Parece mentira, llega un lejano toque de tambor anunciando que Mercedes está gravemente enferma… Y me despierta el recuerdo dormido de la primera vez que escuché “Como la cigarra” de Elena Walsh, en una interpretación inolvidable de Nacha Guevara, sería a mitad de los años 70:
“Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando….Cantando al sol, como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra”.
Dos toques de tambor… y se levanta Mercedes Sosa, con su poncho que abrazaba todo el estadio de Santiago de los Caballeros, en una noche que se titulaba “7 días con el pueblo” (o 9, no recuerdo bien, sería en 1974)… Con aquella voz nacida de lo profundo y que se alzaba profética:
“Cuando tenga la tierra sembraré las palabras que mi padre Martín Fierro puso al viento, cuando tenga la tierra la tendrán los que luchan, los maestros, los hacheros, los obreros. Cuando tenga la tierra te lo juro –semilla- que la vida será un dulce racimo y en el mar de las uvas nuestro vino, cantaré, cantaré”.
Seguía un recitado pausado y premonitorio: ”Campesino, cuando tenga la tierra sucederá en el mundo, el corazón de mi mundo, desde atrás de todo el olvido, secaré con mis lágrimas todo el horror de la lástima y por fin te verás, campesino, campesino, campesino, campesino, dueño de mirar la noche en que nos acostamos para hacer los hijos…”
Sonaba tremendamente retador, después, en el patio del noviciado, en la casita de Viuda Minaya, entre muchachos que probaban si eran capaces del celibato… Era un tiempo en que defendíamos la opción por el campesinado dominicano de la Línea Noroeste: ”Campesino, cuando tenga la tierra le pondré la luna en el bolsillo y saldré a pasear con los árboles y el silencio y los hombres y las mujeres conmigo”.
“Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando….Cantando al sol, como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra”.
Dos toques de tambor… y se levanta Mercedes Sosa, con su poncho que abrazaba todo el estadio de Santiago de los Caballeros, en una noche que se titulaba “7 días con el pueblo” (o 9, no recuerdo bien, sería en 1974)… Con aquella voz nacida de lo profundo y que se alzaba profética:
“Cuando tenga la tierra sembraré las palabras que mi padre Martín Fierro puso al viento, cuando tenga la tierra la tendrán los que luchan, los maestros, los hacheros, los obreros. Cuando tenga la tierra te lo juro –semilla- que la vida será un dulce racimo y en el mar de las uvas nuestro vino, cantaré, cantaré”.
Seguía un recitado pausado y premonitorio: ”Campesino, cuando tenga la tierra sucederá en el mundo, el corazón de mi mundo, desde atrás de todo el olvido, secaré con mis lágrimas todo el horror de la lástima y por fin te verás, campesino, campesino, campesino, campesino, dueño de mirar la noche en que nos acostamos para hacer los hijos…”
Sonaba tremendamente retador, después, en el patio del noviciado, en la casita de Viuda Minaya, entre muchachos que probaban si eran capaces del celibato… Era un tiempo en que defendíamos la opción por el campesinado dominicano de la Línea Noroeste: ”Campesino, cuando tenga la tierra le pondré la luna en el bolsillo y saldré a pasear con los árboles y el silencio y los hombres y las mujeres conmigo”.
”Cantaré, cantaré, cantaré, cantaré!!!” Escuchábamos el eco que se apagaba sobre el barrio del Ejido, una de aquellas serenatas que duraban hasta altas horas de la noche, en el patio recién regado para soportar el calor, la perra dando vueltas, la cuca Lajara picoteando aquí y allá… Jaume y Gibo con las guitarras, José Ramón y Domi, Miki, César o Luis Villa… Y Mariano Escaño que acababa, invariablemente, entonando otro canto de la negra Sosa:
“Si se calla el cantor, calla la vida porque la vida, la vida misma es todo un canto; si se calla el cantor, muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría. Si se calla el cantor, se quedan solos los humildes gorriones de los diarios, los obreros del puerto se persignan, quién habrá de luchar por su salario”.
