domingo, 29 de octubre de 2017

Génesis Taíno - Génesis Cristiano: El Pecado original (6)




El teólogo Christian Duquoc ha escrito: “Si el pecado es resultado del entretejido de las decisiones personales y colectivas, se hace innecesario imaginar una falta original, que condicione negativamente toda la historia. También es innecesario imaginar un paraíso original, si de hecho el paraíso es el término final de una historia construida por la responsabilidad de todos, tanto en lo negativo como en lo positivo”[1]

En el post anterior, sin embargo, nos resultó fructífero comparar el paraíso de los dos Génesis. Y en éste, para concluir la serie de Lecturas liberadoras, convendrá resaltar que la codicia desmesurada del oro fue el originante de los males originados hasta el día de hoy.

1.      Pecado “original” taíno


1.2 En capítulos anteriores vimos como la mitologia taína consideraba un atrevimiento (querer ser como dios) que el mayor de los gemelos quisiera robarle al padre el cazabe (pan de los pobres) y el arte cómo se produce (el fuego). Esto ocasiona un escupitajo airado en la espalda de Deminán, de la cual nace la tortuga hembra (la mujer).





Comparación con el Gn bíblico:


“Gn 3,22 interpreta también así el mito de la fruta prohibida: “Sólo le falta echar mano al árbol de la vida” y la ambición de levantar una Ciudad y una torre que alcanzara el cielo 11, 11,1-8.
La Biblia no rechaza el progreso, sino que quieran suplantar a Dios.

1.2 El incesto

Vamos a ver otro relato que recogió el lego fray Ramón Pané, y que podremos interpretar con la ayuda de J. J. Arrom[2]: el “pecado” del principio sería el incesto. Fue en una tercera edad, la más hermética de todas, en que ocurre la paulatina evolución del hombre natural en hombre social. 

“En los primeros tiempos de la creación del hombre los hijos e hijas de los Cuatro Gemelos y la Tortuga Hembra, no teniendo contacto alguno con otros grupos humanos, necesariamente
tuvieron que cohabitar entre sí para reproducirse. Luego, estando ya en las Antillas, aislados en la caverna de Cauta, viviendo en la etapa más primitiva del hombre natural, sin pautas para la convivencia social, continuaron ayuntándose sin tener en cuenta los vínculos de sangre que existían entre ellos. Ese fue su pecado original: haber transgredido la prohición del incesto. Precisamente por eso fueron castigados a que padeciesen la enfermedad que los españoles llamaban "el mal francés" (la sífilis).


Para romper el círculo vicioso de transgresión y castigo, Guahayona resolvió partir con todas las mujeres hacia otras tierras, instándolas a que sólo llevasen "mucho güeyo" (hierba medicinal) para lavarse las llagas producidas por la enfermedad que padecían…” Parece que fue en la estación de las lluvias y dentro del agua primordial cuando hallaron remedio…”


En el Gn taíno es curioso que la creación de las mujeres se vea más bien como remedio del pecado de los orígenes: La mujer tortuga y los maderos picados por los colibríes.  

En la tradición bíblica la mujer aparece más bien como culpable de la pérdida del paraíso y de que, por ella, entrara la muerte.



2.      La codicia como idolatria y pecado original de la conquista

En la cuarta edad, en la que la cultura taína alcanza su mayor desarrollo, cuando parece que vivían en armonía con la naturaleza y en paz con sus prójimos, “aparecieron por el horizonte tres extrañas naves, con extrañas gentes de extrañas cataduras y extrañas costumbres”. El 12 de octubre de 1492 llega el ocaso de su cultura.

Testimonio de Fray Bartolomé de Las Casas, testigo ocular que aplica la “manera muy dominicana” de leer la Biblia: "La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de almas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos en proporción a sus personas"[3].

