viernes, 26 de diciembre de 2014

125 aniversario de la Fundaci'on MSSCC


En estas fechas de NAVIDAD,  cuando se nos revela la bondad y la ternura del Corazón de Dios con la humanidad (cfr. Tito 3,4). A punto de estrenar el AÑO NUEVO, les queremos comunicar que el próximo 17 de Agosto de 2015 celebraremos el 125 aniversario del NACIMIENTO de nuestra Congregación. En la montaña mística de Randa, tan ligada a la herencia del beato Ramon Llull, el P. Joaquim Rosselló i Ferrà soñó unos Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María que fuéramos hombres contemplativos y de celo apostólico para predicar en los pueblos de la isla y más allá.

Todos los que os consideráis amigos nuestros, ayudadnos a dar gracias a Dios que contó con nosotros en sus designios de amor.  En marcha con su Pueblo, a través de una sociedad que sufre “desertificación espiritual”,  nos esforzaremos por ser “oasis de verdor”,  agua que brota del manantial del Corazón de Jesús (cfr. EG 86). 

Al Obispo, nuestro Pastor, y al presbiterio de la Iglesia local, renovamos nuestro compromiso de construir una Iglesia de corazón abierto, como abiertos están en nuestro escudo los corazones de Jesús y su Madre (cfr. EG 47). 

Con los hermanos  religiosos y religiosas, en este Año de la Vida Consagrada, renovaremos la pasión de la primera generación y jamás renunciaremos a la esperanza, cediendo a la tentación de los números y de la eficiencia (cfr. Carta a todos los consagrados, III/3).

Saludamos, finalmente, a todo el pueblo que nos ha sido confiado, y especialmente al laicado que comparte con nosotros ideales, espíritu y misión (cfr. Id. III/1).  Unos como contratados en nuestras obras y muchos otros y otras  de manera voluntaria, también se sienten hijos del P. Joaquim Rosselló.  Vosotros nos exigís, nos enriquecéis y nos potenciáis. El futuro de nuestra Congregación va muy ligado a todos vosotros y vosotras. En la Misión Compartida descubrimos el soplo del Espíritu que nos renueva.


Felices Pascuas de Navidad, 2014.


Delegació de Mallorca MSSCC


NADAL 2014



Germans, alegrem-nos perquè ens ha nascut el Salvador. Donem glòria i alabança al Déu que vingué, que vé i que vendrà.
1.      
1. VINDRA
Tota la nostra vida és un pelegrinatge cap a Déu. Tots nosaltres som criats i porters que esperam l’amo de casa per obrir-li la porta quan torni a l’hora més impensada. Vetlau, no vos despisteu!, és la consigna que ens han donat. És el missatge que la tradició mallorquina ha conservat com un tresor en el cant de la Sibil·la, que acabam d’escoltar. La Sibil·la és un cant d’origen medieval que anuncia el Judici Final no en boca d’un profeta bíblic, sinó d’una dona pagana, la Sibil·la d’Eritrea. Encara que parla un llenguatge evangèlic, és un missatge universal.
“El jorn del judici – parrà qui haurà fet servici”. Parrà pareix que significa: Llavors es veurà, quedarà clar qui haurà estat bon servidor o qui haurà estat un corrupte de l’administració confiada. Jesucrist, Rei, Jutge universal “del cel vindrà per a jutjar i a cada u lo just darà”. “Als mals dirà molt agrament: Anau, maleïts, en el turment! Als bons dirà : ¡Fills meus, veniu ! » I tots, tremolosos, insegurs, sentint-nos pobres pecadors, demanam: « Oh humil Verge ! A vostro Fill vullau pregar », que la Mare de Jesús intercedesqui per nosaltres perquè portem una bona vida i tenguem una bona mort.2. vingu

2. VINGUE
Nadal no és motiu de por, sinó d’alegria perquè Déu té cara d’Infant. S’ha revelat l’amor de Déu, la seva misericòrdia. Déu s’ha fet un de nosaltres, el Pastor s’ ha fet una ovella, Déu omnipotent s’ha fet un Nin dèbil amb les galtes bufarelles. La Mare de Jesús és la nostra mare, tots som de la família de Déu, tots som germans.
3
3. VE
Nadal tendrà sentit si nosaltres sabem reconèixer-lo present avui i aquí. A Déu no l’hem de cercar només a les pàgines arnades de la Bíblia, a les rondalles d’infants. Avui al nostre món, vé el Messies, el Senyor, anem-hi a adorar-lo. M’agradaria acabar amb les paraules d’un franciscà Santiago Agrelo, que és bisbe a Tànger, a la frontera entre Espanya i Àfrica, allà on el betlem es fa més actual:
“La Palabra se hizo carne”:
“La Palabra”, el artífice del universo, la sabiduría que mueve los mundos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, esa Palabra eterna “se hizo carne”, debilidad de debilidad, finitud de finitud, Dios despojado de sí mismo, Dios nacido de mujer, Dios niño, Dios emigrante, Dios escondido, Dios empujado hasta la muerte. 