“Si se calla el cantor, calla la vida porque la vida, la vida misma es todo un canto; si se calla el cantor, muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría. Si se calla el cantor, se quedan solos los humildes gorriones de los diarios, los obreros del puerto se persignan, quién habrá de luchar por su salario”.
Tres toques del tambor indígena. Y ahora se me aparece el fantasma familiar de Ramón Llull, barbaflorida, “esa cigarra loca del Dios del mediterráneo” que decía Miguel de Unamuno, “loco por amor”.
“Tantas veces me borraron, tantas desaparecí, a mi propio entierro fui, solo y llorando. Hice un nudo del pañuelo, pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando. Cantando al sol como la cigarra…”
Llega la sombra clerical del P. Joaquín Rosselló, nuestro fundador, con su clásico bonete de tres picos… Y recuerdo que escribí una parábola sobre su figura con el título de "Ximet Xigala”, en catalán. Nuestro amigo Francesc Albors me lo dibujó en “cómic” (en mis años de Barcelona), luego monté un audiovisual y lo traduje al dominicano con el nombre de “Quincito, corazón de cigarra”. Eran otros tiempos, teníamos mucha juventud en la catequesis y en la pastoral vocacional.
Cuatro toques nerviosos. Mercedes Sosa cantando “Gracias a la vida, que me ha dado tanto…”, y el impacto que me causó saber que Violeta Parra acabó suicidándose…Una vida en la que pesó más el dolor que el agradecimiento.
Redoble de tambores, Mercedes Sosa, nuestra madre, ha muerto. Abro los videos de sus presentaciones en Youtube y repaso algunas canciones mientras pienso en tantos amigos de tantos lugares… Las distintas promociones de nuestros noviciados y estudiantados, los numerosos cursos del CIFRE (Centro Intercongregacional de Noviciados) masculinos y femeninos, dominicanos, haitianos, borícuas, cubanos, peruanos, salvadoreños, guatemaltecos… Hacíamos patria grande para una nueva vida religiosa. Resistiendo ahora con cuentagotas en muchos Institutos, la gran sequía latinoamericana que padecemos nosotros desde hace mucho… En qué habremos fallado, qué responsabilidad tendré yo mismo… Los grupos de las lomas de Jacagua, ahora casi despobladas, cuando estrenábamos el amor a la sierra y la promoción del campesinado. Mis años en el Liceo donde quería acompañar a tantos jóvenes que hoy posiblemente barre el viento solano… Los años en El Ejido (el proyecto de Comunidades de Base a favor de una Iglesia más popular y liberadora; la lucha contra la división de la parroquia que no pudimos frenar). Los cursos en el Instituto Catequístico de Pontón, con Pedro Eduardo, Denysse y Gladys, con José Ignacio López Vigil y con Felipe… cuando conocimos más de cerca al campesinado del Cibao y vivimos tantas lindas experiencias que se frustraron. Los años en Santa Rosa (el pase de los españoles a los dominicanos… y ahora a los africanos?, la Islita tan antigua y tan diferente, los tiempos en que la Iglesia se hace más carismática…)
Cuatro toques nerviosos. Mercedes Sosa cantando “Gracias a la vida, que me ha dado tanto…”, y el impacto que me causó saber que Violeta Parra acabó suicidándose…Una vida en la que pesó más el dolor que el agradecimiento.
