Es bueno que en medio del calor farragoso del verano y de la crisis violenta que a todos inquieta, releamos la solemne afirmación de fe que hace la 1ª lectura de hoy:
“Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal” ( Sab 1,13-15; 2,23-24)..
Mc 5,21-43 es una de las páginas más elocuentes en este sentido. Jesús de Nazaret se pone claramente de parte de los excluídos. “Amigo de las mujeres” cura a una mujer que lleva 12 años con flujo de sangre. Los números son simbólicos, toda una vida excluída del amor de Dios (la sangre es impura en su culto) y aislada de la sociedad (su contacto contamina). Sin sentirse amada ni poder amar a nadie. Estrechamente ligado a éste, el otro caso de una preadolescente muerta por el hecho de hacerse mujer entre 12 y 13 años. Sus padres no pueden hacer nada contra esta estructura de pecado que es la propia naturaleza femenina. Jesús, en cambio, no duda en cambiar esa mentalidad, la toma de la mano y le dice: “Talitha qumi, que significa: contigo hablo, niña/mujer, levántate y vive”.
Pablo aplica esta regla de vida a la sociedad entera 1Cor 8,7-9.13-15: “Se trata de nivelar. Es lo que dice la Escritura: Al que recogía mucho, no le sobraba; y al que recogía poco, no le faltaba”. Vida y rescate para todos.
Ayer y hoy y mañana, Dios amigo de la vida, goza regalando a todos una oportunidad de vida de calidad. Al reivindicarlo también para las mujeres, lo reivindica para todos/as los marginados. Al hablar de nivelar, proclama un Reino de justicia y novedad para todas las personas y pueblos.
Pintura del dominicano Cándido Bidó
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