sábado, 20 de marzo de 2010

Jesús, la mujer adúltera y nuestros adulterios (Vº Cuaresma)

El miércoles pasado concluimos las sesiones de lectio divina

de este curso en nuestro arciprestazgo. Lo dedicamos a la parábola del hijo pródigo (IV Cuaresma), comentando los cuatro posts que he publicado en este blog y aprovechando diversos materiales que la red pone al alcance de cualquiera, Empezamos escuchando la parábola en boca del mismo Jesús de Nazaret, el arte con que la aplica a su propio grupo de discípulos y consigue que Simón Pedro se avergüence de reaccionar como el hijo mayor, de no aceptar en el grupo a Mateo, el publicano pródigo (video de la película de Zefirelli). Vimos unos dibujos animados para la catequesis infantil, sobre el estribillo de una canción: “¡Qué alegría, Padre bueno, de volvernos a encontrar. Junto a ti nos quedaremos, no te vamos a dejar!”. Recordé aquel final de taller sobre la eucaristía, experiencia inolvidable en la parroquia de Santa Rosa (Santiago de los Caballeros). Los músicos con la guitarra, güira y tambora entonaban la bulla de la salsa “Juan en la ciudad”, de Richie Rey y Bobby Cruz.. Mientras algunas mujeres preparaban la mesa de aquel pequeño altar y bajaban del presbiterio para invitar a los feligreses a sumarse al baile de la fiesta de sentirnos perdonados. Comentamos la diferencia entre nuestras celebraciones demasiado serias y las participadas de los latinoamericanos. Luego proyectamos el ppt que nos ha enviado Agustín Etayo sobre el método de H. Nouwen. Y oramos identificándonos con el corazón del padre que se asoma a la ventana y a la terraza, soñando: “Quizás hoy será el día que regrese, quizás hoy podré su rostro acariciar” (video de Ricardo Rodríguez). Parece que aprendimos a saborear algo de las mieles de la Palabra de Dios.

Para este domingo Vª dedicado a la mujer adúltera, quisiera ofrecer dos materiales para los que siguen mi post.

  • Primero, la comparación entre los relatos de la casta Susana de Daniel 13 y la mujer adúltera de Jn 8, que hace X. Pikaza :

En Daniel, Éste es un evangelio fundamental para entender la actitud de Jesús no sólo ante las mujeres como esta adúltera, sino (y sobre todo) ante los hombres (los ancianos-presbíteros) que la acusan... Se trata de una narración piadosa, que sirve para destacar la «sabia y dura» justicia de la ley, que, al fin, termina condenando a los culpables (a los falsos jueces) y salvando a Susana, la inocente, a la que acusan de adulterio. .. Aquí se sitúa la última palabra de Daniel: es juez en línea israelita y necesita que el sistema funcione por medio de la muerte, para que las buenas «susanas» de la tierra puedan bañarse en su parque, sin que nadie se atreva a molestarlas. Triunfa así la ley del miedo, ratificada por la sangre de los malos jueces. Se impone la justicia del talión: cambian las suertes (como en los Purim de Ester), pero el sistema sigue, un sistema que seguirá creando malos jueces. Esta historia es un canto en defensa de la buena mujer (Susana), pero es sobre todo una defensa de la buena sociedad, que se edifica sobre la expulsión de los culpables... Además, en este caso, no estamos ante una defensa de la mujer como mujer, sino de la mujer como “fiel a su marido” (no adúltera). Por eso, en un primer momento, ella puede gozar y seguirse bañando con sus criadas, ya sin miedo, mientras son apedreados y mueren para siempre los jueces malos. Pero a la larga los malos jueces siguen apareciendo y lo que tiene que cambiar es el sistema que los crea”.

En Lc, “Jesús, en cambio…, no se ha comportado como juez, ni con relación a la mujer, ni con relación a los cómplices y a los acusadores y curiosos, sino que se sitúa en un plano más alto: en el nivel del amor gratuito de Dios, que llega a estar mujer y, por medio de ella, a todos, conforme a su palabra clave: ¡No juzguéis y nos seréis juzgados! (Mt 7, 1-3). La actitud de juicio supone que nosotros (jueces) somos buenos, mientras los otros (juzgados) son culpables: por eso nos alzamos contra ellos, para imponer nuestro dominio «bueno». .. De esa forma nos dice a todos que somos pecadores (¡también a la mujer!), para iniciar con todos los hombres un camino de perdón compartido, no como héroes justos o heroínas rescatadas de los malos jueces, sino como culpables que pueden perdonarse”.

