1. Somos hijos
de viuda
Una
humanidad de hijos de Adán (de arcilla roja venimos y a las cenizas vamos) y Eva
(madre de todos los vivientes, “la traspasada” y “la abierta”). Hijos de la
Madre Iglesia. Hijos de María, la Comunidad de Jesús y del Discípulo Amado. Pequeños
como niños, inocentes indefensos, traspasados y enfermos, muertos antes de
tiempo. En el cuerpo y espíritu. Cuando ocurre este pasaje lucano, me recuerdo
siempre de aquella película "Un
hombre llamado caballo", donde una mujer viuda pierde a su único hijo en
la batalla. Para significar el desamparo total ella misma se mutilaba los dedos
de la mano derecha y era arrojada al recinto del cementerio indio donde los
cadáveres se pudren al sol. Hemos de ser conscientes de que provocamos lástima.
2.
Dios tiene
Corazón.
“Jesús
se compadeció de ella y le dijo: No
llores”. Hoy celebramos la Fiesta de los Sagrados Corazones. Nuestro Dios tiene
Corazón, es Amigo de la Vida. El Corazón de Jesús traspasado y abierto. El
Corazón de la Madre atravesado por la cruz y las espadas. Los Corazones como
rostro e icono de un Dios que no quiere que lloremos ni que estemos muertos.
3. Fuente de
vida
“Muchacho,
a ti te lo digo: levántate”. Los SS.CC. consuelo de los afligidos, sanación de
las heridas, resurrección dela muerte. El Espíritu que resucitó a Jesús nos
resucitará a nosotros también, escribe el apóstol Pablo. “El muerto se
incorporó, empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre”. Entrega a todos
los que malviven en condiciones inhumanas… a la humanidad. A nosotros,
Comunidad de creyentes en Jesús Resucitado, nos entrega a todas las personas
heridas. Nos hace “reparadores de ruinas y resucitadores de muertos”.
Dejemos
que Dios, Padre y Madre misericordiosos, sanen y trasplanten nuestro corazón
indiferente por un corazón sensible. Dejemos que la Vida nos “empodere”. Ya que
hemos recibido Vida y Cordialidad del cielo, compartámoslas con los otros aquí
en la tierra.