sábado, 23 de mayo de 2015

EL CAMPO DE HUESOS, LOS GEMIDOS INEFABLES Y EL MANANTIAL

VIGILIA DE PENTECOSTÉS 2015

Comparto las lecturas de la misa de hoy, extraordinariamente ricas, en esta vigilia electoral de nuestro país. Cuando hay tanta deshumanizada gente que no pega ojo, y los cristianos celebramos la vigilia que llamamos del Espíritu Santo.

La 1ª lectura (Ezequiel 37,1-14) es una de las páginas más famosas de Ezequiel que no ha perdido un ápice de inspiración. El profeta nos invita a salir a un valle todo lleno de huesos. 

“¿Qué ves hijo de Adán, humano, hermano de toda la humanidad?” ¡Huesos secos por dondequiera! En el sarcófago más profundo de mi vida, en mi familia tan zarandeada, en la sociedad que muchas veces merece el nombre de suciedad. Muertos en el destierro, en los campamentos de refugiados, en los que huyen de la violencia de la guerra, del fanatismo religioso-político, de las múltiples formas de piratería… Apiñados en las pateras que cruzan el Mediteráneo o en las barcazas del Pacífico que nadie recibe. En las víctimas de los bancos inmisericordes, del capitalismo buitre… “¿Podrán revivir estos huesos?”

El Señor me dijo: “Profetiza sobre el reino de los muertos: Escuchad la palabra del Señor, el Amigo de la Vida!” Profeticé, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Señal de que algo se movía, se vencía el individualismo. Se extendían tendones, crecía la carne, pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo el Señor: “Conjura al viento, al soplo, al espíritu: Ven, espíritu, para que revivan estos zombis”. Profeticé, y revivivieron y se pusieron de pie… Ya no era yo solo, ni solo los míos; era una multitud innumerable, ¡era un solo pueblo que resucitaba!

La 2ª lectura (Romanos 8,22-27) remacha el clavo. “Sabemos que la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto”. Gemimos en nuestro interior. Gime el papa Francisco pidiendo una Iglesia del Espíritu y un respeto a la creación pisoteada. Gimen las minorías no respetadas. Gime el pueblo sin esperanza en esta vigilia de las elecciones generales y municipales. “Solo el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. El que escudriña los corazones sabe muy bien cuál es el ansia de nuestro corazón”. 

Porque, como decía Bernanos, mi amigo alcohólico me pide una caja de cerillas y no es simplemente para encender un cigarrillo. Me pide que lo escuche, que lo atienda, que lo trate con respeto, que le devuelva lo que no tiene: su dignidad. Me está pidiendo que lo trate como una persona, como un hijo de Dios. ¿Podrán cesar tantos gemidos que nos llegan en la noche insomne?



El evangelio de Jn 7,37-39 nos presenta un Jesús sorprendente: “El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús, en pie, gritaba (¿no será irreverente si decimos como un poseído, como un ido y venido de no sabemos dónde?) y gritaba: “El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba. Como está profetizado: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva”. Decía esto refiriéndose al Espíritu que  habían de recibir los que creyeran en él, el único capaz de revivir a los muertos y de convertir en gritos de alegría nuestros gemidos. 

Durante mucho tiempo los exegetas entendieron que este pasaje se refería al Corazón traspasado de Jesús. Hoy se entiende del corazón traspasado de todos los hijos de Adán y de las hijas de Eva: Hasta cada uno de nuestros eriales puede llegar la fuente. Podemos encontrar un pozo en nuestro desierto y nuestra via todavía florecerá en un oasis.

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