viernes, 17 de febrero de 2012

¿Que no pagaríamos por rescatar nuestra vida pasada? (Mc 8, 34-9,1)

Los sacerdotes de nuestra demarcación (archiprestazgo) nos reunimos cada segundo viernes de mes. La antigua ermita de santa Llucia divisa una amplia panorámica sobre el pueblo de Mancor de la Vall, donde nació el abuelo Jaume del cual llevo el nombre y que no pude conocer. Conocerlo a él, abrazado a mi abuela Catalina, es una de las primeras cuentas pendientes que me pienso cobrar para sentirme verdaderamente en la Gloria. La otra será conocer al beato Simón Reynés, también de Mancor, lejano pariente, cuya casa paterna es la última que cruzo para llegar aquí, a la salida del pueblo y ante la entrada del campo santo.

Hoy hemos empezado la oración leyendo unos párrafos de la carta pastoral que el arzobispo de Oviedo Jesús Sanz Montes, ofm, ha dedicado a la muerte de la famosa cantante Whitney Houston:

“La belleza de su voz tan llena de fuerza y de talento, bien encajada en su hermosura encantada, hubiera asegurado una vida no sólo premiada, sino serena y gozosa, con todo cuanto se podría en principio tener para vivir dichosamente la existencia. Quien fuera una de las más importantes cantantes de gospel y de música pop y soul durante varias décadas, de pronto ha enmudecido su voz para siempre y ha quebrado su cuerpo hundido en un naufragio de bañera.

Vienen a la memoria otros casos de personajes que por mil razones han malogrado su vida, no como desesperado desenlace de tenerlo todo al revés y cuesta arriba, sino como fruto de no saber dar con lo que permite ver las cosas y vivirlas de un modo agradecido, gratuito, de no haber encontrado lo que no cabe en una cuenta bancaria, en un éxito de popularidad, en unos dones naturales de excepción.

Las fotografías que han circulado en estos días sobre Whitney Houston contrastan entre la sonrisa glamourosa de alguien aparentemente feliz y afortunada, con el rictus de dolor, de desvarío, de carcoma, que los desamores, los infortunios, el alcohol y las drogas terminaron por dibujar fatalmente.

La cantante Houston se preguntaba en una canción ¿cómo podría conocer? (How Will I Know), y esto es lo que a tientas ha ido buscando de tumbo en tumbo. Pero hay Alguien más grande que nuestras torpezas o extravíos que nos conoce y que sale a nuestro encuentro. Es el Amor más grande de todos (Greatest Love Of All), como ella también cantó. Ella corrió hacia Él (Run to You) a pesar de sus notas fallidas. Su concierto eterno ha comenzado. Descanse en paz.”

Luego confrontamos esta evocación con las palabras del evangelio de hoy: “¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida? ¿Qué no pagaría el hombre por rescatar su vida y vivirla de otra manera? El que quiera salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará. El que quiera seguirme, cargue con su cruz y me siga”.

¿Qué significan estas palabras? Hay exegetas que afirman que Marcos lo entiende de la cruz de Jesús: Los cristianos han de perder el miedo al rechazo y a la persecución y seguir a Jesús hasta el final, dispuestos a morir crucificados como un esclavo.

Otros prefieren la adaptación que hizo Lucas a nuestra cruz: Definámonos ante Jesús como piedra de toque y signo de contradicción. Son verdaderos discípulos los que siguen a Jesús, como el cirineo, cargando con su cruz cada día ((Lc 2,34-35 y 9,23).

El teólogo Jon Sobrino lo traducirá al mundo de hoy: Somos cristianos cuando no nos cerramos en nosotros mismos y nos situamos junto a los crucificados de la historia para bajarlos de su cruz.

Preguntas para profundizar: ¿Qué reacción te ha provocado la muerte de Whitney Houston? ¿Cómo entiende Jesús los conceptos ganar/perder? ¿Cómo entiendes tú la recomendación de cargar la cruz?

Ojalá no nos avergoncemos del maestro ni de sus palabras.

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