Esa alegría que se te anuncia para que la comulgues, si la recuerdas nacida en Belén, se llamaba Jesús, y era un niño al que su madre envolvió en pañales y recostó en un pesebre. Esa misma alegría, si la celebras nacida hoy para ti, la llamarás ‘Mi Salvador’, y es el Mesías, es tu Señor.
“Y hemos contemplado su gloria”:

En el niño de María, en la comunidad de los fieles, en los que no tienen el pan de cada día, en hombres, mujeres y niños a los que excluimos de nuestros derechos, en el rostro de los desechados porque no son de los nuestros, en todos ellos reconocemos a la Palabra hecha carne, en todos contemplamos su gloria, y en todos la recibimos con el mismo amor con que la comulgamos en la Eucaristía. 
Hemos nombrado sacramentos de la vulnerabilidad de Dios, en los que vemos brillar el resplandor de su gloria: Un niño, una comunidad, un rostro humano, un pan.
Sólo la fe puede ver que la gloria de Dios se ha hecho huésped discreta de ese niño que contemplas recostado en el forraje de un pesebre. Y el corazón te dice que un día tu fe ha de ver esa gloria romper como un torrente de luz por las heridas de un crucificado. 
Sólo la fe puede ver la gloria de Dios en el cuerpo humilde de la comunidad eclesial. Sólo la fe puede ver en el pan de la eucaristía, fruto humilde de nuestra tierra y del trabajo del hombre, la gloria de Cristo resucitado.

Sólo la fe puede ver en el rostro de los pobres un sacramento de la venida de Cristo a nuestro encuentro. Por la fe podrás decir que “has visto al Señor”, cuando lo hayas abrazado y cuidado en el hambriento, en el sediento, en el abandonado al borde del camino, en el emigrante, en el enfermo, en el encarcelado, en el esclavizado; y si no lo supiese decir tu fe, te lo dirá el Señor cuando él te reciba en la hora en que todo se verá con claridad: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

“Alegrémonos todos”:

Que nadie quede fuera de nuestra alegría, pues es para todos este sacramento de ternura e inocencia, y nadie ha sido excluido de la gracia que el cielo regala a la tierra.
“Alegrémonos todos”: Lo dice nuestra comunidad reunida para la Eucaristía, lo dice en Cristo y con Cristo, lo dice a una voz con todos los que son de Cristo, con los que están cerca y los que están lejos, con los que viven y también con los que en Cristo han muerto. 
“Alegrémonos todos”: No hay vallas que impidan a los pobres la entrada en esta alegría, no hay cuchillas que cierren el camino a quienes buscan la Navidad, no hay leyes de extranjería para quienes llamen con los nudillos de su esperanza a las puertas de nuestra vida.
“Alegrémonos todos”, porque Dios es de todos, y, como documento de entrada en su alegría, todos llevamos la imagen de su Hijo con el sello de su Espíritu. Feliz Navidad. 

Foto> Obra de Just Nicolas

martes, 9 de diciembre de 2014

EL MISTERIO DE MARÍA (CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DE LA INMACULADA Y DESPUÉS DE PARTICIPAR EN UN DRAMA MEDIEVAL DE LA ASUNCIÓN)

1.      “Cristo Nos lleva a María porque no quiere que caminemos sin una madre, y el pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio” (EG, 285). En la homilía de hoy he leído los párrafos que el papa Francisco dedica a Santa María, al final de su exhortación “Evangelii Gaudium”.


“Ella es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús… Ella es la esclavita del Padre… Ella es la amiga siempre atenta… Ella es la del corazón abierto… Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos… Ella es la misionera…” (EG, 286). Yo no sé cómo sentirán estas palabras los amigos y amigas que han dejado nuestra Iglesia Católica. A muchos de ellos, que probablemente antes no se significaban en la comunidad, ahora se proclaman enamorados y enamoradas del mismo Jesucristo. Me pregunto cuáles serán las razones de que hayan tenido que alejarse de la Iglesia que los engendró en la fe. Si ahora no sabrán qué hacer con la figura de María Madre, la que decimos nosotros que mantiene el calor de hogar dentro de la Iglesia católica. Y también me alegro de que ahora los siento más cercanos en la nueva familia de Jesús.

2.      Me llegaban estos pensamientos a la mente cuando anoche venía de la Catedral de Palma de participar en “el Misteri de la Selva”. Un drama medieval sobre la asunción de María. Cuando en adviento empieza la historia de María de Nazaret, y voy pisando la alfombra de hojas otoñales, vengo de celebrar el último misterio glorioso, su coronación en el cielo, de manos de su Hijo, en el coro que describe el Apocalipsis.


El “Misteri de la Selva” (Camp de Tarragona) es una “representació de l’Assumpció de Madona Santa Maria” del siglo XIV. Escrito en un catalán medieval espléndido, cantado sin acompañamiento musical con melodías gregorianas o polifónicas llenas de unción. De la misma época en que los antiguos gremios levantaban la seo de Mallorca a orillas del mediterráneo y el maestro Ramon Llull componía sus versos trovadorescos para cantar el amor divino. Más de un centenar de personajes, la mayoría jóvenes, con sus vestes litúrgicas:  Las casullas rojas y verdes, las albas, las estolas moradas, las capuchas puestas o quitadas, los cirios prendidos, el incensario… escenificaban el icono de todo un Pueblo sacerdotal. Ángeles y apóstoles, santos y coros que entonaban alabanzas, los lavados en la sangre del Cordero.


      3.  “Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño… Ella es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia… Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización” (EG, 288).


Nuestra Señora (“Nostra Dona”, María) llena de dulzura, muere de añoranza de su Hijo, con la autoridad de matriarca en la primera comunidad apostólica. Dialogando con el ángel, recibiendo en su mano la palma bajada del cielo (“el ram polit”), durmiéndose serenamente en el lecho que será llevado en procesión, su delicado despertar en brazos de Jesús. No me sentí cómodo del todo con el festejo de su coronación, en el paso de madre a reina proclamada. Ocupando su sitio a la derecha del Hijo, con la corona real en la frente, distinguida y un poco distante. Tal vez será por esto que la obra acaba con una proclama real que ella hace a todo el pueblo, prometiendo su constante protección. Hierática, como las imágenes de los presbiterios románicos y góticos. Pero todos nos sentimos arropados  en la misma comunión de los santos pidiéndole a la “Marededéu i mare nostra” refugio y refrigerio (“algun refreschament”) para el camino.
 


