jueves, 7 de abril de 2011

EVANGELIO JOVEN: La Danza de la Permanencia (Vº Cuaresma)


LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO Jn 11,1-45

(El evangelio de este domingo nos presenta a Lázaro. ¿Quién es Lázaro? Un amigo querido de Jesús, hermano de Marta y María. Su casa de Betania era algo más que una familia de acogida, era una veradedera Iglesia doméstica: Marta servía, María escuchaba la Palabra, la casa olía a nardo… ¿y cuál era el oficio de Lázaro? Participar del destino de Jesús, anunciando su muerte y resurrección. Debido al revuelo que se movió con la resurrección del amigo, los sumos sacerdotes decidieron que Jesús debía morir (Jn 11, 46-53); y quisieron matar a Lázaro también porque muchos creían a causa de él (Jn 12, 10). Sobre el posterior destino de Lázaro, sólo hay elucubraciones: San Epifanio dice que según la tradición, Lázaro tenía 30 años cuando resucitó de la muerte. Después vivió otros treinta años. Las visiones de Catherine Emmerich coinciden en señalar que huyó, junto con sus hermanas, de las primeras persecuciones de cristianos en Palestina hacia Gaul (Marsella). Según una tradición griega, Lázaro murió en Chipre; según la tradición provenzal, murió mártir en Marsella después de haber predicado mucho. Lo que importa es que fue resucitado por Jesús. Muchos literatos han fantaseado sobre este tema imaginando que Lázaro se resistía a resucitar, después de haber probado el beso de la muerte. ¿Quién es Lázaro? En este Vº Domingo de Cuaresma, Lázaro somos tú y yo, que escuchamos la llamada de Cristo, pero nos cuesta levantarnos del sueño. Invitados a salir de la tumba, dejando las vendas que nos envuelven. Llamados a dar testimonio de él con nuestra resurrección.

Acabamos hoy este taller de la hermana Mª. Carmen Ferrero para aprender a danzar con Jesús, con la danza de la permanencia, a pesar de los tiempos difíciles)

LA DANZA DE LA PERMANENCIA

En este proceso de aprendizaje, vamos a danzar con “notas” distintas. En esta partitura musical abundan los “silencios” y los “sostenidos” que nos invitan a PERMANECER en el Centro.

Un permanecer, que no es sinónimo de pasividad y quietud, sino invitación a DESPERTAR: “No está muerto… está dormido”

En la sabiduría oriental, existe un diálogo entre un discípulo y un maestro:

-¿Hay algo que yo pueda hacer, para llegar a saber? -Tan poco como lo que puedes hacer para amanezca por las mañanas. -¿Entonces para qué sirve estar aquí? -Para estar seguro de que estarás despierto cuando el sol comience a salir

Esta es la “permanencia” a la que nos invita la Danza: A permanecer para estar seguras que no estaremos dormidas para percibir la LUZ de la Presencia que nos HABITA permanentemente. PERMANECER:

Ante lo que aparentemente es “muerte” y oscuridad: “Permanecer en mí y yo en vosotros… Quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto” (Jn15,4-5)

Permaneced desde la “nota” que nos habla de silencio y silencio sostenido por Aquel que es: La Palabra de la Vida.

Permanecer para poder “ajustar” nuestros tiempos a los suyos y, acoger la sorpresa de su Presencia que acompasa nuestro tiempo al suyo a través de nuestro “DESPERTAR personal hacia la Unidad con el Origen” ( Willigis Jäger).

La danza de la PERMANENCIA nos va conduciendo gratuitamente al “movimiento” de quitar la losa que nos hace vivir como muertos encerrados en sus tumbas.

Desde la Danza, acogemos en nuestra Identidad más profunda las palabras de Jesús: “Ven fuera… sal a la vida”, porque yo, tu Dios, “danzo para ti como en día de fiesta” (Sof 3,17)

“Si haces caso a mi danza, ve a ti mismo en mí”(Hechos apócrifos de Juan)

Una Danza que nos habla de Vida, de quitar losas de muerte y salir fuera, donde la VIDA, en sus múltiples formas, nos ofrece la Presencia sin forma de Dios, como sinfonía que resuena AQUÍ Y AHORA (W. Jäger)

PERMANECER… Aunque en nuestro corazón broten “voces” que suenan a: “Si hubieras estado aquí…” Y acoger la PRESENCIA/AUSENCIA de Quien sostiene nuestra vida y, nos abre a la CONFIANZA PLENA de Aquel que es la Resurrección y la Vida. Sólo desde Él, podemos vivirnos como mujeres RESUCITADAS.

En el último domingo de Cuaresma, somos invitadas a DANZAR desde la experiencia profunda de saber permanecer en Él…

Desde Él, entramos en la vida de Dios y nos dejamos llenar por la sensación de VIDA que Él nos regala… Y DESCANSAMOS confiadamente en el AMOR que se hace DANZA por cada una de nosotras.

Bueno, al final del “cursillo”, igual ya hemos aprendido algunos pasos para danzar en lo cotidiano y convertir nuestra vida en Danza compartida: Bien “agarraditas” al Bailarín, seguro que nos vivimos como:

PASO DE LA DANZA DE DIOS…

CONDUCIDAS POR EL BAILARÍN…

HASTA LLEGAR A SER:

MÚSICA, DANZA Y BAILARÍN


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