sábado, 18 de diciembre de 2010

EVANGELIO PARA JÓVENES: “De cómo el hombre que se pierde llega siempre a Belén”.

Ya estamos en el IV Domingo de Adviento. Se encienden las luces de navidad, aunque este año brillen menos porque la administración las puso de bajo consumo. No hay Navidad sin Adviento. Sólo los que esperan encontrarán lo que nos trae Navidad. A veces nos molesta este tiempo y escaparíamos a otro país donde la Navidad no se celebre. Si no esperamos nada, Navidad se convierte en parafernalia vacía, con sus luces de pacotilla, sus comidas familiares sin reconciliación, las comidas de empresa sustituidas por la rutina de unos brindis sin compromiso social ni esperanza firme.

Reconozcamos que todos andamos un poco perdidos, que se nos olvida lo que buscamos y, sobre todo, la dirección adónde vamos. Entonces resuenan las palabras de Isaías (Is 7,10-14): “Pide una señal al Señor…” Respondemos: “No la pido, no quiero tentar al Señor”. Y entonces el profeta nos pone entre espada y pared: “¿No les basta cansar a los hombres, que cansan incluso a mi Dios?” ¿No quieren tentar a Dios pidiendo una señal o la verdad es que no creen que haya un Dios capaz de enviarnos señales para el camino?

“Miren: la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel”. Nos quedamos decepcionados: ¿Qué señal espectacular es ésa? Y Mateo se siente en la obligación de traducírnoslo porque sabe que hemos perdido el sentido de las palabras importantes: “Significa Dios con nosotros” (Mt 1,24).

Si ponen atención, verán que Dios nos acompaña en los niños que siguen naciendo, en la gente que nos quiere a pesar de nuestras limitaciones, en los enfermos que no jubilan las ganas de vivir, en las obras de misericordia con los que sufren, allá donde emprendemos pequeñas iniciativas a favor de la justicia y la paz.

Por esto traigo hoy aquellos breves versos de Luis Rosales (1910-1992) titulados “De cómo el hombre que se pierde llega siempre a Belén”

De noche, cuando la sombra / de todo el mundo se junta,

De noche, cuando el camino / huele a romero y a juncia,

De noche iremos, de noche, / sin luna iremos, sin luna,

Que para encontrar la fuente / sólo la sed nos alumbra”.

Ya basta. Este es el mensaje de los profetas y de los ángeles, de los poetas y de los heraldos de la buena nueva: Si nos sentimos perdidos en la noche, pero no dejamos de buscar… Si no renunciamos a la sed, pura y dura, bebiendo en cisternas agrietadas, encontraremos la fuente… Si contemplamos con cariño los acontecimientos cotidianos, podremos descubrir la huella divina. ¡Feliz Navidad!

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