediable e insensible, 
flotas de nuevo triste entre lo oscuro 
y sumido en qué noche le abandonas. 
¡Oh, Marcos, buscador de la luz y de ella 
constante desertor!... ¡Oh, Marcos tímido!”

El hambre de Jesús (Mc 11)
“Y aquella noche 
cerca  del huerto de Getsemaní, 
sentiste que nacía un fruto insospechado 
en ti e igual a ti, con lo más tuyo, 
y que Alguien de él quería comer”

“Y ¿quién Marcos, Mateo; quién después 
de hallar en vuestros párrafos el hálito 
de aquello íntegramente recibido, 
con los sentidos, en el alma, quién 
si se mira en los ojos luminosos 
de esas vuestras palabras…; 
quién disponerse al sueño o acudir 
al banquete, o contar 
una a una sus monedas,
contemplar una rosa o entablar 
conversación; quién ver 
resbalar una lágrima, 
quién, Mateo, quién, Marcos, como antes? 
¿Quién desde que vosotros afirmasteis 
que Dios muy de mañana sintió hambre?”