Anoche asistí a una cita
de excepción. Cáritas nos trajo a la isla la visita del franciscano Santiago
Agrelo, obispo de Tánger, en la frontera con Marruecos. Nos reunimos a salón
lleno, en el mismo lugar donde hace unos días habló el cardenal Müller, en la
Jornada de Cristo Sacerdote, dicen que en desacuerdo con la apertura del papa
Francisco. No fui testigo de primera mano, no me apeteció acudir.
Don Santiago debe ser el
obispo de la Conferencia Episcopal Española que habla con más autoridad
evangélica en defensa de los pobres. Pobres que no se quieren ver y se tapan
tras calificaciones que los deshumanizan: Sin-papeles, ilegales, emigrantes… Como
si fueran la gran invasión del sur que hace peligrar nuestra seguridad y
bienestar. Don Santiago se declara decepcionado por igual de los 4 partidos más
grandes que se presentan a las elecciones, sin propuestas en sus programas para
estos hombres, mujeres y niños maltratados, huidos, hambrientos. Como si no
hubiera derechos humanos. Como si fuera un delito soñar en un futuro para su
familia, tener una pizca de esperanza... Como si tuviéramos la propiedad de los
bienes y ellos… la mala suerte!
Agradeció la feliz idea
de haberlo llevado por la mañana a visitar las playas del Arenal: Quedó
impactado por la legión de negritos cargados de sombreros y gafas entre blancos
que desean ponerse morenos, emborrachándose de cerveza y abundancia.
Lamentó con franqueza la esquizofrenia
de nuestra Iglesia española: Una pila de documentos bien hechos, difíciles de leer,
desmentidos por la TV católica y una práctica cobarde y cómplice. Falta de
convencimiento de que nuestro lugar –por impositivo evangélico- es siempre con
los maltratados y sufridos, aunque sea contra razón y “contra Dios mismo” (que
dijo Benedicto XVI).
Confesó que había venido
tras las huellas del VIIº Centenario de Ramon Llull. Enamorado de su amor por
la verdad, por la búsqueda de la verdad (amor a la vida, al hombre, a
Jesucristo, a la Iglesia). Su amor por el diálogo (respetuoso, con todo el
mundo, sin imposiciones).
Me vinieron a la memoria
otros encuentros que han dejado huella en mi vida: Con Hélder Cámara en
Barcelona, Oscar Romero en Santo Domingo, Juan Gerardi en Guatemala, Ernesto
Cardenal en Madrid… Santiago Agrelo en Palma…