jueves, 14 de octubre de 2010

12 de Octubre, prometo no olvidarme de las víctimas

Escribo esta nota del día después con todos los amigos y amigas latinoamericanos en el corazón. Ayer tuvimos día festivo, y un amigo me preguntó en el chat: ¿qué celebran? “Ntra. Sra. del Pilar”, “Día de la Hispanidad”, “Festa d’Espanya”, lo llaman diversamente, pero ¿qué nos evoca?…

  1. Currículum

Llovió a cántaros sobre la tierra seca y a penas subió nadie al Santuario. Este día me ha refrescado la memoria de aniversarios vividos con intensidad: El 5º Centenario con aquellas catequesis que despertaron tanta solidaridad comunitaria y sus anti-celebraciones que provocaron que no nos renovaran el contrato de la parroquia. La Asamblea de Santo Domingo y las reuniones paralelas del grupo Amerindia (1992). Mis visitas a la tierra de los mayas y de los mapuches ancestrales. El eco del Bicentenario de las 7 naciones que hogaño conmemoran la Independencia…

En la última semana de Septiembre tuve la dicha de coincidir con el obispo de la Vega, mons. Antonio Camilo, en un congreso internacional donde nos barajamos en la multiculturalidad de 70 países del globo. Su petición de recursos para las pequeñas biografías que estaba redactando de personajes veganos, provocó que desempolvara algunos estudios que publiqué intentando hacer un honesto ejercicio de lectura bíblica desde las víctimas. Cómo llegué a amar las Relaciones de fray Ramón Pané y el profetismo de los primeros dominicos de la Hispaniola (A. Montesinos, P. de Córdoba, B. de las Casas). Los textos de los cronistas de Indias, que hoy deben dormitar bajo el polvo de alguna estantería. Mi agradecimiento a M. León Portilla y a N. Wachtel que me hicieron descubrir las Crónicas indígenas de los Vencidos y el Chilar Balam. A J. L. Guerrero que me erizó el vello con su “Flor y canto del nacimiento de México”. Los poemas de E. Cardenal y de P. Casaldàliga, que me han hecho sentir lo que ningún otro después. “Dios o el oro en las Indias” de G. Gutiérrez… Recuerdo que mons. Roque Adames tenía un pequeño cemí taíno sobre su escritorio (el mítico Señor de la Yuca, del Mar, el Sin Principio de la cosmogonía taína). y yo lo miraba observándonos con sus grandes cuencas impávidas y su boca abierta. Me gustaba aquella frase: “Los dioses prehispánicos conocían el futuro y podían predecirlo, pero no cambiarlo”. ¡Qué impresionante! Fue el último souvenir (barato) que me compré en la calle Conde, junto al Mausoleo de los Próceres dominicanos, cuando regresé a España después de 25 años…

2. Voz que clama

El artículo matutino de mi amiga Susi Pola “Mujeres del 12 de octubre”, me entonó la jornada. Termina diciendo: “¡De estas mujeres descendemos! ¡Esta historia hay que contarla hoy!” No pude contenerme y le envié la enhorabuena: “tú que eres bellamente mestiza (española, argentina, canadiense, dominicana...), descendiente de las mujeres de la Patagonia del Fin del Mundo”. No sólo una feminista conocida y reconocida, sino luchadora destacada a favor de un sinúmero de causas que defiendan a los débiles y víctimas.

3. La película

En la eucaristía dominical hice mi memoria penitencial, comprometida y reivindicativa, sin homilía esta vez, en un silencio que deseaba comulgar con los gritos de todos los conquistados y reprimidos. Pero la celebración más vital fue la proyección de la película del mexicano Salvador Carrasco, La Otra Conquista (1998). Patrocinada por Plácido Domingo, con el soporte de los jesuitas, es el film que más me ha impactado sobre el tema del Descubrimiento/Encubrimiento, Choque/Conquista. Ustedes mismos la pueden bajar fácilmente de la red o youtube. Al principio vi la primera parte hablada en un nahuatl sin subtítulos, sorprendido por el grito: inicial “Dios Sol, ¿por qué nos has abandonado”. Poco a poco me dejé envolver por la poderosa música de Samuel Zyman (música sinfónica) y Jorge Reyes (música étnica), que me evocaba el Vangelis de 1492, La Conquista del Paraíso o al Morricone de La Misión. Les reto a escucharla sin dejarse afectar. La verdad de cada uno de los personajes enfrentados: Hernando Cortés al lado, sobre y enfrente de “Isabel” Moctezuma. Fray Diego de la Coruña y Topiltzin (un simbólico hijo ilegítimo de Moctezuma), ambos devorados, en el fondo, por idéntica utopía religiosa: “Vivimos en todos los siglos y en todas partes, la misma creencia. Nuestro encuentro es inevitable y eterno”. Su especie de “saga” de la memoria histórica de la devoción guadalupana, hecho fundante de la evangelización del Nuevo Mundo: El icono mariano omnipresente (tan occidental con su cabellera rubia, su corona isabelina, sus ojos tristes capaces de llorar y el niño que ofrece en brazos), capaz de ponerse tan cerca del sufrimiento azteca. No suena a falsa la identificación que hacen los indígenas con Tonatzin, la bella Reina del cielo, la diosa madre. Se respeta. El antiguo dibujante de códices rebautizado como Tomás en el Monasterio de la Luz, hechizado por la Señora que se convertirá en la Virgen de Guadalupe: “Es la que vemos, pero no sabemos”. “¿No estoy yo aquí y vos por ventura en mi regazo?” La película empieza en 1521 (conquista de México) hasta 1531 (aparición de Guadalupe, cuando la empresa evangelizadora estaba a punto del desastre). Impresionante el vis a vis del cacique con los ojos de la Virgen María (profundos como los de los cemíes) caribeños. Al final, el orgulloso rebelde, vestido con su indumentaria indígena, roba la imagen, le quita la corona y se lanza al vacío abrazado a ella, en un desposorio de sangre.que culmina el ritual del sacrificio supremo. “Este es el milagro: Dos razas tan diferentes pueden ser una a través de la tolerancia y el amor”. Y el misionero franciscano, que ya no podrá volver a conciliar el sueño, habla su última palabra: “En verdad que sois el rostro del Impenetrable”.

Esta ha sido mi particular vivencia del 12 de Octubre, que me ha hecho renovar la promesa de no olvidarme de las víctimas.

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