Una buena celebración del misterio de María, desde el anverso y el reverso, desde la íntima experiencia inicial de su fe (anunciación) que no podemos penetrar, hasta la resurrección y la exaltación (glorificación en la comunión de los santos) que nos atrevemos a esperar.

miércoles, 1 de octubre de 2014

HA MUERTO VALE, QUE DESCANSE EN DIOS







Anoche recibí la noticia que venía esperando hace muchos días de la muerte de José Celestino Mercado, en República Dominicana, a quien todos llamábamos “el Vale”.  

Era uno de los grandes patriarcas de Jacagua, como el viejo Abraham. Natural de Los Higos, yo lo conocí en 1975, cuando me hicieron pastor de la parroquia de Fátima (El Ejido) en Santiago de los Caballeros. Formaba parte de un grupo de hombres de fe, recios  como caóbanas, con sus mujeres a la sombra animando y empujando siempre. Junto a su esposa Mery, con don Tinto (el que iba alante), y Otilia, con Cuco y Socorro, Rafael y Brígida... y otros varios y varias. También hubo una mujer en ese primer grupo de hombres de pelo en pecho: doña Tatica y su esposo Chicho,que fue asesinado por su falta de  miedo y su sentido de responsabilidad.



Luego se añadieron más, que continuaron llevando su espíritu. Se formaron en los cursos de catequesis de Pontón y en aquellas inolvidables reuniones de Presidentes de Asamblea y de Promotores del Movimiento para el Desarrollo de la Montaña.

Vale me consideraba un padre, y él era más que un hermano para mí. De corazón muy sentimental, tenía la lagrimita fácil, y decía que amigo es el que ha comido con nosotros un cajón de sal, en las duras y en las maduras.



Gran padre de familia, y sino escuchen el testimonio que dan en estos días sus 5 hijos y numerosos nietos. Él se responsabilizaba y sufría por todos ellos, de tal modo que a veces le escondían los problemas para que no padeciera tanto su corazón. Hombre alegre, de grandes carcajadas, alegraba la vida.

Hombre de Iglesia, estaba orgulloso de tener una hija monja. Sumamente tímido, no buscaba protagonismos, le gustaba más estar en segunda fila. Le costaba hablar en público y metía muchas eses extraviadas, como los campesinos, pero nunca rehuyó las responsabilidades. Siempre lo encontrabas en los lugares difíciles y oscuros, como el Níspero, el Pley o la Búcara o en las campañas que se hacían... Nadie le pagará todo lo que hizo por las comunidades de la loma.

Hombre de comunidad de base, sujeto de la teología de la liberación, respiraba la espiritualidad de liberación campesina. Fue el alma de la cooperativa, del camión comunitario, de la defensa de la loma . Bajó a vivir en Gurabo, de cara a la loma, pero su corazón quedó sembrado en el campo. Me encantam sus última palabras que ha recogido su hija Belkys: “cuando está más oscuro es que va a amanecer”.



Tuvo que convivir con una dolorosa enfermedad al final de sus días, que seguramente lo debió purificar mucho. Yo no estaba cerca, pero lo tenía muy presente. Desde aquí lo saludo y no lo despido. Envío un abrazo y un beso de consolación para todos sus hijos e hijas: Lucía, Belkys, Chacho, Rudy, Fátima, mi ahijado Jaime. A todos sus nietos y nietas. Estoy seguro de que ahora lo vamos a tener más cerca. Que intercederá por todos nosotros. Descansa en paz. Hasta pronto, Vale. 

sábado, 23 de agosto de 2014

IMAGEN DE UNA NUEVA VIDA RELIGIOSA “EN SALIDA”

Es lo que deduzco de la contemplación de esta fotografía reciente. 

El domingo 17 de Agosto de 2014, en el 124 Aniversario de la Fundación de los MSSCC. Lugar: La Ermita de Sant Honorat, en la mística montaña de Randa, cuna de la Congregación, en el corazón de la isla de Mallorca. 

Hippolyte Voka, congoleño, de 45 años, ya es un hombre maduro; no un jovencito como nosotros que profesábamos con la adolescencia todavía sin superar. 

Ante los Sagrados Corazones que una devota señora regaló al P. Joaquim Rosselló i Ferrà en su primera misa y que tantas veces lo acompañaron en la predicación de misiones populares por todos los pueblos.  También se divisa la talla de la “Moreneta” de Lluc, Patrona de nuestra Congregación, título bien merecido ya que su Santuario cobijó a los primeros congregantes, allí nos formamos los Estudiantes durante muchos años y en aquellas cumbres aprendimos a “volar como Salvador Gaviota” en los cielos de la isla y más allá. En presencia del Visitador General, del Delegado de los MSSCC de Mallorca y de los Padres de la Congregación aquí presentes. Ante una significativa representación del laicado que también se siente misionero (familiares, colaboradores, amigos y amigas…).


El P. Emilio, en una homilía bien cuidada, subrayó la importancia del momento presente, cuando nuestras vocaciones son sobre todo africanas, buscamos el enraizamiento en el carisma y experimentamos que el árbol de la Congregación, como sucede en la comunidad de Sant Honorat, está formado por dos ramas: la clerical y la laical.

