viernes, 22 de octubre de 2010

Carta a un joven, que tiene dificultades para vivir su compromiso de Laico Misionero después de haberse casado


Jaime, me alegro de recibir alguna señal de humo, que es el modo como se comunicaban los indios en el farwest. ¿Y no son ligeras como nubecillas que se lleva el viento las comunicaciones del Facebook?

Ya veo que me estás haciendo una confesión general como cuando nos sentábamos en la cama o en las mecedoras de la Islita, circumrodeados por un torrente que corría lleno de basura. Te perdono todos los pecados, si es lo que buscas. Pero preferiría compartir un poco más tu vida de recién casado, conversaciones intrascendentes pero más cercanas. ¿No te parece feo que tuviera que seguir tu boda por uno de tus álbumes on line?

Me dices que Raysa y tú están bien, que el trabajo y el negocito que has abierto te tienen atado, que tienes que recorrer cientos de kms hasta Santiago, que has tenido unos días de ensueño con la visita de tu hijo Nathan, pero que te ha dejado muy triste ahora que regresó a New York. Que no dejas de rezar con tu esposa y sueles frecuentar la misa dominical, pero que echas en falta las actividades eclesiales, desde hace mucho… Y “a ver cómo nos enfilamos nuevamente en alguna labor pastoral, pero en ese aspecto te confieso que he estado muy pero muy lento”.

Entiendo lo que me cuentas, pero no te conformes. Esto va para largo, será un estado permanente que no durará dos días, ahorita llegan los hijos … Una veintena de años, por lo menos, ¿qué te parece la perspectiva?

¿No crees que sería el momento de crear un estilo de LMSSCC joven (casado, con mucho trabajo, sin mucho tiempo, pero con mucho amor)? Bastaría conectar con unas cuantas parejitas de aquellas con las que te reunías de soltero. Un sancorcho, por ejemplo, o un morito de camarones juntos. Exponer el proyecto, echarle ganas, y firmar un compromiso sencillo y llevadero. Una cuota personal de oración en pareja, en el secreto de la habitación o sentados a la hora del atardecer frente a la bahía. Participación en la misa dominical, cuidando mucho la comunión con el grupo (aunque sea en la distancia de san Agustín o en Samaná). Un acompañante que les hiciera llegar la lectura comentada de cada domingo y unos recursos para las fechas señaladas en rojo corazón. Entrar de vez en cuando en la web de la congregación, en mi blog. Unas pocas reuniones al año, pocas pero bien preparadas (por ejemplo, dos al año, un retiro en verano y una celebración en navidad donde se comparta la espiritualidad matrimonial…). La misión de laico ejercida en medio del mundo, como toca, en el trabajo que es tu oficio, en las relaciones sociales o políticas.

¿No te parece que se podría abrir un grupo de LM jóvenes, en situación parecida a la tuya, en facebook? A mí y a otros nos encantaría ser un acompañante invitado, ver que otros siguen la misma causa y que nuestra pasión no ha sido en vano...

Con un fuerte abrazo, espero algún eco de esta idea loca.

1 comentario:

  1. Confiemos en que la propuesta no caiga en saco roto. Buena falta hacen grupos de Laicos Misioneros que sean fermento en la sociedad.

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