sábado, 18 de noviembre de 2017

El viaje de Papá-Buelo y Mamá-Buela contado a sus nietos: ¿Cuándo llegará el tiempo de reir? (4)



Re-lectura de la fe de los Patriarcas (Génesis 12-25)                                       
1. Tercer Proyecto: Los buenos tiempos

      Su amor se hizo tan fecundo que parieron más de lo que hubieran deseado. Por cada don recibido dieron gracias al Señor. No dejaron de frecuentar la iglesia participando activamente en un grupo hispano. Se propusieron con mucho esfuerzo que los hijos estudiaran en una escuela católica. Sus sueldos eran bajos y siempre sintieron que eran ciudadanos de segunda. 
   En su contacto con los hispanos, a veces se planteaban preguntas muy serias. Decían: "¿Por qué ha de haber tantas diferencias en el mundo? ¿Por qué reina la violencia y la muerte entre nosotros? El trabajo ¿es una maldición o una bendición divina, que los ricos impiden que llegue hasta los infelices? ¿Cómo se explica que trabajemos tanto y cobremos tan poco? ¿Por qué falla la comprensión en tantos hogares y hay tantos enfermos, mientras los remedios quedan fuera de nuestro alcance? ¿Cuál será el futuro de nuestra juventud?"
     Papá Quin explicaba algo de lo que aprendía en un curso para animadores comunitarios y juntos buscaban la respuesta en las primeras páginas de la Biblia (Gén 1-11).
   Así descubrieron que el mundo es una babel, o sea, un tollo. Queremos dominar, ser dueños del mundo como si fuéramos Dios, subir sobre las espaldas de los demás. No entendemos su lenguaje  porque no los miramos a la cara como personas que son.
     Los viejos decían: "Se cumplen las profecías", “el cambio climático lo ha reburujado todo”, “nos gobiernan muchachos”, “nadie se compadece del pobre”… “¿Será que vuelve el diluvio?” La maldad crece igual que el lodo después de una tormenta tropical. Hay gente que usa y abusa de las cosas de Dios y de la religión en provecho propio.
Gobierna la ley de Caín. "¿Tú me das un golpe? Pues yo saco el machete y te parto la cara". ¿A esto se le llama progreso?
     El pecado original, explicaba Papá-Buelo, es como el gusano que come la raíz de un árbol y lo mata. Nos separamos de Dios, no escuchamos su Palabra, alargamos la mano a todo lo prohibido... Si no reconocemos a Dios como Padre, ¿a santo de qué vamos a reconocer a los otros como hermanos?
           
   Los muchachos crecían a buen ritmo y se abrigaban esperanzas. La investidura presidencial de Barack Obama de 2009, presidente negro, se celebró con el lema de  "un nuevo nacimiento de la libertad". Acudieron más de un millón de personas, parecía llegado el tiempo de reír. Prometieron defender a los más vulnerables, una ley de inmigración más abierta, buscar la paz entre las naciones con un nuevo estilo.
      Claro que no faltaron quienes pedían un gobierno más fuerte y decían que los yanquis no cambian. “Ya somos viejos para hacernos ilusiones".
     Papá Quin recordaba la historia de Abrahán y Sara que el compadre Sergio les leía en New York. Como ya tenía la vista muy gastada, mamá leía en voz alta para toda la familia: "Sara se rio por lo bajo, pensando: Cuando estoy seca, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo? Pero el Señor dijo a Abrahán: ¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: ¿Cómo voy a tener un hijo a mis años? ¿Hay algo difícil para Dios?" (Gn 18, 13-14).
     A los pequeños les encantaba ver que mamá Mery se echaba a reír, y preguntaban qué cuántos años tendría Abrahán por aquel entonces. El abuelo siempre respondía lo mismo: "Más de cien años, muchachos. Toda una vida, toda una historia... "
    Bailaban de alegría al comprobar que Dios se acuerda de los pobres. El sueño de conseguir una familia, una tierra, una comunidad... estaba a punto de realizarse. Cualquiera diría que el viaje estaba a punto de acabar. Habría un futuro para sus hijos.

2. Analicemos la situación:

     J. J. Sánchez (de la comunidad santiaguera del Guano) escribió una carta en 1982 que se pretendía paradigmática de lo que pasaba en general:
     “Hay una comunidad sedentaria y nómada, amante de la libertad y el progreso, laboriosa y humilde. Una comunidad que se disgrega para existir y dispersar en viajes al vapor por mar y cielo, para existir en barriadas marginadas de campesinos sin tierra. Hoy, disgregada, crecen en ella hombres, mujeres y niños que comienzan a perder la fe en sus organizaciones. Muchas veces he oído clamar a los ancianos: “Lo mejor es no votar por nadie. No podemos seguir como pavos electoreros”.
     Hay una comunidad situada en la frontera de una gran mina de cascajo, de donde sale una flotilla de camiones del Ayuntamiento de Santiago para asfaltar barrios residenciales. Hay una comunidad donde la lámpara humeadora es luz. Donde el río sucio es acueducto. El precipicio es carretera. El lodo o polvo es pavimento y el camino es play.
     Hay una comunidad donde decir la verdad es ser agitador o comunista y hacer promesas incumplidas es ser demócrata. Donde por ser pobre y sin influencias no se construyen obras.
Hay una comunidad de carne y hueso, no somos pavos con plumas y carne. Somos seres humanos con cuerpo y alma.
     Es que mi campo, con los que se fueron y dejaron su estilo de vida, su amor al trabajo. Sus votos en las urnas, se sigue preguntando: ¿Hasta cuándo amasaremos lodo? ¿Hasta cuándo no tendremos la tierra? ¿Hasta cuándo será la luz de humo y luna? ¿Hasta cuán el deporte será la nada? ¿Hasta cuándo el agua será impura? ¿Hasta cuándo durará el triste éxodo hacia Nueva York?
      Ahí va mi comunidad. Se volvió campesino sin tierra que vive marginado, que vuela como ave viajera lejos de su nido con pichones o sin ellos. Mírala, se volvió tórtola que quiso hacer su nido colectivo detrás de la alambrada sur, norte, este y oeste”[2].