Hippolyte, que se expresa bien en francés e inglés, rwandés, español y catalán, y creo que estudia alemán, hizo su profesión en la lengua de esta Congregación mallorquina por sus orígenes.

Se le preguntó con el ritual en la mano si se sentía llamado a ser un contemplativo del Dios Vivo, por los caminos del Amor que arde en los Corazones de Jesús y de María. Si quería ser signo permanente del Amor de Dios a la humanidad y a los traspasados de la historia de manera particular. Si se comprometía a contribuir para que nuestras comunidades fueran oasis de fraternidad en medio de un mundo inmisericorde. Si estaría disponible para ir a los lugares más necesitados como Misionero para ayudar a crear Iglesias locales allá donde germina el grano de mostaza del Evangelio.


Después de invocar a todos los santos, el profeso leyó públicamente su Profesión Perpetua.  El Visitador General le entregó el crucifijo misionero, y le dijo: “Confirmo que formas parte de muestra comunidad y eres miembro de esta Congregación de MSSCC, para que de ahora en adelante  todo  lo tengas en común con nosotros. Cumple fielmente el ministerio que la Iglesia te encomiende, ejercítalo en su nombre, como competente socorro y hiedra arrimada al báculo del Obispo”.  

Creo que todos pudimos experimentar de alguna manera lo que significa esta "Iglesia en salida", "Iglesdia en éxodo", de que nos habla el papa Francisco. 

lunes, 21 de julio de 2014

El perill de dissoldre l’encarnació per un embut


(Articlet que he publicat a la revista sacerdotal catalana Bon Pastor 55-56, a la secció "Anunciar la Paraula")


Joan resumeix la fe cristiana en un sol verset: "La Paraula s’ha fet carn, i ha habitat entre nosaltres" (1,14). Però “no tots l’han reconegut”. Més tard, sant Agustí arribarà a dir que en els filòsofs pagans ell podria trobar paral·lels de tot el NT, excepte per aquest punt: "El Logos es va fer sarx (carn, realitat humana)".

Les cartes de Joan donen la clau per superar "el perill de la mala interpretació":

1Jn 4, 1-3 “Estimats, no us refieu de qualsevol que sembli inspirat; més aviat poseu-lo a prova per veure si és de Déu, perquè corren pel món molts falsos profetes. Reconeixereu
l’Esperit de Déu d’aquesta manera: l’esperit que confessa que Jesucrist ha vingut realment en la carn (s’ha fet realment home), és de Déu, però l’esperit que nega Jesús no és de Déu; aquest és l’esperit de l’Anticrist. Heu sentit a dir que arribava, i ara ja és al món…”

«A Joan, li preocupa en particular l'esperit enganyós (Mt 7,15) i vol oferir un criteri senzill per discernir (com Pau a 1Co 12,3). La pedra de toc és l'encarnació de Jesucrist, condició de la mort redemptora. És el que "vam veure i palpam" davant d'un docetisme incipient. En comptes de "no confessa" alguns manuscrits grecs i versions llegeixen "tot Esperit que dissol Jesús", és a dir, que dissol la seva realitat humana en aparença o separa la seva realitat humana de la funció messiànica» (L. Alonso Schökel).

Negar la realitat de l'encarnació té conseqüències molt greus: Jesús no hauria estat el nostre Salvador, ja que només un home pot salvar la humanitat. Ni el gran sacerdot que obre el nostre accés a Déu (cf. He 4,14). Ni hauria salvació del cos ni comunió real entre Déu i la persona. «No hi ha res al Cristianisme que sigui més central que la realitat de la humanitat de Jesucrist» (W. Barklay). «Al llarg dels segles ha suposat un obstacle per als que pretenen arribar a Déu mitjançant una sèrie de tècniques mentals i morals que menyspreen les limitacions de l'existència humana i busquen la salvació en el coneixement» (F. Martin).

El papa Francesc n’ha fet una relectura pastoral a l’Evangelii Gaudium, de la qual ressaltaré algunes formulacions que em semblen suggerents:

«Avui, que les xarxes i els instruments de la comunicació humana han aconseguit desenvolupaments inaudits» (87)… «Molts intenten escapar dels altres cap a la privacitat còmoda o cap al reduït cercle dels més íntims, i renuncien al realisme de la dimensió social de l’Evangeli. Perquè, així com alguns voldrien un Crist purament espiritual, sense carn i sense creu, també es pretenen relacions interpersonals només per mitjà d'aparells sofisticats, per pantalles i sistemes que es puguin encendre i apagar a voluntat. Mentrestant, l'Evangeli ens invita sempre a córrer el risc del trobament amb el rostre de l'altre, amb la seva presència física que interpel·la, amb el seu dolor i els seus reclams, amb la seva alegria que contagia en un constant cos a cos. La veritable fe en el Fill de Déu fet carn és inseparable del do de si, de la pertinença a la comunitat, del servei, de la reconciliació amb la carn dels altres. El Fill de Déu, en la seva encarnació, ens va invitar a la revolució de la tendresa»(88).

«El retorn al sagrat i les recerques espirituals que caracteritzen la nostra època són fenòmens ambigus. Més que l'ateisme, avui se'ns planteja el desafiament de respondre adequadament a la set de Déu de molta gent, perquè no busquin apagar-la en propostes alienants o en un Jesucrist sense carn i sense compromís amb l'altre»(89). «En altres sectors de les nostres societats creix l'estimació per diverses formes d’“espiritualitat del benestar” sense comunitat, per una “teologia de la prosperitat” sense compromisos fraterns o per experiències subjectives sense rostres, que es redueixen a una recerca interior immanentista» (90).