Entonces le presentaron a Jesús varias mujeres “sorprendidas” en distintas situaciones que los escribas y fariseos de estos tiempos tienen la certeza que son meritorias de condena… Para que Jesús las condenara, apelaron a la ley del más fuerte, a las leyes del Imperio, a las leyes de la guerra sucia, a las técnicas y estrategias de lucha contra el terrorismo, a las leyes de la religión acomodada (o las leyes acomodadas de la religión), a las leyes del mercado y a las nuevas leyes aprobadas por el Congreso (las que “sutilmente” violan los derechos humanos)…

Por eso, aprovecharon para traerlas a todas juntas. Le trajeron:

- Una mujer con retraso mental que había sido violada y sus familiares cercanos querían hacerla abortar…

- Una mujer indígena que se había opuesto a que le quitaran las tierras que su comunidad habita desde remotos tiempos y que son sus legítimos dueños…

- Una mujer campesina que había abierto los caminos públicos, cerrados con tranqueras y candados por un potentado que quería ampliar su cerrada propiedad para abrirla al narcotráfico...

- Una mujer golpeada que quiso librarse del compañero que la maltrataba y por ello se había ido de casa…

- Una mujer-niña que robaba en las calles y cuyas ganancias iban a parar a otras manos…

- Una mujer de piel negra que estaba en una manifestación por los derechos de las mujeres y varones de su color…

- Una mujer que comercializaba su cuerpo porque no tenía otro medio de ganarse la vida y alimentar a sus hijos…

- Una mujer con Sida que había sido contagiada por su compañero y por ello había ejercido violencia contra él…

- Una mujer que, en un barquito, trataba de huir de la violencia, la pobreza y la malavida hacia un sueño costero…

- Una mujer joven y de “buena familia” que buscaba comprender el atractivo y la seducción de su genitalidad…

- Una mujer que era violada desde hace años por su patrón y al nacer su hijo, en un ataque de desesperación, lo había tirado…

- Una mujer que se negaba a mutilar su clítoris porque quería respetar la integridad de su cuerpo y su derecho a gozar en todas las dimensiones de su sexualidad…

- Una mujer-niña que se había escapado de un orfanato porque es sentía ahogada y maltratada…

- Una mujer que protestaba contra la guerra sanguinaria de los que inventan la guerra para hacer buenos negocios con la sangre, la destrucción y el petróleo…

- Una mujer feminista que luchaba por reivindicar sus derechos de género…

- Una mujer, aun muchachita, que vivía en las calles y se drogaba junto con sus compañeras y compañeras de intemperie…

- Una mujer que celebraba la muerte del dictador…

Recuerdo sólo estas…aunque eran muchas más las mujeres que le trajeron a Jesús. No exhibieron documentos, pero sé que había de Asia, África, América, Europa y Oceanía…

Y Jesús se puso a escribir en la tierra cosas ininteligibles. ¿qué habrá escrito? ¿quién sabe?. Alguno pensó que había escrito “dame paciencia”; otros, “¿qué hago con estos tipos?”; otros, pensaron que estaba dándose tiempo para la respuesta porque estaba un poco desorientado; otros, creyeron que estaba repasando el derecho civil, el derecho penal, el derecho canónico, el derecho torcido de los que siempre vuelcan la balanza de la justicia para su lado…para ver qué artículo citar y salir bien parado de esta situación; algunos, creyeron ver en sus ojos cómo elaboraba su ira…

Pero lo que muy pocos percibieron, o casi ninguno, fue que Jesús, en realidad, “se inclinó” frente a las mujeres que le habían colocado delante pidiéndole que se “erigiera” como Juez Supremo… Esta vez, después de inclinarse frente a ellas un buen rato, se levantó, tomó con sus manos el mentón de cada una de estas mujeres y, cariñosamente, lo levantó, para que no siguieran mirando hacia abajo avergonzadas, sino que recuperaran su dignidad”.


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