El evangelio de este Cuarto Domingo de Pascua nos trae la alegoría del Buen
Pastor. Yo he vivido hasta ahora en la montaña donde todavía quedan ovejas,
pero sin pastores ni vallados. Se recogen para el trasquileo, procuramos no
atropellarlas en primavera con las crías pequeñas, nos quejamos de que son
incontrolables devorando las plantas del
jardín, y dicen que difíciles de vender. Pero hoy hablamos del simbolismo del
rebaño.
En muchas parroquias se aprovecha para lamentar la falta de vocaciones
sacerdotales para apacentar el rebaño. Me gusta el retruécano que algunos han
hecho: “Y tú ¿quieres ser oveja de Cristo?” Sin cristianos que sigan al Pastor,
no habrá pastores de los cristianos, que ofrezcan su vida por la comunidad “para
que todos tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10).
Quisiera aprovechar este comentario para hablar de la necesidad de buenos
líderes, en todos los órdenes. En aquel tiempo, el pastor era la imagen del líder,
del rey, de los gobernantes (Jr 2,8; 10,21; 23, 1-2). Jesús denuncia a “todos
los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes”, esquilmadores del
pueblo. Hoy reina un pesimismo general frente a la clase política y a la
jerarquía eclesiástica: Por el modo de gestionar la crisis, por la corrupción
política, por el abandono de la clase pobre, por la falta de sintonía con el
pueblo.
Tomo algunas ideas de la página de los carmelitas con algunos subrayados
propios.
“El discurso del Buen Pastor ha sido introducido aquí con el fin de ofrecer
algunos criterios para saber discernir quién es el líder, el pastor
que merece crédito. La parábola realiza una palabra que Jesús apenas había
dicho a los fariseos: “Jesús dijo entonces: «Yo he venido a este mundo para
juzgar, para que aquéllos que no ven vean y aquéllos que ven se vuelvan ciegos”
(Jn 9,39).
1ª comparación (Jn 10,1-5): “Entrar por la puerta”.
Jesús distingue entre el pastor de las ovejas y aquel que asalta para robar.
Aquello que revela quién es el pastor es el hecho de que él entra por la
puerta. El salteador por otra parte. (La puerta son las elecciones
democráticas, el voto libre y participativo, jamás los golpes de estado o las
corruptelas caciquiles).
2ª comparación (Jn 10,6-10): “Yo soy la puerta”. Entrar
por la puerta significa obrar como Jesús, cuya preocupación mayor es la vida en
abundancia de las ovejas. Aquello que revela al pastor es la defensa de la vida
de las ovejas. (No se puede admitir un gobierno que venda a su pueblo o que
sólo busque bienestar para unos pocos).
3ª comparación (Jn 10,11-18): “Yo soy el buen pastor”.
Jesús no es sencillamente un pastor. Él es el Buen Pastor.
Aquello que revela quién es el Buen Pastor es (1) el conocimiento recíproco
entre la oveja y el pastor (no votemos a quien no conozcamos, votemos a alguien
que se mezcle con el pueblo y lo conozca profundamente) y (2) dar la vida por
las ovejas (si responde a las esperanzas populares, si no desentona con su modo
de vida)”.
REFLEXIONES: ¿Qué sentimos ante los que nos gobiernan? ¿Estamos
desorientados a la hora de las elecciones? ¿Hemos sido engañados alguna vez?
¿En mi relación con los otros… soy mercenario o pastor? ¿Me conformo con
decir que son mis hijos, mis alumnos, mis empleados, mis feligreses, mis
súbditos, o procuro averiguar si están contentos de mí?
¿Amo a mi sociedad y a mi comunidad hasta el punto de comprometerme con
algún cargo u oficio de liderazgo?
¿Que dice el texto sobre las ovejas que somos nosotros?¿Cuáles son las
cualidades y ls obligaciones de las ovejas?
Pastor-Pastoral. ¿Se puede decir que nuestra pastoral
continúa la misión de Jesús-Pastor?
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