Fe a prueba de Huracán
El ojo de un huracán |
1. De actualidad
Empecemos comentando un fragmento del
puertorriqueño Félix Cruz después del paso del huracán Irma:
Yo, sobreviviente de
Irma[1]
“… La verdad es que
somos un pueblo bendecido. El pueblo puertorriqueño demostró su devoción
religiosa a través de las redes sociales. Las oraciones, los pedidos de
misericordia y las promesas a la Divinidad inundaron Facebook y Twitter. Hubo
plegarias a la Virgen María, al Divino Niño, a Jesús de Nazaret. No faltaron
los pedidos de misericordia a Dios, Padre-Hijo-Espíritu Santo…
Llamaron poderosamente mi atención las plegarias dirigidas Yocahú
Bagua Maorocoti, señor de Borinquén, el que habita en el Yunque, y a su madre
Atabex Atabeira, dueña de las aguas, la de los cinco nombres (Nuestra Señora de
la Monserrate, cuya fiesta es el 8 de septiembre). También hubo pedidos de
intercesión para apaciguar la furia de Irma a Yemayá, dueña del mar (Virgen de
Regla, cuya fiesta es el 7 de septiembre), a Oshún, dueña de las aguas dulces
(Virgen de la Caridad del Cobre, cuya fiesta es el 8 de septiembre) y a otras
deidades en la que los puertorriqueños depositan su fe.
Cabe destacar que la oración más reproducida en Facebook fue
una a Yocahú (…) el dios supremo en la
mitología taína. Los taínos creían que “juracán” era un fenómeno generado por
la ira de la diosa de los vientos, Guabancex, al agitar furiosa sus manos en
forma de espiral. Guabancex era solo apaciguada por Yocahú quien detenía su
paso al llegar al monte sagrado donde residía el dios, El Yunque.
Todas las creencias religiosas suplicaron por misericordia
ante el monstruo que se nos abatía encima. Hubo algunos religiosos que no
dejaron pasar la oportunidad por achacar a la maldad de los habitantes de la
isla la furia del huracán, algunos vaticinaron el fin del mundo, pero en
general todos tenemos que concordar que las divinidades nos libraron de los
pecados e Irma siguió su paso.
La profunda religiosidad boricua es herencia española
sincretizada con poderosos matices afro taínos. Símbolo inequívoco de esta
religiosidad es la frase ¡Ay bendito! que caracteriza a los puertorriqueños.
Pero a los puertorriqueños no solo nos caracteriza la
profunda fe si no el hecho de que no perdemos la oportunidad para armar una
fiesta ante cualquier eventualidad. Evidentemente, la venida de un huracán es
una ocasión perfecta para congregarse con amigos y familiares hacer un sopón
(sopa de pollo con arroz, papas, alcaparrado y aceitunas), jugar dominó y tomar
cerveza (...) El progreso y la evolución en las creencias religiosas,
influenciadas por el protestantismo estadounidense y los modernos dogmas
neopaganos alejaron a los puertorriqueños de estas costumbres ancestrales, pero
nunca del deseo de congregarse.
(…) Este fin de semana, los puertorriqueños nos
congregaremos, ya no a orar por los residentes del Archipiélago Borincano, sino
para abogar por los hermanos de la Patria extendida y los primos
latinoamericanos que habitan en Florida. Volveremos a estar atentos a los
noticieros y a reunirnos en familia con el corazón a punto de salirse del
pecho.
Volveremos a escuchar los sonidos de los tambores y en lo
más recóndito de nuestras conciencias colectivas se escucharán las voces de los
ancestros recordándonos que somos un pueblo de fe y sentiremos sus poderosos
brazos acurrucándonos en sus pechos mientras nos cantan nanas para acallar
nuestros temores…”
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR Y DIALOGAR
¿Pensamos que el Huracán es más fuerte que nuestro Dios?
¿Decimos que es “el Dedo de Dios” poderoso y tal vez vengador? ¿Es
justo que le achaquemos a Dios la culpa de las desgracias naturales?
¿Qué tenemos en mente cuando repetimos “Dios obra”?
¿O preferimos pensar que los Huracanes son “fruto de la mano del
hombre”? ¿En qué sentido son también responsabilidad nuestra?
¿Cómo refuerza el autor la dimensión comunitaria cuando habla de los
areítos?
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2. Los dioses taínos
“Hoy sabemos que a través de su religión los indígenas le
tenían explicación a todo: de cómo se formó la Tierra, los mares, los ríos, el
hombre, la mujer, los animales, las frutas, etc… Juracán es la Señora de los
Vientos, una deidad femenina que también era conocida en la región del Caribe
como Guabancex. Esta diosa malvada reinaba y dominaba en la tormenta
destruyendo todo a su paso con el eterno apoyo de sus dos ayudantes masculinos:
Guataubá y Coatrisquie.
El dios Hurakán |
Tanto Guabancex como sus dos aliados vivían en el país de
Aumatex, “Cacique de los Vientos”. Ella atacaba y destruía sin piedad cuando
los habitantes no cumplían con la devoción requerida a sus imágenes y cuando no
rendían la ofrenda o tributo pertinentes.
