miércoles, 30 de marzo de 2011

EVANGELIO JOVEN: La Danza de la Transformación (IVª Cuaresma)


EL CIEGO DE SILOÉ Jn 9,1-41

(No me negarán que la imagen de la Conversión como un Pasar del Luto a la Danza es muy potente. Pero este "Curso para aprender a danzar con Jesús", puede parecer a algunos cada vez más místico y es difícil sostenerse sobre las puntas de los pies. Por esto les confesaré que yo no vivo la Cuaresma con un solo registro: Aquí, con ustedes, seguimos el Curso de danza dirigido por la hermana Mª Carmen Ferrero; en Binissalem, un taller de Lectura Comunitaria de EDV dirigido cada semana por una mujer distinta (Eva, Sara, Samaritana, Madre del ciego, Marta, Magdalena); las homilías dominicales, ayudado por el grupo sabatino de Lectio Divina de nuestro Santuario; las diarias, por Ángel Moreno de la Buenafuente… ¡Que no falte la música!)

Con el ciego de Siloé, nos vamos a ir metiendo en la Danza que transforma e ilumina. Una transformación que es posible, gracias “al barro que limpia nuestros ojos”.

Un buen momento para aprender “otro paso” de nuestra Danza Cuaresmal. Un “paso” que habla de: relajarnos, aflojar esas tensiones que nos hacen permanecer siempre en el mismo lugar de la pista y nos impiden abrirnos a la NOVEDAD.

Vamos a “soltar” todo lo que suena a rígido, lección aprendida e ideas inamovibles. Vamos a “desaprender”- hay una canción de Luís Guitarra, cuyo título es: desaprender, escuchadla si podéis- y nos vamos a atrever a dar un “giro total”.

Un giro de esos que nos deja a la intemperie, como cuando los trapecistas sueltan su trapecio y se lanzan al vacío… Vamos a soltar esos “agarraderos” que nos dan una sensación – bueno, se la dan a nuestro yo- de “seguridad”.

El primer movimiento de nuestra danza, nos invita a “cambiar de postura”: “No es éste el que estaba sentado pidiendo limosna”.

No podemos “danzar” sentadas, esperando que nos den… Es necesario levantarnos y quitarnos el barro de los ojos… ¡Ve y lávate!”, ponte en pié y déjate transformar… Descubre la realidad de Dios en tu vida.

Un “cambio de postura” cuyas notas suenan a FIARNOS de Aquel que toca nuestro barro y nos transforma en hombres y mujeres nuevas.

El ciego de nuestro relato, en un primer momento no sabe disfrutar de la transformación que se ha producido en su vida.

Simplemente se dedica a realizar aquello que le es mandado: “Ve a la piscina de Siloé y lávate…Y va… No hay planteamientos, nada se ha transformado en su interior. Por eso, cuando le preguntan quien le ha curado dice: “Ese individuo que se llama Jesús hizo barro, me untó los ojos y me dijo que fuera a lavarme. Fui, me lavé y recobré la vista”… ¡Y ya está! Hizo lo que le mandaron… Y se le “escapó” el ENCUENTRO personal que TRANSFORMA la oscuridad en Luz.

Ni sabe cómo se llama el que le regala la Luz, ni dónde está, ni quién es… repite una y otra vez el mismo discurso: “Hizo barro, me untó y me lavé y veo…”

Y Jesús lo busca otra vez…e interpela su vida: ¿Crees en ese Hombre?... ¿Quién es?...El que habla contigo… CREO, SEÑOR.

La experiencia personal, la personalización de nuestra fe, es lo que transforma nuestra vida y nos capacita para dar razón de nuestra esperanza.

No es posible un proceso de transformación, si no va acompañado de un proceso personal de nuestra fe.

El ENCUENTRO personal es lo que trasforma nuestro barro y nos permite “escuchar” la suave melodía que nos habla de FIARNOS… de CONFIANZA… de UNIDAD dinámica que nos va transformando en lo que ya SOMOS de fondo, aunque muchas veces caminemos por la vida sin ser conscientes de ello. Quizás porque vamos todavía con el “barro puesto”.

El ciego de Siloé “cree”, pero todavía no ha VISTO… por eso nada se ha transformado en él. Sólo “repite acciones” que le indican el camino de la luz, pero no ha saboreado y experimentado la LUZ.

En este “cambio de postura”, la melodía del ENCUENTRO nos va llevando: de la “práctica” de la religión, a la experiencia de la espiritualidad, a la experiencia del Misterio de lo Real, donde nada es separado…TODO ES.

Cuando somos capaces de ENCONTRARNOS con Aquel que nos susurra: “Lo estás VIENDO, el que habla contigo”… entonces se nos regala la capacidad de responder: CREO, SEÑOR. Un “creo” que suena a Encuentro, a experiencia, a cambio radical de postura…A “POSTRARNOS” ante Él, es decir, a ABANDONARNOS en Él…

A no “creer que vemos”, sino a experimentar que SOMOS el que VE y el que es VISTO, que somos Testigos de la LUZ.

Un Encuentro que nos va conduciendo por el camino de la UNIDAD plena.

Y desde esta Unidad que “presiento”, quiero “regalaros este anhelo de Unidad que hay en mí y que hace un tiempo se me regaló como experiencia de Unidad.

La Unidad que presiento

Durante casi toda mi vida he conjugado el verbo ser:

Yo soy… Tú… eres. El…es

Marcando distancias

Fortaleciendo el yo soy…

Separando el tú eres…

Diferenciando… él es

… Y me despertó la música de tu Presencia

con acordes infinitos que no tienen fin.

…Y me sacaste a bailar la Danza de la UNIDAD…

Sujetándome tan fuerte…

que Tú y yo

no somos Tú…y yo…

Somos: “YO SOY”

No hay espacio para “dos”

…y siento que me llevas…

y que soy llevada.

Pero no hay dos…

Una sola Danza… y un BAILARÍN

Somos NO-DOS.

No hay distancias…

Somos FUSIÓN.

Formas de una misma REALIDAD…

Abrazados hasta ser:

El Abrazo y lo abrazado,

El Beso y la besada

El Amante y la amada

Eres en mí.

Y el “mí” deja de existir

Para ser en Ti…sin Ti

No hay tú… ni yo…ni nosotros…

Solo hay SER.

Ser… sin “hay”

No hay nada, todo ES;

VACÍO Y NADA, recreado en PLENITUD.

Y Respiro PRESENCIA…

Y todo huele a vida…

Y todo SABE a SER.

Y siento que mi cuerpo se estremece,

Y mis ojos se bañan en lágrimas

que son SILENCIO agradecido

Y me abrazo fuerte… sin poseerte

En el AQUÍ Y AHORA de la UNIDAD que SOMOS…

En el Misterio que desborda y abre a la vida

donde todo ES y te REGALAS. ¡¡Gracias!!

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