martes, 1 de diciembre de 2009

El modelo de Ramon Llull, ayer y hoy (2)




Continuamos con la última parte del post publicado con motivo de la fiesta del Beato mallorquín.
3. El Beato Ramon Llull y la Congregación de MSSCC

En las Reglas que redactó el P. Rosselló, por encargo del obispo, la “etapa randina del Beato Ramon Llull” queda como un modelo contemplativo a preservar.
“Los clérigos de esta Congregación, fundándose en el Quærite primum regnum Dei del Santo Evangelio, deben tener por fin primario de su Instituto la vida contemplativa; y por secundario, atendiendo a aquel otro texto Elegi vos; ut eatis et fructum afferatis, el de procurar por todos los medios posibles la salvación de las almas.
Para el exacto cumplimiento de estos dos fines, que deben considerar como principales, procurarán, en cualquier parte donde se establecieren, tener una casa situada en algún monte o soledad, libre de toda distracción, y donde sea difícil el trato y comunicación con las personas del mundo, (como sucede en Mallorca en el monte de Randa, Cuna de nuestra Congregación), y lugar muy apto para la contemplación de las cosas divinas, juzgándolo así ya su antiguo morador el Beato Ramón Llull que estableció en él su morada” (Reglas MSSCC. Palma, 1896, art. 1-2)

En las Reglas actuales se mantiene “la experiencia de nuestro Fundador en el monte de Randa” (Reglas 1983, 55-56) como básica y permanentemente renovable en nuestro encuentro personal y comunitario con Dios.

“Como el Gran Profeta Jesús, como San Pablo, el Beato Ramon Llull y nuestro Fundador, tomamos la iniciativa de retirarnos a Sant Honorat o a los lugares que reflejan su misión en cada Delegación, de manera que anunciemos aquella Alianza que tiene su origen en el Corazón de Dios vivo, cuyos secretos contemplamos en el Corazón Traspasado de Jesús, acompañados de María, la mujer que “contempló al que traspasaron” (Directorio, 184)

Más tarde, se vino a destacar el modelo misionero del Beato, al hablar de nuevas fronteras:
“Favorecemos toda postura que fomente el diálogo par la paz, sea entre grupos diversos, sea entre las confesiones cristianas o con otras religiones. Los grandes misioneros que admiró el P. Fundador, como el Beato Ramon Llull y San Francisco Javier, fueron ejemplares en este estilo de inclusión” (Directorio, 195).

Se recogió un nuevo estilo de contemplación (que en el post-Vaticano y post-Medellín se empezó a llamar “contemplación de Dios en la historia”). El XVI Capítulo General de 1999 tuvo por lema: “Hacia un nuevo estilo de vida congregacional misionera”: Una “Congregación para la Misión: Competente socorro”. “Una Contemplación para la Misión: Contemplar al Traspasado en los traspasados”. “Una Comunidad para la Misión: Sacerdotes en comunidad”. Todavía nos alimentamos de este diagnóstico y de las perspectivas apuntadas.

¿Sufrió menoscabo el modelo contemplativo a favor del modelo misionero? Una encuesta previa y los trabajos del mismo Capítulo General, nos hicieron constatar algo de esto: “Hablamos más del servicio a los traspasados que de contemplar al Traspasado, cuando la contemplación del Traspasado es la fuente de nuestro servicio a los traspasados” (Documento 1 Hacia un nuevo estilo, 2.2).

Y miren por dónde nos encontramos que el Superior General vuelve a proponernos el modelo de Ramon Llull, que une contemplación y misión, mística y política.

“La contemplación en la historia, es la contemplación de los misioneros en Randa. Que una Congregación, nacida en el lugar preferido por el Beato Ramon Llull y por el P. Joaquim como ambiente propicio para la contemplación, opte decididamente por la misión, no es otra cosa que reproducir en tiempos nuevos la experiencia bíblica de los profetas y la antigua de aquellos dos grande misioneros” (J. Amengual B, presentación del XVI Cap Gen 1999).

J. Cristo Rey García Paredes acaba de resumir de modo magistral los grandes cambios que se han producido en el concepto de la misión (cfr. Retiro del mes en Vida Religiosa 9(2009)21-28): Parte de la identificación que hizo el último Congreso de Vida Consagrada como Pasión por Dios, Pasión por el Reino. “La forma suprema de pasión es la mística… Para Abraham Joshua Heschel, rabino y teólogo judío (1907-1972) tanto Dios como el profeta son movidos por el pathos, la pasión. Dios es antropo-pático –apasionado por el ser humano- y el profeta es teo-pático –apasionado por Dios- y comparte la antropo-patía de Dios. Esa es la pasión amorosa que caracteriza al Dios de Israel y a sus profetas. El Dios de los profetas es el Dios de la Alianza con su pueblo, que es como su esposa amada. La Alianza de amor es el tema central al servicio del cual está la profecía”. Pablo es un claro ejemplo de persona cogida por el pathos de Jesús y Ramon Llull y el P. Joaquim Rosselló (son cristo-páticos).
“La pasión profética y evangelizadora nada tiene que ver con la adicción a un trabajo, con un afán de crecimiento empresarial, ni con la escalada en puestos de responsabilidad. La pasión profética y evangelizadora es, ante todo, “mística”.
La experiencia de sentirse invadido por el fuego de Dios que paga el precio máximo de amor a la humanidad: la sangre de su Hijo. Este símbolo de la nueva Comunidad, que encontramos en la Alianza de los Corazones de Jesús y de María. La prueba de que el Reino de Dios instaura un orden nuevo según la voluntad divina: anunciando el evangelio y promoviendo-liberando a los de corazón herido.

Hoy volvemos a mirar hacia la montaña de Randa y nos animamos con su luz en medio de la noche oscura del desierto.

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