Redoble de tambores, Mercedes Sosa, nuestra madre, ha muerto. Abro los videos de sus presentaciones en Youtube y repaso algunas canciones mientras pienso en tantos amigos de tantos lugares… Las distintas promociones de nuestros noviciados y estudiantados, los numerosos cursos del CIFRE (Centro Intercongregacional de Noviciados) masculinos y femeninos, dominicanos, haitianos, borícuas, cubanos, peruanos, salvadoreños, guatemaltecos… Hacíamos patria grande para una nueva vida religiosa. Resistiendo ahora con cuentagotas en muchos Institutos, la gran sequía latinoamericana que padecemos nosotros desde hace mucho… En qué habremos fallado, qué responsabilidad tendré yo mismo… Los grupos de las lomas de Jacagua, ahora casi despobladas, cuando estrenábamos el amor a la sierra y la promoción del campesinado. Mis años en el Liceo donde quería acompañar a tantos jóvenes que hoy posiblemente barre el viento solano… Los años en El Ejido (el proyecto de Comunidades de Base a favor de una Iglesia más popular y liberadora; la lucha contra la división de la parroquia que no pudimos frenar). Los cursos en el Instituto Catequístico de Pontón, con Pedro Eduardo, Denysse y Gladys, con José Ignacio López Vigil y con Felipe… cuando conocimos más de cerca al campesinado del Cibao y vivimos tantas lindas experiencias que se frustraron. Los años en Santa Rosa (el pase de los españoles a los dominicanos… y ahora a los africanos?, la Islita tan antigua y tan diferente, los tiempos en que la Iglesia se hace más carismática…)
Ahora es otoño y las cigarras ya anidaron. Pero Mercedes sigue cantando:”Tantas veces te mataron, tantas resucitarás, cuántas noches pasarás desesperando. Y a la hora del naufragio y a la de la oscuridad alguien te rescatará, para ir cantando”.
¿Creería ella en la resurrección? Nosotros sí, yo creo que nuestro aguante será más que resistencia, mucho más que supervivencia y que reencarnacionismo.
¿Creería ella en la resurrección? Nosotros sí, yo creo que nuestro aguante será más que resistencia, mucho más que supervivencia y que reencarnacionismo.
”Cantando al sol, como la cigarra,después de un año bajo la tierra…”. Ánimo, me digo, sólo será coronado el que aguante hasta el final. Con la confianza de que nadie podrá tumbarnos si nuestro Proyecto es el mismo de Jesucristo resucitado, Señor de la Historia.
Dedicado a todos ustedes que siguen resistiendo, a quienes me siento muy unido. Con un fuerte abrazo.
Dedicado a todos ustedes que siguen resistiendo, a quienes me siento muy unido. Con un fuerte abrazo.
L. J. Miguel García-Tatis comenta desde Montexcristy, allá donde termina la frontera de Santo Dominco con Haití: "Jaume, me has hecho volver de bruces a los "SIETE DIAS CON EL PUEBLO". Vaya tiempo, otrora Balaguer, la resistencia, nuestras ilusiones, el canto como mejor y mayor expresión de protesta, las huelgas de hambre en la Parroquia de La Altabracia o el Parque Duarte frente a la Gobernación en Santiago. No pude estar en todo lo que acontecía en Sto Domingo, mi hermano Orlando me contaba y a contra de horas y decisiones del Noviciado fui un día al Estadio Quisqueya. Animé y reanimé a todo joven a quien ví a que no dejase de ir al Estadio Cibao en el día de los Siete días que dedicarían al Cibao. Desde Montecristi vinieron varios (Félix González, Domingo Abreu, Norberto de la Cruz, Xiomara Fortuna...). Gracias por ese hermoso artículo en tu Blog que desconocía.
ResponderEliminarYo todavía cierro algunos escritos soñando, imaginando, elucubrando, ilusionando y digo: "CARA AL VIENTO, HACIA LA CUMBRE..."
Francisco J. Oviedo escribe. !Hola, Jaime
ResponderEliminarSigo tu Blog de cerca.Me gusta, aunque me he vuelvo bastante crítico. Hay muchas notas que van apareciendo que me gustan y me parecen bien, sobre todo, leídas desde el contexto en el que se escriben; pero entiendo que no me afectan de igual manera... Sobre un texto que publicaste "Notas Congregacionales", creo recordar, y que me las bajé de la web de la Congregación, estuve leyendo y comentando para mí mismo durante unos días que tuvimos de descanso... Hay puntos que me parecen muy importantes y que se deberían resaltar más, insistir, machacar: "El Reino", "la cultura del corazón", "los traspasados"... Y es que me parece que, en cuanto salimos de esa línea el carisma se torna light, como se dice.
En fin, como sé que esos temas los llevas muy adentro, siempre espero que vuelvan a aparecer en tu Blog. Un abrazo.