BAJEL/ el vaixell
Inspirado en la canción “Vaixell de Grècia” (Bajel de
Grecia) del cantautor catalán Lluís Llach. Escrita después que acabara la tiranía
de los coroneles de 1974, reafirma la esperanza en que es posible retomar en
las manos el propio futuro y vencer los caprichos de dioses superiores.
Nuestro barquito de vela es la Congregación fundada
por el P. Joaquim Rosselló, pequeña como una cascarita de nuez. Sigue convocando de lejos el estandarte de dos corazones rojos en su palo mayor. Viene de un
largo viaje que se remonta 2000 años atrás, a los orígenes del cristianismo
(Pascua y Pentecostés de los años 30, en la ciudad sagrada de Jerusalén). Son
amigos que vieron vivo al Traspasado. Llevan a su madre, oscura y luminosa a la
vez, como una garantía de alianza. Saben que el Señor está presente en el pan
compartido y en el pescado escatológico. Les guía una sola consigna, que es el
testamento del amor. “Nadie lo ha visto, pero todos lo amamos; empuja él los
remos y las manos; su soplo es quien hincha nuestro velamen; su corazón es
nuestro vigilante”.
¿Qué podemos temer? El vigía grita un nombre:
¡Joaquín!, el que nos convocó. Y todavía es posible que se levanten los ánimos,
los propósitos, las iniciativas, los laicos misioneros, las vocaciones
consagradas… Como una gran bandada de gaviotas que forme lo que hoy llamamos “la
Familia Sacricordiana”. No en torno a un cura decimonónico, sino en torno “al
Amado vivo y presente, abierto su costado”.
Esta canción es un acto de fe en el futuro, dentro de
un mar postconciliar. Y una apuesta por la inculturación del carisma en una
Congregación que cuenta con unos 40 jóvenes africanos y latinoamericanos.
Fíjense, sino, en las fotos que ilustran la canción:
tomadas por mi amiga menorquina Carlota Crespí en uno de sus viajes de trabajo
a la isla de Zanzíbar. Las caras y el paisaje son una transcripción de fe y
confianza en el cambio de epicentro. También lo es la versión musical que
publicamos, preferida a otra que hicimos en Barcelona. Grabada ésta en Santiago
de los Caballeros, con el profesional Eustiquio Céspedes a la flauta y el dúo
bien acordado de Delio Taveras y Javier Cabrera. Publicamos dos versiones, en
castellano y catalán.
bajel
(Música: Lluís Llach; Letra: J. Reynés.-
Cantan: Delio Taveras y Francisco J. Cabrera;
Flauta: Eustiquio Céspedes)
Si allá a los lejos ves que pasa un bajel
surcando el mar, cascarita de nuez...
¡Acércate!... y averigua qué son
dos corazones en su palo mayor.
Comienza el viaje en Pascua o Pentecostés
del año treinta, allá en Jerusalén.
Amigos son que vieron al Amado
vivo y presente, abierto su costado.
de suave hablar y de mirar profundo...
Pescado fresco y pan para la cena,
bajo un dosel marinero de estrellas.
Una consigna la Nave transmitió:
“Ámense así lo mismo que hice yo;
así sabrán que es cierta mi palabra
y seguirán mi estela sobre el agua”.
Nadie lo ha visto, pero todos lo amamos;
empuja él los remos y las manos;
su soplo es quien hincha nuestro velamen;
su corazón es nuestro vigilante.
En esta fe levamos nuestras anclas,
navegaremos con sol y con borrasca.
Grita el vigía: Joaquín! sobre la proa,
y se levantan bandadas de gaviotas.
El vaixell
Solcant la
mar, vencent l’embat dels vents...
Llegiu-li el
cor, arrencau-li el secret
D’eix
estandart en dos cors tan vermells.
Du una
esperança que escalfa més que el foc
Des d’un
matí de Pasqua flamejant;
Són els
amics que van veure l’Amic
Viu i
present, obert el seu costat.
Hi ha una
dona amb vestit endolat,
De veu suau,
d´ulls negres i profunds;
Prepara pa i
peix per a sopar
I un
cobricel de veles i d’estels.
Unes
paraules la nau ens ha tramès:
“Que us
estimeu com jo vos he estimat,
Així creuran
que és cert el que he promès
I seguiran
l’estela que he deixat”.
És Ell que
empeny rems, xarxes i timó;
El seu alè
infla el nostre velam;
Vetla el seu
cor fins quan ens adormim.
En el seu
nom navega aquest vaixell,
Va
travessant la gent fins a bon port;
Al sol
ponent qualcú crida: Joaquim...!
I de gavines
se n’alcen un estol.
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