Es lo que deduzco de la
contemplación de esta fotografía reciente.
El domingo 17 de Agosto de 2014, en
el 124 Aniversario de la Fundación de los MSSCC. Lugar: La Ermita de Sant
Honorat, en la mística montaña de Randa, cuna de la Congregación, en el corazón
de la isla de Mallorca.
Hippolyte Voka, congoleño, de 45 años, ya es un hombre maduro; no un
jovencito como nosotros que profesábamos con la adolescencia todavía sin
superar.
Ante los Sagrados Corazones que una devota señora regaló al P. Joaquim
Rosselló i Ferrà en su primera misa y que tantas veces lo acompañaron en la
predicación de misiones populares por todos los pueblos. También se divisa la talla de la “Moreneta” de
Lluc, Patrona de nuestra Congregación, título bien merecido ya que su Santuario cobijó a los primeros congregantes, allí nos formamos los Estudiantes
durante muchos años y en aquellas cumbres aprendimos a “volar como Salvador
Gaviota” en los cielos de la isla y más allá. En presencia del Visitador General, del
Delegado de los MSSCC de Mallorca y de los Padres de la Congregación aquí
presentes. Ante una significativa representación del laicado que también se
siente misionero (familiares, colaboradores, amigos y amigas…).
El P. Emilio, en una
homilía bien cuidada, subrayó la importancia del momento presente, cuando
nuestras vocaciones son sobre todo africanas, buscamos el enraizamiento en el
carisma y experimentamos que el árbol de la Congregación, como sucede en la comunidad
de Sant Honorat, está formado por dos ramas: la clerical y la laical.
Hippolyte,
que se expresa bien en francés e inglés, rwandés, español y catalán, y creo que estudia alemán, hizo su
profesión en la lengua de esta Congregación mallorquina por sus orígenes.
Se le preguntó con el
ritual en la mano si se sentía llamado a ser un contemplativo del Dios Vivo,
por los caminos del Amor que arde en los Corazones de Jesús y de María. Si quería
ser signo permanente del Amor de Dios a la humanidad y a los traspasados de la
historia de manera particular. Si se comprometía a contribuir para que nuestras
comunidades fueran oasis de fraternidad en medio de un mundo inmisericorde. Si
estaría disponible para ir a los lugares más necesitados como Misionero para
ayudar a crear Iglesias locales allá donde germina el grano de mostaza del
Evangelio.
Después de invocar a todos los
santos, el profeso leyó públicamente su Profesión Perpetua. El Visitador General le entregó el crucifijo
misionero, y le dijo: “Confirmo que formas parte de muestra comunidad y eres
miembro de esta Congregación de MSSCC, para que de ahora en adelante todo lo
tengas en común con nosotros. Cumple fielmente el ministerio que la Iglesia te
encomiende, ejercítalo en su nombre, como competente socorro y hiedra arrimada
al báculo del Obispo”.
Creo que todos pudimos experimentar de alguna manera lo que significa esta "Iglesia en salida", "Iglesdia en éxodo", de que nos habla el papa Francisco.