Se disputa si esto es leyenda negra anti-española, si hubo o no “genocidio”. Podrán encontrar todos los argumentos que quieran, por las dos partes, en la red.  A mí me basta este argumento: No hace falta defender a los españoles porque entre ellos hay quienes defendieron a los indígenas y hasta dieron la vida por ellos[4].
Pero es cierto que ni siquiera Las Casas pudo superar este pecado original de pensar que los indígenas eran vasallos por naturaleza y cuando quiso salvarlos sugirió que se importaran negros (que ya eran esclavos/vasallos en España) y de lo que al final de su vida pidió perdón.

Carlos Marx escribió en El Capital:   "La acumulación primitiva (anterior a la acumulación capitalista) desempeña, en la economía política, casi el mismo papel que el pecado original en la teología"[5] En términos marxianos, el proceso de acumulación primitiva de capital es el determinante económico de la conquista, su pecado original y originante. 

Y Gustavo Gutiérrez, llamado “el padre de la liberación”, comenta de parte cristiana: "En última instancia el oro ocupa el lugar de Cristo, en tanto que intermediario del amor del Padre; porque gracias al oro los indios pueden recibir la fe y salvarse; en cambio, sin él se condenarían”[6]

“Económicamente, el "descubrimiento" y conquista del "Nuevo Mundo" significan, para Europa: el origen de sus imperios coloniales, el desarrollo del capitalismo comercial (mediante la acumulación originaria de capital y el mercado de manufacturas) y la confirmación de su carácter de líder de la "historia universal".  Para las colonias significa: el origen de la dependencia, la creación de clases burguesas comerciales ("criollos"), el bloqueo de todo desarrollo industrial autónomo, la despoblación de los territorios, la sobre-explotación de la fuerza de trabajo local y la distorsión monoexportadora.

Culturalmente significó, para Europa, la condición de posibilidad de la Edad Moderna.  Para América Afroindohispana, el descentramiento, la precariedad y el desarraigo.

Teológicamente, tanto para Europa como para América, significa el aún irredento dominio de un pecado original cometido en nombre de mammón-marte-satán, la anti-trinidad del poder, y bautizado como obra justa por un tipo de cristianismo invertido (invertido con respecto al Evangelio de Jesús, que sólo reconoce como justo el poder del amor fraterno)”[7].

Enrique Dussel, filósofo de la liberación: "El pecado originario de la modernidad fue el haber ignorado en el indio, en el africano, en el asiático, al "otro" sagrado y el haberlo cosificado como un instrumento dentro de la dominación nordatlántica". ¿Estás de acuerdo? 

¿Crees que seguimos cometiendo este pecado hoy?
¿En qué sentido la codicia se convierte en idolatria y llega a constituir el pecado original?
¿Qué hemos aprendido de la comparación del Génesis Taíno con el Génesis Cristiano?







[1] “Pecado original y transformaciones teológicas” en sociales en http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol18/72/072_duquoc.pdf
[2] Arrom, J.J. Tiempo y espacio en el pensamiento cosmológico taíno l.c.
[3] Brevísima relación, p.30.
[4] Jorge L. Alvarado Pisani: “Las Casas no era una golondrina sola.  Recordemos, entre otros, a Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos, en La Española; Antonio Valdivieso, en Nicaragua; Cristóbal Pedraza, en Honduras; Pablo Torres, en Panamá; Juan del Valle, en Popayán; Fernando Uranga, en Cuba; Tomás Casillas, en Chiapas; Bernardo Albuquerque, en Oaxaca; Pedro Angulo, en Verapaz; Pedro Agreda, en Coro; Juan Simancas, en Cartagena; Domingo de S. Tomás, en La Plata; Pedro Peña, en Quito; y Agustín de la Coruña, en Popayán…” en  “Una interpretación de la conquista del Nuevo Mundo”, en XILOTL, Rev. Nicaragüense de Teología, Managua, 8(1991) 9-36.
 [5] Marx, Carlos, El Capital, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1973, tomo I, cap. XXVI, p.689.
[6] Gutiérrez Merino, Gustavo: Dios o el oro de las Indias. Siglo XVI, Sígueme, Salamanca 1990, p. 124.
[7] Alvarado Pisani, 35.

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