Ho repeteix sovint en comentar la Paraula: «Tocar la carn de Crist, prendre sobre nosaltres aquest dolor pels pobres. La pobresa, per a nosaltres cristians, no és una categoria sociològica o filosòfica i cultural: no; és una categoria teologal. Diria, potser la primera categoria, perquè aquell Déu, el Fill de Déu, s'abaixà, es va fer pobre per caminar amb nosaltres pel camí. I aquesta és la nostra pobresa: la pobresa de la carn de Crist, la pobresa que ens ha portat el Fill de Déu amb la seva Encarnació. Una Església pobra per als pobres comença amb anar cap a la carn de Crist» (A la Vigília de Pentecosta amb els moviments 18 de maig de 2013).


jueves, 3 de julio de 2014

Novelas y dietarios de guerra


La verdad es que me costó la decisión de  leer la “Trilogía del siglo, The Century” de Ken Follet. Me había gustado mucho la saga medieval (Los pilares de la tierra,  1989 y Un mundo sin fin 2007), así como su adaptación televisiva.

Pero acabé enganchándome a esta magna recreación histórica de los eventos bélicos que conmemoramos en estos días (La caída de los gigantes, 2010 sobre la Iª Guerra Mundial y El  Invierno del Mundo, 2012 sobre la IIª Guerra Mundial). Desde la perspectiva de 5 familias de varias nacionalidades (terratenientes ingleses, mineros y sindicalistas galeses, diplomáticos y militares alemanes y austríacos, nobles y obreros rusos y ciudadanos estadounidenses) el autor reconstruye el gran relato de nuestro tiempo. La memoria de padres y abuelos continuada en los hijos y nietos, en los amigos y amantes, de relaciones oficiales y de bastardos escondidos, revisamos el cañamazo de los principales acontecimientos históricos.

Hoy tengo que devolver a la Biblioteca Municipal el libro Voces robadas  publicado por Zlata Filipovic y Melanie Challenger (Barcelona, 2007).

Ahora que El diario de Ana Frank cumple 60 años, leo apresuradamente esta antología de diarios de guerra de otros niños y adolescentes víctimas de los más cruentos conflictos bélicos del siglo XX. La Iª y IIª Guerras Mundiales (1914-1918 y 1939-1945), el Holocausto (1939-1945), Vietnam (1964-1973), los Balcanes (1991-1995), la Segunda Intifada (2000) y la Guerra de Irak (2003).

Me han recordado como yo también, a mis 20 años, llevaba un Diario cubano en los días de la invasión de Bahía de los Cochinos, Cuba. A la una de la madrugada del 1 de Mayo 1961 nos hicieron levantar de la cama para revisarnos hasta debajo de las colchonetas y ocupar nuestro colegio. Unos milicianos, entre risotadas, abrieron mi Dietario sin ningún pudor, pero no lograron descifrar mi caligrafía estraña y difícil. Aquel día decidí pasarme del castellano a mi lengua materna catalana para redactar todo lo referente a la historia de mi vida. 

miércoles, 25 de junio de 2014

La oración del Corazón de Jesús (Mt 11,25-30)

El tiempo  pascual acaba con un conjunto de fiestas que son como las trenzas de una guirnalda: Pascua de Resurrección, Pentecostés del Espíritu, Santísima Trinidad, Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, Sagrados Corazones de Jesús y de María.


El pasaje que leemos hoy se ha descrito como  “la perla” del evangelio de Mt.   Y nosotros, como aquel mercader de la parábola que encontró una perla fina, la tomamos ahora en las manos, la llevamos al taller del orfebre para que la valore y veamos cuánto estamos decididos a pagar por adquirirla.

El primer destello de luz que nos fascina es el resplandor que baja de la Trinidad de Dios. Jesús siente un estremecimiento (“con el júbilo del Espíritu Santo”, Lc 10,21) e irrumpe en alabanzas (“¡te alabo, Padre!”, Mt). Una experiencia espiritual de la plena compenetración con el Padre (su Abbá querido y reverenciado) que lo envía y que le entrega todo al que se ha hecho Humano para que salve a los hombres. ¿Sintió también Jesús una profunda soledad, la incomprensión del que sabe que “nadie conoce al Hijo sino el Padre”? ¡Y cómo podría resistirlo si no experimentara, al mismo tiempo, la fuerza vivificadora del Espíritu de que habla Pablo y que es el “corazón de la Trinidad”!… Ese Espíritu que resucitó a Jesús, y que Juan vería brotando del costado abierto por la lanza, derramando su vida sobre la humanidad como un río que nace desde el Santuario abierto, ya sin velos. 


¡Atentos!, estamos en el momento mágico de asomarnos al pozo sin fondo de la oración de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho Hombre. ¿Cómo se situaba Jesús Cara a Cara con su Abbá? ¿Qué clase de oración brotaba de su corazón más íntimo? ¿Qué principio dinámico lo movería a obrar y actuar?    
           
Un gozo jubiloso, fruto de su experiencia de la paternidad de Dios, infundido por el Espíritu, es el secreto del Hijo del Rey. ¿Por qué no se da en toda la historia de las apariciones y revelaciones teofánicas ningún mensaje tan sencillo y optimista como éste? “¡Bendito seas, Abbá/Padre celestial, yo te alabo porque has ocultado estos misterios a sabios y entendidos y se los has revelado a la gente sencilla. Tu maravillosa predilección por los pequeños, los sencillos iletrados, mi pueblo humilde… Te doy gracias por mi sentimiento filial de que nadie me conoce como Tú. La certeza de que me equipas con todo lo necesario para que lleve a cabo la misión que me has confiado”.

