He pasado unos días en el Santuario de Lluc con motivo de reuniones varias programadas en el lugar. Estudié en este paraje mis años de filosofía a mitad de los años ’60 y luego periódicamente he vuelto a aspirar el aire de su entorno y admirar la austera belleza de sus encinares. Un espacio muy atractivo. Parece que ya en tiempos prehistóricos este bosque era considerado sagrado. Ciertamente el observador atento y con el paladar avisado experimenta sensaciones difíciles de definir, pero que ningún parentesco tienen con la vulgaridad.
Lluc es el Santuario de Mallorca por excelencia. Los pobladores de la isla lo aprecian por su raigambre histórica, por el paisaje que brinda en plena serra de tramuntana, por los escolanes que cantan con voz esmerada. El Santuario tiene una hospedería y a temporadas las celdas bullen de habitantes. Aunque en los últimos decenios, con la proliferación de los coches, la gente prefiere pasar unas horas o el día en el entorno, pero ya no es tan frecuente que alquilen una celda para hacer noche.
No voy a detenerme en los numerosos recursos de que dispone el santuario. Hay un museo, varios restaurantes, lugares para acampar, una Iglesia barroca muy bien cuidada, una imagen de la Virgen morena que es, junto con la escolanía, lo que mayormente atrae a los visitantes. Me interesa más recalcar que Lluc es un lugar de referencia para la isla. Tanto en la cuestión cultural como en la religiosa.
En estos pocos días en que he merodeado por el Santuario he tomado nota de tres acontecimientos multitudinarios. En una ocasión se aglomeraron numerosos enfermos, bien atendidos por sus acompañantes. El obispo presidió la Eucaristía. Se creó un ambiente peculiar, amalgamado por sentimientos de dolor, esperanza y devoción.
Otro acontecimiento fue el de la subida a Lluc de una gran parte de los sacerdotes de la isla en el día en que la liturgia celebra la fiesta de Jesucristo sumo y eterno Sacerdote. También el obispo se hizo presente para oficiar la Eucaristía y luego almorzar con los presbíteros. Los sacerdotes que cumplieron los 25 y los 50 años de ministerio recibieron el habitual homenaje anual.
Pude ser igualmente espectador de otro suceso: el encuentro de los familiares de los Misioneros de los SS. Corazones oriundos de Mallorca, precisamente los que, desde hace un siglo, rigen los avatares del Santuario. Los familiares, los Misioneros Laicos y los colaboradores de la Fundación Concordia nos encontramos para la Eucaristía, para ponernos al día sobre noticias de interés común y de publicaciones varias. La jornada finalizó con un generoso almuerzo, ambiente en el que la fraternidad suele fluir con menos inhibiciones.
Cierto que S. Juan dice que importa adorar a Dios en espíritu y en verdad. No es preciso organizar procesiones ni peregrinaciones para hacer la experiencia de Dios. Sin embargo… un entorno de austera belleza, salpicado de arcanas leyendas, en el que se han ido acumulando los posos culturales y religiosos de los isleños… indudablemente constituye un factor a tener en cuenta a la hora de la dicha experiencia. Una imagen morena, tallada en una secular piedra y blanco de afectos inmemoriales, encauza y despierta el sentido de la filiación.
Los tiempos han devenido más laicos y superficiales. Pero también para el caminante del llano o para el turista de allende los mares Lluc invita a una oferta singular. Incluso el senderista de a pie o el que viaja con su bicicleta a cuestas encuentra en el entorno un lugar ideal para su hobby. Y, por supuesto, quienes no renuncian a su fe, sintonizan enseguida con la Virgen morena que despliega amplios horizontes ante sus devotos.
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