Gracias a Dios, yo no suelo tener celebraciones con boato. Pero confieso que me preocupa cómo podemos comunicar a los preadolescentes lo que significa ese Regalo del Espíritu, Compañero de camino y Defensor para toda la vida. El significado de la consoladora promesa de Jesús: “No los dejo huérfanos”, ni ahora ni cuando crezcan, ni cuando falten estos lindos padres que son el árbol de sombra acogedora en el patio familiar. Cómo podemos dar a entender que eso de la fe es una cuestión de amor: “Quien cumple mis mandamientos, ése me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre y yo lo amaré y me manifestaré a él”. De qué manera podremos lograr que esta catequesis y la celebración del sacramento les ayude a entrar en el círculo de amor de la comunidad cristiana.
Se me ocurre dirigirme a ellos con las palabras de Víctor M. Arbeloa, el mismo poeta navarro que nos acompañaba el domingo pasado:
“Primera comunión”
“¿Qué celebramos hoy? ¿Un cumpleaños?...
Vuestro día de haceros ya mayores, / de venir con nosotros a la fiesta del domingo,
a oír lo que dice el evangelio; / a cantar a Jesús, amigo que no falla,
que por todos nosotros / nació, sufrió, vivió, murió y vive ahora para siempre;
y a estar un ratico con él, de sobremesa.
Cuando andaba Jesús por este mundo, / le gustaba rodearse de chavales…
Aquellos chicos de entonces / lo vieron andar y sudar por caminos de polvo;
lo seguían, con sus padres y amigos, cuando hablaba a la gente
en las barcas del lago o sentado en el ribazo.
Decía unas cosas muy duras a los ricos,
a todo el que se hacía / el grande, el chulo, el mandamás.
Curaba a todos los enfermos que podía, / estaba con los pobres y los viejos
y decía a menudo / que Dios nos tiene preparada, si queremos,
una mesa así de grande, donde no falta nada,
una casa de todos, muy bonita, con flores y con agua,
y una vida más alegre y divertida / en el mundo de aquí y en el de allí,
después de muertos…
A veces se ponía a repartirles / pan y peces asados a la orilla del río,
pues quería que todos pudieran escucharlo / tranquilos y contentos,
y decía que la tierra es de todos, y las cosas
las puso Dios para todos los hombres y los pueblos,
como el sol y la lluvia que nos traen las nubes.
Y, ya sabéis, la noche antes / de que fueran a matarlo,
cuando estaba cenando con un grupo de amigos,
les dio un trozo de pan y una copa de vino
y les dijo: Comed y bebed / que esto es mi cuerpo, que será destrozado,
y mi sangre, que será derramada, / por vosotros y por todos,
para enseñaros / a vivir y a morir por Dios y por los hombres,
sin miedo a nadie ni a nada de este mundo.
Cuando os juntéis después de que me maten,
haced esto, acordándoos de mí, / y seremos amigos para siempre.
Pues esto es lo que hacemos ahora mismo.
Comulgamos: es decir, nos juntamos. Comemos de este pan,
que es Jesús, / que es de todos.
Comulgamos: es decir, oímos y cantamos y rezamos
y comemos / con todos los demás.
Hacemos fiesta juntos. / Hacemos corro juntos y saltamos
a la cuerda de la fe y de la esperanza.
Porque juntos vivimos en Mañeru, o en Pamplona, o donde sea.
Porque juntos sufrimos y gozamos.
y juntos andamos y juntos tropezamos.
Y juntos / hemos de arreglar, por mucho que nos cueste,
el pueblo y todo el mundo, / antes de morirnos un día, / casi juntos.
Además…, / también nosotros hacemos con vosotros / la primera comunión.
Hacemos todos siempre / la primera, / la única comunión.
Cada vez la comenzamos, / y luego la dejamos, a veces la rompemos,
y de nuevo volvemos a intentarla…, / proclamando nuestra fe,
con el deseo / de seguir viviendo en comunión / con el Dios de Jesús de Nazaret,
y los hombres que son nuestros hermanos”.
(V.M.Arbeloa, Cantos de Fiesta y de Lucha)