  • Virgilio Apolinar (Polo) visitó El Guano 7 años después para decir que “El Guano es retrato fiel del campo dominicano… Luego nos preguntamos por qué han crecido tanto los barrios marginados. El campo maltratado y olvidado nos dará la respuesta”[3].
  • ¿Qué opinan ustedes de este diagnóstico en el día de hoy? 


          Abramos la Biblia: Escuchemos la risa de Sara (Gn 18,1-15)

 
Este capítulo encierra una esperanza muy grande para los pobres. Abrahán y Sara creyeron y el milagro se realizó. Nació un hijo de aquellos troncos secos, al que pusieron el nombre de Isaac que significa: “Dios me ha hecho reír, me ha hecho bailar de contento”.

“Para darte cuenta del sentido de todo esto, piensa en lo siguiente: Tú eres Abrahán, casado con Sara. Sara es este pueblo pobre e ignorante. Te llega la llamada de Dios que dice: “¡Tienes que creer en Sara! ¡De ella es de quien va a nacer el futuro!” Tú tal vez creas, pero te aseguro que el primero que va a reírse es Sara, ¡el propio pueblo! De hecho hoy hay mucha gente desconfiada como Sara y se ríe. Se ríe de sí misma y de los otros que intentan construir un futuro mejor para sí mismos y para los demás. No creen que de ellos pueda nacer algo que valga la pena. Prefieren a Eliezer o a Ismael. No creen que pueda nacer Isaac… ¡Quién sabe si no te has reído de ti mismo creyendo que es inútil trabajar por el futuro de los otros! Pero para realizar el futuro del propio pueblo, de este pueblo en que nadie parece querer creer, ni siquiera el propio pueblo”[4]



                PARA ORAR: La oración de Abraham de intercesión (Gn 18).

La oración de Abraham de intercesión (Gn 18).
Los Santos Abraham y Sara
Con gran valentía, Abraham plantea a Dios la necesidad de evitar la justicia sumaria: Si en la ciudad hay inocentes, estos no pueden ser tratados como culpables. No se limita a pedir la salvación para los inocentes. Abraham pide el perdón para toda la ciudad y lo hace apelando a la justicia de Dios: por amor a los cincuenta justos que hay en él. Obviamente no se pueden tratar a los inocentes como a los culpables, esto sería injusto, es necesario, sin embargo, tratar a los culpables como a los inocentes, realizando un acto de justicia “superior”, ofreciéndoles una posibilidad de salvación. Abraham no pide a Dios una cosa contraria a su esencia, llama a la puerta del corazón de Dios conociendo su verdadera voluntad. Es el perdón el que interrumpe la espiral de pecado, y Abraham, en su diálogo con Dios, apela exactamente a esto… y según es más pequeño el número, más grande se revela y se manifiesta la misericordia de Dios.
Así, por la intercesión de Abraham, Sodoma podrá ser salvada, si en ella se encuentran tan sólo diez inocentes. Esta es la potencia de la oración. Con su súplica, Abraham está prestando su propia voz, pero también su propio corazón, a la voluntad divina: el deseo de Dios es misericordia, amor y voluntad de salvación
La necesidad de encontrar hombres justos en la ciudad se vuelve cada vez más, en menos exigente y al final sólo bastan diez para salvar a la totalidad de la población. Y en la realidad enferma de Sodoma y Gomorra aquel germen de bien no estaba.
Pero la misericordia de Dios en la historia de su pueblo se amplía más tarde. El profeta Jeremías dirá, en nombre del Omnipotente, que basta sólo un justo: “Recorred las calles de Jerusalén, mirad e informaos bien; buscad por sus plazas a ver si encontráis un hombre, si hay alguien que practique el derecho, que busque la verdad y yo perdonaré a la ciudad” (Jer 5,1). Ni siquiera esto basta, y Jerusalén cae bajo asedio de los enemigos. Será necesario que Dios se convierta en ese justo. Y este es el misterio de la Encarnación: para garantizar un justo, Él mismo se hace hombre. Entonces la oración de todo hombre encontrará su respuesta , entonces todas nuestras intercesiones serán plenamente escuchadas.
(Benedicto XVI, 18/05/2011)


[1] Usaremos sobre todo Reynés, MSSCC, J.,  Génesis. Lecturas liberadoras de la Biblia. Amigo del Hogar. Santo Domingo, 1993, ps. 75-96, que hace una relectura dominicana del librito de C. Mesters, Abrahán y Sara. Paulinas. Madrid, 1981; cfr. también Feliz Lafontaine, A., "Resistir y autoafirmarse... Releyendo la Historia de Agar desde la Resistencia de algunas Mujeres de Los Alcarrizos y Pedro Brand" en CIB/SD 96. 
[2] Resumen de la carta publicada en Amigo del Hogar 427(1982)128-129.
[3] La Información, 12/05/1989.
[4] Mesters, 97-98.

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