Una contemplación profunda que se convierte después en acción: La llamada del Maestro de Justicia a entrar en su escuela desde las puertas de la ciudad por donde se arrastra la gente con sus grandes fardos. Las manos del Taumaturgo que sana toda clase de heridas. El poder del Liberador que desata los grilletes que no dejan levantar cabeza: “Venid a mí todos los abatidos, las personas agobiadas por los mecanismos de exclusión social y religiosa, y les propongo cambiar el yugo de sus dependencias por otro yugo y otra carga: el yugo de la libertad puesta al servicio de los demás, la vida entregada gratuitamente. Aprended de mí que soy bondadoso y humilde de corazón, pues mi programa es: “honestidad personal y capacidad de diálogo y tolerancia” (La Biblia de nuestro Pueblo).

Hemos llegado a la “vena y fuente del sacrosanto evangelio, síntesis de todo el misterio de Cristo” (Bullinger). “Una especie de sumario de su cristología ética o su ética cristológica. Revelación, salvación y conocimiento de Dios acontecen en la vida, en la praxis concreta y no antes de ella ni junto a ella. La gracia y la praxis van unidas en él, como fondo y forma de la misma realidad” (U. Luz).

¿Hubo ninguna persona sencilla y humilde que se identificara tan cordialmente con esa revelación de Jesús como su Madre María? Ellos dos vivieron la Alianza Nueva profetizada por los profetas, escrita en sus Corazones de carne. Por esto la espiritualidad de sus Corazones traspasados por la Pasión de Dios, Pasión del Reino,  se convierte en Evangelio (Buena Noticia) para todos los heridos y traspasados.
Bendigamos nosotros también la misericordia del Padre que nos hace entrar en la Alianza de los Corazones de Jesús y de María. Ellos brindan esperanza a nuestros corazones heridos y nos comprometen al servicio de los traspasados de nuestro momento histórico.




domingo, 18 de mayo de 2014

Lo importante es el Camino y los Compañeros (Domingo V Pascua, Jn 14,1-12)

El evangelio de este domingo se puede resumir en las dos preguntas que formulan los apóstoles.


Preguntó Tomás, aquel que duda siempre: Señor,  ¿a dónde vamos? ¿Y cómo sabremos el camino? Jesús le responde: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Si crees en mí, si caminas conmigo… llegarás a la meta.

Y Felipe, el pescador de Betsaida, avezado a contar la pesca por canastos, le pide: Señor, si conociéramos el fin de la historia, ¡muéstranos el cielo y revélanos al  Padre!

También nosotros vivimos con un desasosiego permanente. No leemos la brújula. Ya no sabemos a dónde vamos ni de dónde venimos…  Preocupados por cuál será el futuro de nuestros hijos, peor que el nuestro. El futuro de nuestra Iglesia y de nuestra Congregación religiosa después de nosotros… ¡Si pudiéramos atisbar el futuro por una rendija! ¡Si viéramos algunos resultados, aunque modestos!

Y el Señor nos contesta: No renuncien a la fe ni a la esperanza. Disfruten del camino.

Repasemos la segunda lectura de 2 Pedro 2,4-9: Construyamos el edificio comunitario, del cual todos somos una piedra (pequeña, solo una, pero viva e importante). Descansemos sobre la piedra angular, que es Cristo, escogida y segura.

A la mente me viene  el Viaje a Ítaca de Kadafis, con la música de Ll. Llach:                           Traducción catalana: 
“Quan surts per fer el viatge cap Ítaca,
has de pregar que el camí sigui llarg, 

ple d'aventures, ple de coneixences… 
Has d'arribar-hi, és el teu destí. 
Però no forcis gens la travessia. 
És preferible que duri molts anys 
i que ja siguis vell quan fondegis a l'illa, 
ric de tot el que hauràs guanyat fent el camí, 
sense esperar que t'hagi de dar riqueses Ítaca.                                                                                                                                                          Ítaca t'ha donat el bell viatge”. 


Traducción castellana: 
“Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo, 

lleno de aventuras, lleno de experiencias.                                                                                     Pide que el camino sea largo.                                                                                                         Ten siempre a Itaca en tu mente. 
Llegar allí es tu destino. 
Mas no apresures nunca el viaje. 
Mejor que dure muchos años 
y atracar, viejo ya, en la isla, 
enriquecido de cuanto ganaste en el camino 
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.                                                                                            Itaca te brindó tan hermoso viaje”. 


Lo importante es que el Señor Jesús es nuestro Compañero de camino y conoce bien el mapa y el itinerario. Él es la Verdad que buscamos. La Vida ya se vive desde ahora, aunque no completamente, siempre hay más Vida…






lunes, 28 de abril de 2014

No nos escandalicemos de las heridas de Cristo (IIº Domingo de Pascua)


Este blog lleva por título “Las heridas del corazón” y me incomoda no comentar nada al respecto en estos días en que se reivindican las heridas.
Ya lo hice en su día con las homilías pascuales del papa Benedicto. Ahora el tema cobra más resonancia en boca del papa Francisco. Ha dicho: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar las heridas y de dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas…”

Y fue tema central de la homilía del Domingo pasado, cuando leemos el evangelio de Tomás y celebraba la canonización de de Juan Pablo II y Juan XXIII. Vean la homilía completa http://www.youtube.com/watch?v=17AXfTaQc8c
“En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).

Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz…
Esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47). Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.

Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos…
Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama”.


