5 JONÁS, YO QUIERO HUIR DE TU PALABRA
5. 1 "Vuelva al agua el agua"
La criatura agua es omnipresente
en el poeta, con diversos registros.
Relacionada con el útero y la
entrada como en "San Juan Bautista" y "Débora". El agua
fecunda que debemos guardar "en suave barriga dulce" para que
florezca la Gracia y seamos pozo del que podamos beber (cfr. Débora, 24-25).
El recuerdo de la unción de
Jeremías: "Fui consagrado desde antes del agua de mi tibio reposo" y
al que será necesario volver si perdemos la identidad (cfr. Jeremías, ps. 48.
51).
La vocación en Ezequiel:
"Fue junto al agua el llamado, fue junto al río" (p. 56). .
El agua benéfica en sus diversas
formas: "Viva el agua del cielo / y el agua de la tierra
y el agua de la Mar / salada por
la tierra" (p. 23).
Pero está también el agua de
Jonás, capaz de convertirse en enemiga, obedeciendo a un designio superior:
"Yo quiero huir de tu
palabra que me quema,
aunque sé que agregaría nuevas
provincias para Ti
después de salir del vientre de
lo húmedo y lo oscuro...
Tu orden de levantarme me dejó
en la comodidad de lecho de la Madre-Agua
en la paz del ciego y en la
sombra del mundo".
Jeremías había sentido "una
blandura de huesos / y poca arena todavía en mi húmedo crecer de madre"
(48). Jonás no se decide a dejarse moldear entre el agua y la arcilla.
"Vuelva al agua el agua que
es ya tierra.
Y el agua calmará su gran furor
porque de agua y de fuego y de
viento me hicieron
para agregar pueblos y llevar el
alivio del sonido,
para dar testimonio de Tu
Soplo...
Vuelva
al agua el agua
y se quede en la playa hecha
arena o caracol
con su poco de tierra y de arena
y suene en el oído de la playa
dulce y rumorosa su
canción".
Volver al agua es volver al seno
materno, es volver a la obediencia divina, cumplir con nuestra parte en la
sinfonía de la creación.
5. 2 El juego de la voltereta
A veces es necesario dejarse
tragar por "la gran boca, la garganta oscura, ese grueso túnel". Si
levantamos un clamor puro -entre las algas de sombras y los peces eléctricos-
hasta podremos encender "ese fuego de la Gracia en la barriga dura del
Castigo".
A veces rezamos: "¿Por qué
me oprimes?
¿Por qué la gran sombra salida
en fuerte agua?
¿Por qué el aire con yodo en mi
clamor?
¿Por qué afrentarme en mi huida
hacia el descanso séptimo?"
Nosotros, como Jonás, el
anti-profeta, tenemos "mucha prisa en la escapada".
"Y, ¿otra vez, Señor, tu
voltereta?".
A mí esta frase me recuerda
aquel famoso texto de Amós 3 cuando habla de la indestructible intimidad de
Dios con el profeta, al que ha escogido, citado, cazado en la trampa, jugado
con él y volteado como un cachorrito con su presa.
Si el Señor nos poda, desea que demos más fruto. Si juega con nosotros, es que nos ama. Si huimos, nos espera como al pródigo.
Pintura de Cándido Bidó