Fray Ramón Pané
relata[1]
que el primogénito de los 4 Gemelos (que, como vimos, significan el hombre social y solidario)
entra donde el Abuelo Bayamanaco ("igual que entre los aztecas, el Dios
Viejo, Señor del Fuego") y lo sorprende cuando hacía una torta de pan sobre un
burén puesto al fuego... Deminán le pide un pedazo (“Lo que el nieto
le pide no es únicamente cazabe sino el secreto de su confección. Es, pues, el
fuego lo que este Prometeo americano le roba al celoso guardián del secreto”).
El viejo se indigna, se pone la mano en la nariz y le escupe un “guanguayo” en
la espalda (“la materia mucosa impregnada del polvo de cohoba” que actúa de
semen” en un éxtasis casi divino[2]).
“Entonces, sus hermanos le
miraron la espalda y vieron que la tenía muy hinchada (no hay embarazo sin
dolor y sin carga); creció tanto aquella hinchazón, que estuvo a punto de
morir, por lo que procuraron cortarla, y no pudieron; mas tomando una hacha de
piedra, se la abrieron y salió fuera una tortuga viva, hembra;
entonces edificaron una casa y llevaron a ella la tortuga”.
El cronista de Indias Pedro Mártir de Anglería comenta
admirado: "De esta bellísima manera tuvo la isla las mujeres que deseaba:
así se procreó descendencia".
* ¿Nos parece poco reverente el hecho de que la hembra de
los taínos naciera de una tortuga? Parábola zoomórfica, que tiene la ventaja de
no mostrar la sujeción de la mujer al varón que supone el relato bíblico de la
costilla adámica (Cf. Gn 2,22 interpretado por 1Cor 11, 7-9, y que tanto nos
repugna hoy).
Sobre la creación de la mujer
La Doctrina Cristiana, escrita por fray Pedro de
Córdoba, superior de Montesinos, explicaba así el relato bíblico de Gn 2,22
en la primera “instrucción e información de los indios”: “E formó Dios a Eva
de la costilla de Adán y no de la carne, porque la carne es flaca y blanda, y
está de fuera, mas la costilla es recia y dura, y está dentro del hombre
cerca del corazón, y en medio del cuerpo para mostrar que el marido ha de
tener más amor a su mujer que a otra ninguna, y la mujer a su marido más que
a otro. Y ha de ser esto amor fuerte y recio, para que ninguna cosa lo
quebrante, ni enojos, ni enfermedades, ni otra cosa, ni por descontentos que
tenga el uno del otro, no se han de apartar, mas hánse de soportar el uno al
otro. Y no se han de menospreciar, hánse de amar y tratar con mucho amor,
como buenos compañeros. Y por esto no formó Dios a la mujer de la cabeza de
Adán, porque sepa que no ha de ser mayor que su marido, ni tampoco la sacó
del pie, para que sepa su marido que la mujer o es menor que él; mas sacóle
de medio del costado, para que conozcan ambos que son iguales, han de tener
mucha paz entre sí”)[3].
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Símbolos taínos |
El acoplamiento con animales, por otra parte, es muy
frecuente en las culturas antiguas expresando la armonía con la naturaleza
primitiva. Su caparazón ¿querría sugerir la relación de la mujer con el hogar
-ella lleva a menudo la casa a cuestas-, ella es quien les hace pasar "de
lo crudo a lo cocido" -o sea, sedentarios civilizados- y la virtud tan femenina
de ser más lenta, pero perseverante?
Menos claro aparece el relato de cómo hallaron remedio
para volver a tener mujeres, después que éstas les fueron arrebatadas. A unos
seres escurridizos como anguilas, "sin sexo de varón, ni de hembra, les
ataron los pies y las manos", cogieron un pájaro carpintero y se lo ataron
al cuerpo, el cual, "creyendo que eran maderos... picando y agujereando en
el lugar donde ordinariamente suele estar la naturaleza de las mujeres"[4]…
¿Es que quieren decir que los dioses no completaron la
creación femenina sin la intervención del hombre? Menos favorable a la mujer es
este segundo relato, aunque también acusatorio para el hombre, siempre violento
en su relación.
No hemos avanzado mucho desde los taínos
Si todavía hay hombres que tratan a sus mujeres
creyendo que son de madera, picando y agujereando cuando las agarran; si
todavía tantos se engañan, cuando piensan tenerlas en brazos no tienen nada,
desaparecen en un instante...
Si algunos se creen dioses que se oponen a compartir
con el pueblo su fuego, su casabe y su tabaco, o sea, los recursos básicos de
la vida y las técnicas de producción...
Si nuestros niños, como camaroncitos que se lleva la
corriente, como ranitas de agua, siguen pidiendo teta y los padres -después
de tantos siglos- no pueden darles remedio...
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[1] Cf Relación,
XI y para su intepretación uso la conferencia de Arrom, “Tiempo y Espacio” y mi
librito sobre el Génesis.
[2] Es lo que expresa la Biblia al mencionar el
profundo sueño que Dios infunde al primer hombre Gn2,21, que no es fruto de una
borrachera sino de entrar en el misterio divino.
[3] Publicada en México, 1544, 133).
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