Si los habitantes de Borikén, Quisqueya, Cuba o Jamaica no
cumplían con lo establecido, Guabancex (Juracán) salía con furia desde el país
de Aumatex y enviaba al frente a su primer ayudante Guatuabá, quien controlaba
el fuego. Su misión era anunciar la llegada de Juracán con relámpagos, truenos
y centellas para que fuera creando temor. Luego entraba en acción su segundo
ayudante, Coatrisquie, quien controlaba el agua y vertía copiosos torrentes de
lluvia creando grandes inundaciones. Mientras Guabancex ordenaba al resto de
los espíritus de los cemíes de las aldeas a colaborar con ella en su castigo;
continuaba soplando sin piedad y con fuerza todos los vientos, asegurando así
una destrucción total…
Los taínos visualizaban al huracán con dos brazos extendidos
en forma de aspas y con el ojo del huracán en el centro, en la misma forma en
que lo visualizamos en las imágenes modernas”[2].
Escribe Frank Moya Pons: “Sobre el origen de la palabra
huracán hay en nuestros días un debate que no ha sido zanjado pues unos suponen
que es voz maya, puesto que, por una parte, está mencionada en el Popol Vuh,
libro sagrado de los mayas, mientras que cronistas tan autorizados como Gonzalo
Fernández de Oviedo, Pedro Mártir de Anglería y Bartolomé de las Casas la
identifican como perteneciente al lenguaje taíno”. Tanto los indígenas como los
españoles le veían una procedencia divina, y llegaron a pensar que un dios
taíno castigaba a los cristianos en los grandes huracanes que azotaron la
capital Santo Domingo, uno el 3 de agosto de 1508, y el otro el 10 de julio de
1509[3].
3. El Dios de la Biblia
En una búsqueda en la Biblia de Jerusalén encontramos 15 resultados para la palabra “huracán”:
3.1 HURACÁN relacionado con la ira/cólera de Yavé, provoca
temor y espanto.
Pero “Dios camina en el huracán” (Nahún 1,3), tiene poder
para dominar el mal.
El salmo 29(28) afirma: “La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado, el Señor sobre las aguas torrenciales… El
Señor se sienta sobre las aguas diluviales”.
3.2 Los hebreos “tuvieron que aprender, no obstante, que
Yahvéh se les revelaba más en el éxodo que en la tormenta y el terremoto. Ésta
por cierto fue la experiencia de Elías, que tuvo conciencia del “silbo apacible
y delicado” como algo más expresivo de la presencia y el poder divinos que el
terremoto, el viento y el fuego (1 R. 19.11–13)[4].
3.3 En el NT vemos a JESÚS, hijo de Yavé, que somete el mar
como si fuera un demonio (Mc 5,35-41) y que camina sobre las aguas (Mt 14,23-27).
3.4 La Palabra de Dios también se compara a un viento
huracanado: Truena, Ap 14,2; quebranta, salm 90, 3; quema, Jr 20,9; hace
temblar, Is 66,2; desgaja Heb 4,12; y también desnuda Heb 4,13[5].
Sobre Dios, los
huracanes, el dolor, y la esperanza
Y, ¿cómo reaccionaríamos si el Huracán nos causara destrucción? ¿Podríamos
decir todavía que Dios es bueno? ¿Dónde está nuestra esperanza verdadera como
cristianos?
Comentemos este texto del pastor evangélico Nathan Díaz: “No lo
dudemos: Dios a veces permite la destrucción y la muerte con un propósito.
Isaías 45:7 nos dice que “el que forma la luz y crea las tinieblas, el que
causa bienestar y crea calamidades, yo soy el Señor, el que hace todo esto”.
Dios permite cosas terribles en la naturaleza para, entre otras cosas,
recordarnos que existe una real esperanza a través de la fe.
Así nos enseña Romanos 8:18-25: Todo será restaurado algún día. Esa
es nuestra real esperanza. Nuestro cuerpo natural y toda la creación verá la
perfección. Pero solo los hijos de Dios formarán parte de esta realidad.
Ningún huracán, y ni la misma muerte nos puede separar del amor de
Dios que es en Cristo Jesús (Ro. 8:37-39). Esta realidad es inmutable ahora y
en el futuro. Nuestra esperanza no está en la presencia o ausencia de un
huracán: está en el Dios que controla la tormenta (Mt. 8:27).
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En una próxima entrega
seguiremos comparando el Génesis Taíno con el Génesis cristiano. Nos
preguntaremos: ¿Qué diferencias habría entre una oración a los dioses de los
Taínos, al Yavé del AT, al Padre de Jesús del NT? Pueden buscar en internet el
padrenuestro taíno y compararlo con el padrenuestro cristiano.
[1] http://elpostantillano.net/cultura/20134-2017-09-08-23-06-37.pdf
[3] https://www.diariolibre.com/opinion/lecturas/un-dios-tano-castig-a-los-cristianos-OKDL209698
[4] http://www.biblia.work/diccionarios/tormenta/
[5] “Ante
esta realidad querido lector, continuarás resistiéndote a Cristo? Ruego que
pongas ahora mismo en línea tu vida con la palabra de Dios; para que las
ráfagas de la Palabra, no tengan que desgajar y estremecer tus entrañas, con
situaciones tristes y embarazosas”.
https://laspalabrasdevida.org/index.php/recursos/reflexiones-para-el-alma/26-el-huracan-de-la-palabra-de-dios
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