(Nos serviremos del libro de C. Bravo, Galilea Año 30 para comentar el
evangelio.Mc empieza diciendo que cuando Jesús
fue bautizado en el Jordán, se oyó una Voz del cielo: ‹‹Tú eres mi amado hijo,
a quien quiero; estoy satisfecho de ti›› 1,11).
SE RETIRÓ AL DESIERTO: “Si alguien te
dijera ‹‹tú eres mi hijo››, de pronto te sentirías ligado a él por la vida y de
por vida; responsable de su nombre, de sus asuntos. A Jesús eso le pasó: que
Dios le dijera ‹‹tú eres mi hijo querido›› lo hizo ver todo de manera
radicalmente nueva. Y obedeció a un impulso interior de alejarse, de quedarse
solo, de irse al desierto; tenía que tomar en serio esa revelación, darle
tiempo de que se asentara, y darse tiempo para concretar cuál debía ser su
respuesta a eso que le había descubierto el Espíritu de Dios.
FUE TENTADO POR SATANÁS: Jesús fue el
primero que comenzó a llamar Papá a Dios, como nadie se había atrevido a
hacerlo... ¿Por qué los maestros no hablaban de Papá Dios y, en cambio, ponían
a los hombres delante de un Dios lejano, inaccesible, al que más bien había que
tratar con mucho cuidado, con temor reverencial -y algo más que reverencial-?.
Así comenzó para él una etapa
prolongada de profundo discernimiento sobre lo que le tocaría hacer. ¿Qué
quería Dios de él?... se le ocurrió también si no sería mejor relacionarse con
los que sí sabían de Dios; ser discípulo de los fariseos, o de los esenios...
La tentación de buscar tener más poder
mediante relaciones con otros, de establecer alianzas, en último término, fue
una tentación real para él. Mas con la claridad del Espíritu de Dios que lo
animaba descubrió que allí había algo que era del mal espíritu. Pronto
comprendió que era imposible. Porque o se ajustaba a lo que ellos pensaban o no
podría hacer nada. Por eso descartó también esa tentación: porque tendría que
doblar las rodillas, lo cual en realidad, sería tanto como renunciar a la
experiencia que había tenido; tendría que hablar de otro Dios, no de Papá-Dios.
Pero ¿cómo convencer a su gente de que
Dios le había dicho que era el Papá de todos y que quería la reunificación de
Israel no para dominar a las naciones sino para ser centro y factor de
hermandad ahora que Papá-Dios viniera a reinar?. Alguna acción espectacular,
una señal que viniera del cielo, tal vez predicar desde la punta del Templo, o
lanzarse desde allí y que Dios lo protegiera, qué sé yo... Pero ¿por qué
pretender sobrepasar lo humano? Dios no
está en lo espectacular, en lo extraordinario, sino en la flor que brota,
en el niño que nace, en el pueblo que se libera.
VIVÍA ENTRE FIERAS, PERO LOS ÁNGELES
LE SERVÍAN
Mucho tiempo le llevó a Jesús ese
discernimiento. ¿Cuántos días? No se sabe; decir que fueron cuarenta es lo
mismo que decir que fue un tiempo largo de discernimiento, de tentación; como
los cuarenta días de Moisés en el Sinaí, o los de Elías en el Horeb; o como los
cuarenta años de Israel en el desierto.
A lo largo de ese tiempo Jesús poco a
poco, trabajosamente, fue deslindando una posibilidad de otra, definiendo
tareas, compromisos a asumir. No un plan prefijado de antemano, ni menos un
plan que le hubiera dado Papá-Dios con todo detalle. Más bien… la experiencia
de que Papá-Dios tenía que ver con esta tierra, con esta historia, y que estaba
a punto de llegar a ella para transformar la situación de los hombres, si
colaboraban con él. Para eso trabajaría: para rescatar la armonía del hombre
con la naturaleza, con los animales, con el cielo, con los ángeles, con Dios:
porque el Reinado de Papá-Dios en eso consistiría: en una nueva creación, en la que existiera la paz de las relaciones
justas y nacidas del amor.
Fue algo así como una conversión, que llevó a dejar su vida privada para entregarse
de por vida a los demás. Por lo que le quedaba de vida... Todo su mensaje y su
obra podía resumirse en una frase: Ya se venció el plazo que tenía el mal para
dominar; y Papá-Dios está a punto de llegar para reinar; abran los ojos,
acepten este notición de que Dios ofrece mejores posibilidades para el futuro,
y cambien su corazón, sus valores, sus actitudes, sus relaciones, para que
puedan aceptar esa oferta de Dios.
Ya en esto había un cambio fuerte tanto
respecto del Bautista como respecto de los maestros de la Ley, de los Fariseos,
de los Sacerdotes. La liberación que Dios venía a hacer ya no era cosa del
futuro, sino del presente. Su mensaje era: ‘Hoy’. Iba más allá que los profetas
antiguos, que remitían al futuro. Para Jesús, Papá-Dios era alguien del
presente.
Pero no era una excusa para una
pasividad exaltada, que espera que Dios lo haga todo. Exigía un cambio en el
hombre, en el pobre: que crea que hay alternativa; que Dios mismo es la
alternativa; y que por esa fe rompa la inercia del pesimismo que le lleva a
soportar la injusticia y el Anti-reino como algo fatal e inmutable.
Preguntas para
profundizar: 1. ¿Somos conscientes de que también nosotros hemos “recibido un
espíritu de hijos adoptivos que nos
permite llamar a Dios Abba, Padre?”).
O ¿tenemos un espíritu de esclavos, que nos hace caer en el temor? (Rm 8,15).
2. Se puede ver el video
de J. Caravias “Las tentaciones de Jesús y las de nosotros” (youtube) y
comentar después cuáles son las tentaciones que más nos molestan.
3. ¿Podemos decir que también nosotros “vivimos
entre fieras, pero los ángeles nos sirven”? Cuáles son las alimañas que nos
atormentan y en qué sentimos que Dios nos alimenta y acompaña.
4. El Evangelio de Jesús
¿es para nosotros una Buena Noticia de liberación?