El libro de Avilés termina con dos bellos
poemas, que no me resisto a reproducir íntegramente:
6. 1 Texto
Qué gran peso al respirar
"Qué gran peso al respirar
tiene esta Dispersión.
No hay templo y se quedan vacíos
de aire
los pechos, las espaldas, pero
qué bueno...
queda la Presencia dentro del
corazón.
Y eso es un hermoso Cambio
y da la posibilidad de un Templo
Verdadero".
El profeta desconocido
"Tal vez lapidado en el sur
o en cualquier punto de la
tierra
como un Esteban anterior
al grano de mostaza,
a la uva y el pan,
al agua del costado...
Duro aire en la noche,
voz entre piedras,
voz entre metales y colores,
voz de flor,
voz de hoja clara y agua verde,
voz de mañana y de montaña,
Tú el que no se menciona
en ningún sitio
porque eres el pobre Pueblo,
el puro Pueblo.
Sin nombre como Yo".
6. 2 Comentario final
Voy a seguir básicamente el
comentario de María del Carmen Prodoscimi, que me parece perfecto. "Los
dos últimos poemas anuncian el mensaje del poeta... Vemos que a diferencia de
otros poetas que han estructurado su obra sobre una única y constante
preocupación religiosa o en versículos que intentan reflejar los tradicionales,
Avilés sostiene una doble vertiente: la preocupación - a veces simple
nominación que evidencia al creyente- religiosa como uno de sus trasfondos
culturales unidos a los clásico, y la preocupación de índole social. Creemos
que ambas líneas confluyen hacia el final de Los profetas. En "Qué gran peso al respirar tiene esta
Dispersión" se opone la presencia interior que anuncia el cambio, como
apunta el símbolo múltiple en la mayúscula: `Y eso es un hermoso cambio / y da
la posibilidad de un Templo Verdadero´.
El poema debe ser leído junto al
breve pero refulgente poema final... No en vano Avilés menciona el Sur, bien
denotado en su poesía por el abandono, para adelantar el cierre. Ubica entonces
al profeta en su circunstancia, elevándolo hacia lo universal en la corriente
religiosa que cada palabra alude... Cada elemento que entronca con las
notaciones de los profetas anteriores y sitúa al profeta desconocido... El no
mencionado, el pobre y puro Pueblo con el que se identifica el poeta "sin
nombre como Yo" es el anunciador del Cambio del poema anterior y de tantas
composiciones precedentes" (132-133).
Qué optimismo ante la crisis
post-conciliar de la Iglesia, no puedo dejar de pensar. La Diáspora producida,
la Dispersión disgregante, la falta de aire, la deserción de tantos y tantas,
la escasez de vocaciones proféticas, la vuelta atrás para guarecernos bajo
techo a buen recaudo...
Probablemente Avilés no piensa
en esta óptica, pero qué profético. Qué bueno, qué evangélico suena. Queda la
Presencia de la Shekiná y la Libertad interior, queda el Espacio conquistado...
Y eso es un hermoso Cambio (dejémoslo así, en lo sugerente de la mayúscula), al
eco de las palabras de Jesús de Nazaret junto al pozo samaritano Jn 4, 24.
Queda nuestra pequeña voz -"un gemido pequeño"- contra las piedras,
el ejército de metales, contra el cambiar de lunas y de dunas.
Este Cambio lo produce el Pueblo
profético de que hablan Joel y Pedro en Pentecostés. El Pueblo anónimo del sur
marginado y reivindicado, o de cualquier parte, no importa. El Pueblo del que
formamos parte también nosotros y nosotras, lectores anónimos y porta-voces.
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