VIGILIA DE PENTECOSTÉS 2015
Comparto las lecturas de la misa de hoy, extraordinariamente ricas, en esta
vigilia electoral de nuestro país. Cuando hay tanta deshumanizada gente que no
pega ojo, y los cristianos celebramos la vigilia que llamamos del Espíritu
Santo.
La 1ª lectura (Ezequiel 37,1-14) es una de las páginas más famosas de
Ezequiel que no ha perdido un ápice de inspiración. El profeta nos invita a
salir a un valle todo lleno de huesos.
“¿Qué ves hijo de Adán, humano, hermano
de toda la humanidad?” ¡Huesos secos por dondequiera! En el sarcófago más
profundo de mi vida, en mi familia tan zarandeada, en la sociedad que muchas
veces merece el nombre de suciedad. Muertos en el destierro, en los campamentos
de refugiados, en los que huyen de la violencia de la guerra, del fanatismo religioso-político,
de las múltiples formas de piratería… Apiñados en las pateras que cruzan el
Mediteráneo o en las barcazas del Pacífico que nadie recibe. En las víctimas de
los bancos inmisericordes, del capitalismo buitre… “¿Podrán revivir estos
huesos?”
El Señor me dijo: “Profetiza sobre el reino de los muertos: Escuchad la
palabra del Señor, el Amigo de la Vida!” Profeticé, hubo un estrépito, y los
huesos se juntaron hueso con hueso. Señal de que algo se movía, se vencía el
individualismo. Se extendían tendones, crecía la carne, pero no tenían
espíritu.
Entonces me dijo el Señor: “Conjura al viento, al soplo, al espíritu: Ven,
espíritu, para que revivan estos zombis”. Profeticé, y revivivieron y se
pusieron de pie… Ya no era yo solo, ni solo los míos; era una multitud
innumerable, ¡era un solo pueblo que resucitaba!
La 2ª lectura (Romanos 8,22-27) remacha el clavo. “Sabemos que la creación
entera está gimiendo toda ella con dolores de parto”. Gemimos en nuestro
interior. Gime el papa Francisco pidiendo una Iglesia del Espíritu y un respeto
a la creación pisoteada. Gimen las minorías no respetadas. Gime el pueblo sin
esperanza en esta vigilia de las elecciones generales y municipales. “Solo el
Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad. El que escudriña los corazones
sabe muy bien cuál es el ansia de nuestro corazón”.
Porque, como decía
Bernanos, mi amigo alcohólico me pide una caja de cerillas y no es simplemente
para encender un cigarrillo. Me pide que lo escuche, que lo atienda, que lo
trate con respeto, que le devuelva lo que no tiene: su dignidad. Me está
pidiendo que lo trate como una persona, como un hijo de Dios. ¿Podrán cesar tantos
gemidos que nos llegan en la noche insomne?
El evangelio de Jn 7,37-39 nos presenta un Jesús sorprendente: “El último
día, el más solemne de las fiestas, Jesús, en pie, gritaba (¿no será
irreverente si decimos como un poseído, como un ido y venido de no sabemos dónde?)
y gritaba: “El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba. Como
está profetizado: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva”. Decía esto
refiriéndose al Espíritu que habían de
recibir los que creyeran en él, el único capaz de revivir a los muertos y de
convertir en gritos de alegría nuestros gemidos.
Durante mucho tiempo los
exegetas entendieron que este pasaje se refería al Corazón traspasado de Jesús.
Hoy se entiende del corazón traspasado de todos los hijos de Adán y de las
hijas de Eva: Hasta cada uno de nuestros eriales puede llegar la fuente.
Podemos encontrar un pozo en nuestro desierto y nuestra via todavía florecerá
en un oasis.
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