No nos avergoncemos de las llagas de Cristo (en nosotros, en nuestra familia y comunidad, en la Iglesia). Son las arrugas de nuestra viejita que nos ha dado vida.  No nos escandalicemos de la carne de Cristo. Metamos las manos en sus heridas, en sus heridos. Con ellas nos cura continuamente. A través de ellas llegamos a su Corazón, donde está la fuente de la ternura. 

sábado, 12 de abril de 2014

Lázaro, el hombre que murió dos veces (3-4)

¿Murió, realmente, o sólo estuvo suspendida su vida en aquellos cuatro días? Continuamos con la segunda parte del artículo de José Luis Martín Descalzo

  






3. Las consecuencias

Muchos de los judíos que habían venido a Betania y vieron lo que había hecho, creyeron en él, pero algunos se fueron a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús. Y desde aquel día tomaron la resolución de matarle (11, 45-54). Esta es la lógica de la raza humana. Como comenta Fulton Sheen: "De la misma manera que el sol brilla sobre el barro y lo endurece, y brilla sobre la cera y la ablanda, así este gran milagro endureció algunos corazones para la incredulidad y ablandó a otros para la fe. Algunos creyeron, pero el efecto general fue que los judíos decidieron condenar a muerte a Jesús".

El apóstol sabe muy bien que los milagros no son remedios contra la incredulidad. Si Lázaro y sus hermanas hubieran creído hacer algún favor al triunfo de Cristo, «ayudándole» con un supuesto milagro, habrían demostrado, entre otras cosas, muy corta inteligencia y mucho desconocimiento de la realidad. Habrían, en definitiva, acelerado su muerte. Porque los fariseos poco hubieran tenido que temer de Cristo si éste hubiera sido un impostor. Era el conocimiento de su poder divino lo que les empujaba a la acción, porque eso era lo que le volvía verdaderamente peligroso. No niegan sus milagros. Al contrario: lo que les alarma es precisamente que hace muchos, y que la gente le seguirá cada vez en mayor número. Estrecharán el cerco, no porque le crean un impostor, sino porque se dan cuenta de que no lo es.

Jesús lo sabe. Tenía razón en el fondo Tomás al decir que subir a Jerusalén era ascender a la muerte. Jesús no sólo se ha metido en la madriguera del lobo, sino que le ha provocado con un milagro irrefutable. La resurrección de Lázaro no dejaba escapatoria: o creían en éI, o le mataban. Y habían decidido no creer en él. Por eso esta resurrección era el sello de su muerte. Pero aún no había llegado su hora. Por eso señala el evangelista que, después de estos hechos, Jesús ya no andaba en público entre los judíos; antes se fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efrem, y allí moraba con los discípulos (Jn 11, 54).


4. Las otras lágrimas

Lo que no podía evitar Jesús era la tristeza. Y no muchos días más tarde sus ojos volverían a llenarse de lágrimas. Pero de lágrimas esta vez diferentes: Así que estuvo cerca, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Si al menos en este día comprendieras los caminos que llevan a la paz! Pero no, no tienes ojos para verlo (Lc 19, 41). No tenían ojos, efectivamente. Ante sus ojos se les había puesto la prueba definitiva: habían visto un muerto de cuatro días levantándose con sólo una palabra; había ocurrido a la luz del día y ante todo tipo de testigos, amistosos y hostiles; tenían allí al resucitado con quien podían conversar y cuyas manos tocaban. Pero su única conclusión era que tenían que matar al taumaturgo y que eliminar su prueba.

Es por esta ceguera por lo que ahora llora Cristo. Un día, esa ciudad que ahora duerme a sus plantas bajo el sol, será asolada porque no supo, no quiso entender. Y serán los jefes de ese pueblo los supremos responsables; los mismos que acudieron a Betania seguros de que Jesús no se atrevería a actuar ante sus ojos; los mismos que de allí salieron con el corazón más emponzoñado y con una decisión tomada. Y Jesús ve ya esa ciudad destruida, arrasada, sin que quede en pie una piedra sobre otra. Y llora. Porque quiere a esta ciudad como quería a Lázaro. Pero sabe que si él puede vencer a la muerte y a la corrupción de la carne, se encuentra maniatado ante un alma que quiere cegarse a sí misma. El es la resurrección y la vida, pero sólo para quien cree en él. Lázaro, en realidad, dormía. Su alma no se había corrompido, no olía a podredumbre. Los fariseos, que horas más tarde regresaban hacia sus madrigueras, creían estar vivos. Pero sus almas olían mucho peor que la tumba de Lázaro. 

(Tomado de "Vida y misterio de Jesús de Nazaret", III, ED. SÍGUEME)

miércoles, 9 de abril de 2014

Lázaro, el hombre que murió dos veces (1-2)


Propongo para esta 5ª Semana de Cuaresma una bella lectura del sacerdote escritor  José Luis Martín Descalzo. 

1. El misterio de Lázaro

Detengámonos para preguntarnos por el misterio de esta alma, el más agudo misterio de cuantos existan. ¿Qué experimentó Lázaro? ¿Qué significaron para él esos cuatro días... dónde, dónde? ¿Qué fue para él la vida y cómo cruzó los años después de su regreso? Desgraciadamente nadie responderá a estas preguntas. Escritores, poetas, han girado sobre esta misteriosa existencia, pero sólo pueden ofrecernos sus imaginaciones o aplicar a Lázaro lo que ellos piensan de la vida y de la muerte.

Luis Cernuda nos contará, por ejemplo, que a Lázaro no le gustó resucitar. Que al oír la llamada de Jesús:

"hundió la frente sobre el polvo
al sentir la pereza de la muerte.
Quiso cerrar los ojos,
buscar la vasta sombra",
–y que, forzado por aquella voz que le arrastraba–
"sintió de nuevo el sueño, la locura
y el error de estar vivo",
–y tuvo que pedirle al Profeta–
"fuerza para llevar la vida nuevamente",
–aunque, al menos descubriera que, en adelante,
debería vivir trabajando–
"no por mi vida ni mi espíritu,
mas por una verdad en aquellos ojos
entrevista ahora".

Hermoso, sí, pero ¿quién nos lo certifica? Para Jorge Guillén, al contrario, Lázaro no se encontró nada a gusto muerto. Se encontró harapiento despojo de un pasado, siendo ya, no Lázaro, sino ex-Lázaro, en un fatal naufragio oscuro. Por eso, cuando Jesús le resucite, le pedirá que le deje aquí, en la pequeña y dulce tierra de los hombres, y que su cielo no sea otra cosa que una pequeña Betania, en una gloria terrena. De nuevo, poesía, sólo poesía.

En realidad nada sabemos de lo que atravesó antes, durante y después, por el alma de Lázaro. ¿Murió, realmente, o sólo estuvo suspendida su vida en aquellos cuatro días? ¿Su «segunda» vida fue, en realidad, una «segunda vida», o una prolongación de la anterior? ¿Añadió Cristo «un codo más» a su existencia? ¿Y cómo fue ese añadido? Las leyendas han tejido este segundo «trozo» de vida de Lázaro, hasta hacerle algunas obispo de Lyon muchos años más tarde. Pero sólo son leyendas. Tal vez lo único que sabemos -que tenemos derecho a suponer- es que Lázaro comenzó a vivir «de veras» ahora que sabía lo que la muerte era. Es decir, que vivió como los hombres todos deberían hacerlo si se sintieran resucitar cada mañana.

        
                                               

2. La verdadera vida 


Lo que sí podemos hacer nosotros -aunque San Juan no lo haga expresamente- es leer esta página a la luz de todo el resto de su evangelio. Para empezar descubriendo que el concepto de «vida» y el de «vida eterna» son dos de las ideas claves de todo el cuarto evangelio y dominan todo el cuadro que éste da de la salvación obrada por Cristo. Como comenta Wikenhauser la noción de «vida» en Juan corresponde en importancia a la de «reino de Dios» en los sinópticos. 21 veces aparece en este evangelio la palabra «vida», 15 las palabras «vida eterna».

Según Juan, Jesús es siempre depositario y dispensador de la vida. Hablando de sí mismo dice que vive, es decir, que posee la vida (6, 57; 14, 19), que tiene la vida en sí mismo (5, 26), que es la vida (11, 25, 14, 6). Antes de la encarnación la vida estaba en él (1, 4), él era la palabra de vida, en él está la vida que nosotros hemos recibido de Dios. Por eso él es la resurrección y la vida (11, 25), el camino, la verdad y la vida (14, 6). Por eso se designa a sí mismo como el pan de vida (6, 35-48), como luz de la vida (8, 12), como aquel que da el agua viva (4, 10-11; 7, 38), el pan vivo (6, 51). Sus palabras son espíritu y vida (6, 63), palabras de vida eterna (6, 68), porque vivifican, dispensan la vida. El vino al mundo para darle la vida (6, 33; 10, 10). El comunica la vida a los hombres de acuerdo con la voluntad divina y por encargo de Dios (17, 2); Dios les da vida a través de él (1 Jn 5, 11).

Dios es el Padre que vive (6, 57). Él es el único que originalmente posee la vida y Él quien la comunica. No hay otra vida que la que Dios posee. Los hombres tienen vida en el Hijo, en su nombre (3, 15; 20, 31). Y esta vida que el Hijo comunica a los hombres es mucho más que la vida natural, es la vida trascendente del mundo superior, la vida eterna, un bien en orden a la salvación, o, para ser más exactos, es la salvación misma, la condición de quien está salvado. Los hombres realmente vienen al mundo privados de vida, creen vivir pero están muertos, están en la muerte, y lo están mientras no reciban vida de Jesús.

A la luz de todo esto, ¿podemos entender mejor lo sucedido a Lázaro? ¿No será su resurrección, además de un milagro, un paradigma de todo el pensamiento de Jesús sobre la vida y la muerte? ¿No tiene o puede tener todo hombre dos vidas, una primera y mortal, y una segunda que se produce en su encuentro con Cristo? ¿No es todo creyente un Lázaro... que tal vez ignora que lo es? ¡Ah si todos vivieran su «segunda y verdadera vida» como debió de vivirla Lázaro!

Pero evidentemente la resurrección del hermano de Marta y María fue sólo un ensayo. Y tal vez no debiéramos ni siquiera llamarla resurrección. Hay teólogos que prefieren hablar de «resucitación», para diferenciarla de la verdadera, la de Jesús. Porque el Lázaro de Betania volvió a morir años o meses después de su primer «regreso». La segunda vida, o el segundo trozo de su vida, no comportaba la inmortalidad, que es la sustancia de la resurrección. En Jesús, la segunda vida fue la eterna, la inmortal, la interminable. En Lázaro, hay que repetirlo, sólo hubo un anuncio, un ensayo. En todo caso el verdadero y más profundo milagro de aquel día, más que la misma recuperación de la vida terrena, fue el encuentro de Lázaro con Cristo. Un milagro, una fortuna, que cualquier creyente puede encontrar. (continuará)